5 ago 2009

El Bosque del Tejedelo, una vez más.

Hablando de árboles centenarios, no he podido evitar volver...


La primera vez que subí al bosque del Tejedelo me pasé todo el camino buscando a los duendes. Mira que había preparado la excursión de manera científica: Los tejos, coníferos de la familia Taxaceae, género Taxus, propios de las zonas montañosas con ambientes frescos y húmedos. Que pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros con tronco grueso y corteza delgada de tiras pequeñas. Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida, pero de crecimiento muy lento. Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Y también su relación con los hombres: los celtas lo veneraban, los romanos lo usaron para curar y también como veneno, los bretones hicieron con su madera sus más preciados arcos y en el propio Requejo sus ramas engalanaban el pueblo el Domingo de Ramos. Son muy escasos, por lo que este Bosque del Tejedelo me pareció el más adecuado para su estudio.


No descuidé tampoco la información sobre el resto de especies que comparten las 139 Has. del bosque: robles melojos, abedules, acebos, narcisos silvestres… así que al principio fue bien. En la subida me sobrecogió la belleza del brezo de las laderas, pero logré conservar el temperamento científico incluso en el hermoso robledal que anuncia la entrada al bosque. Ya subiendo hacia el Mirador del Veladero me sentí observado. “Serán corzos” –pensé. Casi siempre en el límite de mi ángulo de visión adivinaba movimientos furtivos. Consulté mi libreta: claro que serían zorros o martas, siempre esquivos, o si no carboneros, petirrojos o zorzales. Pero apenas fui capaz de distinguir alguno de estos pajarillos entre el ramaje.

Pero amigos, lo peor estaba por llegar: cuando alcancé la zona de los tejos milenarios perdí la cabeza por completo. No sé si sería el especial color que toma la luz entre sus hojas, la sensación de majestuosidad que desprenden los ejemplares más ancianos, las mil tonalidades que pueden alcanzar el verde y el bronce. No pude resistir la tentación de acariciar la textura pulida de sus nudos, abrazarme a sus troncos. Tal vez no fue más que la música cantarina de los regatos, que causara en mí el mismo efecto que el canto de las sirenas homéricas. Olvidé mi cámara, mis libros y mi grabadora. Estaba en un bosque de cuento de hadas donde yo era el príncipe protagonista, no había ni ogros ni brujas y el lobo bueno ayudaba a Caperucita a encontrar la casa de su anciana abuela. Por allí pasaron Pulgarcito y el Gato con botas, Blancanieves me aceptó una cita y los siete enanitos me parecieron gente en extremo agradable. Me despedí de Asurancetúrix, que recogía bayas por allí, y bajé hacia el pueblo. Eso sí, no pude ver ningún duende, aunque me dijeron que no andaban lejos.

Entré en el bar estupefacto. El camarero, al ver mi estado, me pregunto qué sucedía y se lo conté con pelos y señales.


-Ah, profesor –me dijo- Ha caído usted bajo el hechizo del Tejedelo. Y eso no tiene cura.
Y así fue. Desde entonces no puedo resistir la tentación de volver al Bosque. Lo he visitado en todo tiempo y estación y siempre, siempre causa en mí el mismo efecto. No tengo remedio.



Más, aquí
Profesor Von Patto
Universidad de Disneylandia.

Las últimas tres fotos son (c) de Tere y Mario, con quienes estoy enfadado porque este año han decidido irse a no se qué paradisíaca isla en vez de venir aquí, a que les explote.


25 comentarios:

  1. Este bosque atrapa, cuanta belleza repartida.

    Y no te enfades hombre, también necesitarán un respiro.

    Un abrazo

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  2. Monsieur, es que usted ya nacio bajo el influjo del tejedelo. No es algo que se adquiera, es un don concedido por las hadas, y usted lo tiene. Otros en el mismo lugar no hubieran visto nada. Quiero decir nada de eso. Y no lo veran nunca en ninguna parte.
    A usted le ha sido dado un don precioso, y hace muy bien en aprovecharlo. Es un enorme pedazo de felicidad que nunca le podran arrebatar.

    Bisous

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  3. No puedo quitarme de la cabeza lo de Cervantes Sanabrés...

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  4. Mi querida Arena, tienes razón. El respiro nos vendría bien a todos.
    Abrazos.

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  5. Madame, ha dejado Ud. en este blog un hermoso comentario del que me gustaría ser realmente merecedor. Estoy en deuda con Ud.
    Saludos, madame.
    Pd. Y yo que pensaba que me iba a decir que ya entendía el porqué conocí enseguida el material de los arcos galeses...

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  6. Mucha sal y pimienta, Logio. Aunque ¿y si al fin fuese cierto?.
    Saludos.

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  7. Un bosque de leyenda, verdaderamente. Ummmm, huele a hierba húmeda, a musgo y hojas en descomposición. Aire puro, del que pica, entrando por las fosas nasales (estoy reflejando algo propio del otoño- invierno. Ahora los olores srían diferentes, jeje).

    ¿Cencontraste a algún diuende? Seguro que no, porque ellos son muy precavidos y no se dejan ver por los estúìdos humanos.

    Enhorabuena por tener esas maravillas ahí. Un lujo vivir en esa zona.

