21 nov 2009

Jaculatoria para días de Tormenta


 

San Bartolomé bendito
había perdido el “Don”,
cuando buscándolo andaba
se encontró con el Señor:
San Bartolomé bendito,
¿Qué andas buscando?
El “Don”, Señor,
y el Señor le respondió:
Donde el nombre de San Bartolomé bendito se nombrado
no caerán centellas ni rayos,
ni adultos ni niños morirán de espanto.


(Jaculatoria a San Bartolomé para protegerse de las tormentas)




 

Hoy, 21 de noviembre, agricultores y ganaderos de toda España abandonan sus quehaceres para marchar sobre las ciudades. El campo está arruinado. El mundo rural se muere. Parece que hace demasiado tiempo que ha perdido su "don". He visto a sus portavoces en los medios cantando las verdades del barquero: el campo representa más del 90% del territorio nacional, pero pocos votos. Humillado, despreciado y olvidado, tiene sin embargo un enorme potencial en tiempos como éste. Un humilde consejo: reducid en lo posible la distancia entre vuestros productos y el consumidor final: todos saldremos ganando. Ojalá estos pequeños pasos sirvan para crear una conciencia de unidad y autoafirmación. Es el único camino que tenemos para que el mundo rural sea realmente una opción de futuro.



He pasado unos días en una gran ciudad. No es mi intención el largar un discuro neo hippie o nueva era o neo lo que sea, pero me reafirmo: no están hechas a la medida del hombre, sino del negocio. Anulan su humanidad y rompen la comunicación con sus orígenes. ¿Esto es lo que nos ofrecen? Gracias, pero yo me bajo.



Fotos: Imaginería en Cubo de Benavente, Ferreras de Arriba, Molezuelas de la Carballeda y Sandín

20 comentarios:

  1. Sí, es una pena!! El campo se muere y la huerta también aunque, es más correcto decir que, tanto al campo como a la huerta, los están matando. Ellos solos no se mueren.

    La oración de San Bartolomé se la enseñaré a mi suegra que le tiene pánico a las tormentas :)

    Buen día, caballero.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. ¡Por supuesto que el campo (y la huerta, que también incluyo) no se muere solo! Llevan mucho tiempo matándolo, por activa y por pasiva.
    Pero yo soy optimista: las cosas tienen que cambiar, depende de todos nosotros.
    Feliz sábado y un abrazo, Pepa.

    ResponderEliminar
  3. Todo es cíclico y yo tengo la esperanza de que el campo resurgirá de un modo natural como punto de fuga a la asfixia de la ciudad. Desde niña soñé con ese volver a empezar e incluso fantaseaba con una vida en Cional, el oído pegado a la tierra...algo parecido sin duda a lo que escuchas tú cada mañana (qué fortuna!). Yo que vivo en la ciudad busco secretos rincones donde el ruido cese un instante. Pero aquí no se escuchan los insectos...Un abrazo y bienvenido

    ResponderEliminar
  4. Yo vivo a 20 minutos de la ciudad, y creéme que pasan meses y ni me acerco si no es por algo urgente,no la echo de menos para nada, cuando voy me altera, y cuando vuelvo me traigo dolor de cabeza, yo también me bajo, cada vez la aguanto menos,por aquí la huerta está desapareciendo a pasos agigantados,en su lugar han edificado a si que yo en este tema no soy nada optimista, hace años que no veo mariposas ni saltamontes solo mosquitos y cada vez más grandes.No nos que da otra que pensar en el optimismo mejorando lo presente.

    Un abrazo Xibeliuss

    ResponderEliminar
  5. Monsieur, que bonita la jaculatoria!
    Me la apunto.
    Y tiene usted mucha razon con eso de que el campo da pocos votos. Al final la cosa se reduce a eso: donde hay pocos votantes toca fastidiarse. Y la verdad que acabará por ser un suicidio colectivo, porque el mundo no podra sostenerse sin su base.

    Feliz fin de semana, monsieur

    Bisous

    ResponderEliminar
  6. AL campo, se le despreció, se le privó de los servicios y medios básicos, alguién hace ya años les cambió ayudas por producción, la economía agraria se volvió virtual y ahora que escasean y escasearán las ayudas no se aguanta.

    Para más INRI, ahora al campo se le asfixia con un paternal intento de protegerle y disecarle para deleite de visitantes de fin de semana.

    No tiene arreglo, ni vuelta atrás, pero el espíritu animal del campo seguirá ahí, quiza ahora agazapado, esperando su oportunidad...

    ResponderEliminar
  7. Así que la casa de tu familia en Cional es la del poyo en la entrada... Precioso pueblo ¡con playa y todo en el centro del reino leonés! Sí, es posible que la vuelta al campo sea algo natural que caerá por su propio peso.
    Un abrazo, alicia.

    ResponderEliminar
  8. Arena, quizás el campo cercano a las ciudades sea el que más complicado lo tiene: el asfalto y el ladrillo son demasiado poderosos. Las ciudades también tienen su encanto, pero (sin falsa nostalgia) creo que la están perdiendo por su propia masificación.
    Un fuerte abrazo, Arena.
    ¿Qué tal sigues con tu gripe?

