Me lo contaron en una venta, allí poco antes de Requeixo. La tormenta de nieve había cesado al caer la noche y la luna brillaba en plenitud. Unos cuantos arrieros nos juntamos frente al fuego, compartiendo una jarra de vino. Se oyó el aullido de un lobo y nos miramos, un poco estremecidos. Entonces el tipo aquel, el del escapulario de la Virgen de la Pascoela, sin apartar la vista de las ascuas empezó a hablar quedo. “Debió ser una noche muy parecida a ésta” –dijo- “Una mujer enamorada puede entregarte hasta el alma; pero si la hieres, amigo, prepárate para el infierno”.
“El era un gallito bravo de familia buena en Villardeciervos; fanfarrón, mujeriego y lanzado, Emilio Bobo su nombre. Camelia era porteixa de parentela honrada y había caído embelesada en las artes del embaucador. Había un buen cargamento de azúcar, café y jabón, pero la recua del padre andaba en otra labor. Emilio dijo a Camelia: “Si tú te vienes conmigo nunca te lo he de pagar”. Como un matrimonio cualquiera cruzaron la raya sin más y en la villa de Guadramil cargaron y camuflaron la carreta hasta que ni un alfiler cogía. Salieron muy de mañana por caminos que pocos conocían, pero al poco de la Raya hombres del rey les detenían.
-“Buenos días traigan, señores. Necesito me den ahora mismo su nombre y su filiación.
-“Me llamo Emilio Varela –mintió el rapaz sin sonrojo- y soy de Val de Santa María. Voy con un poco de prisa pues mi mujer está casi parida –ya que la porteixa con un hato de lana bajo la ropa fingía de estar en cinta. El capitán, al ver su belleza, sólo quiso ser cortés.
-“Sigan camino, señores, no les quiero entretener.
“Así sin más contratiempo a Villanueva llegaron y en un almacén dejaron toda la carga traída. Y entre risas y alivios quedaron en verse luego ya en la venta de Teja Negra. Y esa noche no muy diferente de ésta se encontraron, a salvo de la indiscreta, detrás de la venta fueron el gallo y la porteixa. Emilio sacó una bolsa, le dio dos besos de amigo, le dijo “Aquí tienes prenda mía el dinero que te ha correspondido”.
-“Seguro que pasará tiempo antes que volvamos a vernos, yo parto ya para Orense donde me espera mi novia pa’ concertar matrimonio.
“Sonó un trabucazo en la noche, Emilio se quedó muerto. Del dinero y de Camelia no más noticia he tenido. Si juegas con fuego, amigo, has de estar bien protegido”.
Hoy tenemos una visión romántica de los tiempos del contrabando en el s.XIX, pero fue una actividad para hombres –y mujeres- duros, bien bragados. No muy diferente, salvando las distancias –avionetas, cuernos de chivo AK47, troconas 4x4-, de lo que hoy pasa, por ejemplo en la frontera mexicana. Este cuento es una adaptación de la historia de Camelia la texana, cantada, entre otros, por Los Tigres del Norte.
Y aquí, ésta ya es otra historia.
Fotos: 1. Mirilla en Villanueva de Valrojo - 2. Hermisende - 3. Villardeciervos - 4. Casa de la Inquisición en Villardeciervos - 5. Casa en Villanueva de Valrojo - 6. Fuente en Padornelo - 7. Casa de los siete balcones en Villardeciervos - 8. Pradería en Hermisende - 9. Santa Cruz de los Cuerragos - 10. Sierra de la Culebra, camino hacia Portugal.
Todos ellos pueblos vinculados al comercio con el país vecino.
Una cosa que me ha sorprendido en mis visitas es que aún hoy, transcurridos tantos años desde los tiempos más ajetreados - Siglo XIX y la posguerra - y cuando las fronteras están ya casi olvidadas, a los pueblos les cuesta reconocer su vinculación con esta actividad. Las preguntas levantan suspicacias y los contrabandistas siempre eran del pueblo vecino, nunca del propio. Sin embargo, hay montones de documentación -actas judiciales, principalmente- que cuentan una historia apasionante y distinta. Tengo que contar la historia de "La recua del millón".
ResponderEliminarOtro tema interesantísimo. Otros pueblos de la zona donde se vivió todo esto...Santa Cruz, Rihonor...
ResponderEliminarEse tema nunca desaparecerá.
ResponderEliminarA la espera de la "recua del millón" y las fotos como siempre preciosas.
Un abrazo.