    Besos

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  8. Carmen, como tú sabes, los humanos hacemos demasiado ruido andando por los bosques. Seguro que antes que nosotros saliésemos de Requejo, los duendes ya estaban tranquilamente a resguardo.
    Has reseñado otro sentido que a mi se me había pasado. Nos queda el gusto ¿quién se atreve a mordisquear los tejos?
    Jjejejeje
    Besos.

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  9. Totalmente de acuerdo. El tejo fue el árbol más sagrado para los celtas. Sobre todo para los celtas de la Galia y Britania, pero también lo fue en Galicia y Asturias. De hecho, se han conservado hasta nuestros días tradiciones célticas (en Asturias) como la de depositar una ramita de tejo el día de Todos los Santos sobre las tumbas de los difuntos. Probablemente porque debido a la longevidad de este árbol se quisiera representar la inmortalidad con eses gesto.
    No sólo los romanos lo utilizaron para extraer veneno (lo cual es completamente cierto) sino que también los celtas extraían dicho veneno y lo utilizaron en suicidios masivos cuando sus castros fueron tomados por las legiones de Roma.
    Ahora el tejo sigue dando juego pues de él se extrae no sé qué sustancia que se utiliza para fabricar medicamentos anticancerígenos.
    Saludos a todos.
    P.D.: Va a parecer peloteo pero una vez más tengo que decirte que me encantan las fotos.

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  10. Gracias por el apunte, Varo. Y aprovecho para recomendar tu blog a quien aún no lo conozca: http://historiasdevaro.blogspot.com/. Tus últimas entradas de Celtas y Vacceos amplían la información que yo aquí sólo esbozo.
    Por cierto, ¿Las historias son por Publio Quintilio Varo? (devuélveme mis legiones...)
    Saludos.

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  11. parece sacado de Parque Jurásico... impresionante...

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  12. ¡Síiii! En la primera foto le he dado un golpe de zoom para reflejar ensoñación... pero podría entenderse como la mirada de un velociraptor lanzado a la carrera entre los tejos.
    ¡Pobres duendes, entonces! Jejejej
    Saludos, José Luis

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  13. Claro, claro, así que no viste ningún duende ¿no?
    La única explicación es que tú eres uno de ellos. Seguro.
    Porque en esa maravilla de bosque no es posible que no esté plagado de seres feéricos de todo tipo.
    ¡Qué maravilla!
    Y, aunque me repita, ...¡qué fotos!

    Un abrazo.

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  14. Amigo Enrique: mas que feérico, mi chica dice que me estoy poniendo esférico; y ya sabes quien suele tener razón.
    Abrazos.

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  15. Ayy parece un bosque de cuentos..
    decime que encontraste algun duende en el camino, a mi tambien me gustaria encontrar, pero que sean buenos.
    Son preciosas las fotos
    te tengo entre mis favoritos, espero que vos tambien a mi.
    Besos
    Meli

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  16. Dificil escribir un comentario a la altura de tan magnífica demostración, no solo de buen hacer fotográfico sino de sensibilidad, curiosidad científica y pasíon.
    Yo, que soy tan urbana y que me cuesta distinguir un teixo de un carballo,me he quedado pasmada ante tanta magia y tanta belleza.
    Seguro que los feéricos del lugar están aún en estado de euforia,preguntándose que día pondrán en la tele el reportaje que les han hecho jeje.
    Un abrazo y felicidades.

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  17. Meli, todos los duendes del Tejedelo son de los buenos, no lo dudes. Esquivos, pero buenos.
    Saludos y claro que te sigo.

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  18. Hola, Calenda. Tenemos amigas comunes y visito tu blog asiduamente. Me alegro que te haya gustado la entrada. Ahora, a salir de la ciudad y conocerlo en vivo.
    Esperemos que el reportaje de los duendes no le pongan en "Aquí hay tomate"! Jjejejej.
    Saludos.

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  19. Gracias por seguirme y si bien no sigo a nadie te leo tus maravillosos textos
    Te espero....

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  20. Gracias por la visita, Recomenzar. Cuando sigo un blog no lo hago con la intención que me sigan a mi, solamente porque me interesa. Hay incluso algunos blogs que visito asiduamente, sin seguir y sin dejar comentarios, porque no me veo capaz de aportar nada de provecho.
    Saludos.

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  21. Has dado tantos pelos y señales que, al leerlo, he creído sentir esa sensación que describes. Sí que me gustaría experimentar como ese bosque me atrapa. Debe de ser una pasada!!

    Feliz domingo.

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  22. Gracias por la visita, Emperador. Espero darle un vistazo más en profundidad a tus blogs, que tienen muy buena pinta.
    Saludos.

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  23. ¡Todo es lanzarse, Pepa!
    Saludos.

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  24. YO HE TENIDO LA SUERTE DE ENCONTRARME EN EL MISMO LUGAR QUE TU, Y A DIA DE HOY TODAVIA NO HE DESARROLLADO PLENAMENTE LA LECCION DE SILENCIO QUE RECIBI EN ESE ENTORNO.SENCILLAMENTE MAGNIFICO, TAMBIEN POR LA COMPAÑIA QUE LLEVABA.

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  25. Es un bosque espectacular, Anónimo. Lo que yo pueda mostrar o contar no es comparable, como bien dices, a lo que allí se siente.
    Saludos.

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