    ResponderEliminar
  9. Madame, usted lo ha expresado mejor que yo: el dar la espalda al campo es un suicidio colectivo.
    Feliz Sábado.

    ResponderEliminar
  10. Muy interesante comentario, Amio. Pones el dedo en la llaga en varios puntos sensibles. La política agraria de ayudas ha sido nefasta, pero el problema viene incluso de antes: de cuando en vez de planificar un campo productivo se convenció a nuestros padres que el único futuro posible estaba en las ciudades. No sé en otros lugares, pero en mi tierra muchas de las ayudas solo han favorecido a terratenientes especuladores (el lino!) y creado más especulación en las propias ciudades (los llamados pisos PAC, no sé si os suenan)
    Y en cuanto al turismo rural, tienes toda la razón: no se trata de llevar a la gente a espacios museísticos donde no sólo la naturaleza se diseca ¡sino que se intenta paralizar todo atisbo de desarrollo en el medio rural! No es eso, esa no era la idea inicial. El turismo rural no puede convertirse en el monocultivo, sino ser una actividad más dentro de una economía en desarrollo y servir como puente entre el campo y la ciudad. Los museos, en general, muestran el pasado; yo sigo pensando que el mundo rural es futuro.
    Dices que lo que se ha hecho no tiene arreglo ni vuelta atrás: me quedo con la última frase: su espíritu animal sacará el mundo rural hacia adelante.
    Espero que podamos verlo.
    Saludos, Amio.

    ResponderEliminar
  11. Estoy un poco mejor, la cosa va despacio.
    Gracias y otro abrazo

    ResponderEliminar
  12. Me gusta como fotoreportaje, me parece acertado, aunque siempre me parecieron inquietantes todo este tipo de iconografias religiosas
    saludos

    ResponderEliminar
  13. ¡Son muy inquietantes! Es más: algunas dan verdadero mal rollo. La iglesia de Molezuelas tiene algunas pinturas en el artesonado que parecen obra de un Tim Burton de mal viaje!
    Saludos, cuentosbrujos

    ResponderEliminar
  14. Yo viví mucho tiempo en una de las ciudades más grandes de este país y acabé huyendo de ella.
    La quiero, porque es hermosa y fuerte, pero no creo que vuelva a vivir en ella. Quiero paz y tranquilidad. Y una buena tormenta al lado del calor de una chimenea. (Tendré a mano la jaculatoria por si acaso).
    Besos!

    ResponderEliminar
  15. Y lo peor es que a la inmensa mayoría del mundo, de la sociedad, que el campo se muera (o los ríos, o los montes, o lo mares...)le importa un huevo. Como mucho unas palabras de aliento al hablar del tema, pero luego, ¿qué hacemos para que eso no ocurra? NADA, no hacemos nada, encima no nos importa, solo nos importan las chorrasnoticias de la telebasura.

    A San Bartolo, patrón de borrachos y casualmente de mi pueblo, Folgoso, lo sacamos siempre de procesión el 24 de agosto. Cada vez que venía una tormenta de verano y nos joringaba la fiesta dejamos a tito Bartolo en el bar mirando hacía la pared, castigado. El genio de las gentes de estas tierras lo sufren hasta los santos...

    Un saludo

    ResponderEliminar
  16. Yo también, Carolina. Y no sabes como bendigo el día que salí. Yo también le tengo cariño, pero veo muy difícil que algún día pueda vivir en una ciudad tan grande.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  17. Así es, Alfonso: la noticia del día que mañana (hoy) será olvidada. Dependemos de nosotros mismos.
    Muy buena la anécdota de Bartolo: si hay un día de fiesta al año, en su honor, y no se preocupa por que las cosas salgan bien ¡se merece el castigo!
    Saludos.

    ResponderEliminar
  18. Yo conocía el poder tormentoso de Santa Bárbara pero desconocía el de San Bartolomé... Mi abuela tenía lo que en la familia llamábamos el "Cristo de las tormentas" un crucifijo que guardaba en el cajón de la cocina y que sacaba cuando había "nube" y le ponía una "lamparilla"...

    ResponderEliminar
  19. Nos sorprendería comprobar la antiguedad de los sortilegios contra las tormentas.
    La pobre Santa Barbara debe estar muy ocupada cuando truena, es posible que Bartolomé esté más accesible.
    Saludos, José Luis

    ResponderEliminar
  20. Pero, ¿ante las tormentas uno no se encomienda a Santa Bárbara?

    En otro orden de cosas, estoy contigo. Prefiero el campo, su puereza y la de sus gentes, el saber popular (que se pierde a pasos agigantados). Me encanta escuchar los rostros arrugados hablar de las faenas del campo, de la matanza, de las recetas del queso, de la elaboración de las cestas de mimbre y de la influencia de la luna en las cosechas.

    Un beso

    ResponderEliminar

Siéntase libre de comentar si es su deseo.
Las aportaciones son siempre bienvenidas, en ningún caso obligatorias.
Gracias