Y así, oh, príncipe, fue como una mañana de primavera Modesto despidiose de su esposa y de sus hijitas pequeñas y tomó el camino que viene de Zaragoza y hasta la Galicia llega. Llevaba el hombre de presupuestos y de cábalas la cabeza llena, por mucho que debatiera necesitaba esas monedas: quisiera el Dios de los cielos que, con la semilla nueva, la próxima cosecha fuera de las buenas; así pagaría sus deudas y hasta de comer hubiera. Y en éstas pasó la Alcobilla y ni miró sus castaños romanos, dejó atrás el puente de Trefacio sin reparar en su ciencia, ni vio en las orillas del Lago a los monjes pescar cuantas truchas quisieran. Le cogió la noche ya en las cuestas de Sotillo y hasta se levantó una cervisca de principios de primavera. Cayó entonces en la cuenta de cuándo dejó atrás la última venta y que en el camino que llevaba no encontraría cobijo durante la noche entera. Estaba ya por volver sobre sus pasos cuando en el recodo de una quebrada divisó una luz: en medio de la llovizna le pareció la más bella que jamás viera. Se acercó con cautela. Era una casa nueva, de piedra humilde pero muy bien puesta, de pizarra gruesa y humeante chimenea; el resplandor en los ventanucos era invitación cierta. “La Venta del Ánima Perdida” rezaba un letrero en el dintel de la puerta. “Será nueva” - pensó Modesto, que nunca antes oyó hablar de ella. Al ir a picar, le abrieron.
“Entrad, caminante, entrad si es vuesa voluntad. Tengo buen fuego y comida y la noche afuera se anuncia fría” El ventero era un hombre de corta talla y grande barriga y en su cara la sonrisa mucho era lo que prometía. Modesto se sintió realmente agradecido de tan cordial bienvenida. “Amigo, hoy sois sin duda la salvación mía” - le dijo. “No pensaba que en la sierra tan arriba una venta nueva habría. Mas debo decir, buen posadero, que poco dinero es el que traigo en la cesta: cenar quiero, pero sin gastar mucho dinero” “Decidme vuesa merced qué os puede apetecer” “Pues tal vez de caldo una escudilla, o unos huevos de gallina fritos al amor de esa lumbre danzarina” Díjole el posadero: “Unos huevos fritos en buena manteca fresca no subirán demasiado vuestra cuenta”.
Y así, mi señor, Modesto comió los huevos en un escaño junto al fuego. El posadero revisaba legajos a la luz de uno de los varios candiles encendidos y no le dio más conversación. Parecían estar solos los dos. Modesto reparó en que la casa se veía limpia, ordenada; con muchas luces y muebles de castaño labrado con cuidado, hasta trébedes y morillos de hierro bien torneado. Preguntose para sus adentros si un negocio así en la sierra daría buen rendimiento. Al poco, satisfecho, terminó su cena y antes de buscar el jergón quiso saldar la cuenta. “Dormid y no penéis, caminante: tengo aquí tarea y pasaré la noche en vela. A la mañana, por seguro, me daréis la paga entera”
Y llegó el alba, engalanada por miriadas de diminutas perlas que la lluvia prendió en la yerba antes de su retirada. Ya el sol en los ventanucos guiñaba, ya Modesto con agua fría se aseaba, acercose el posadero a pedirle su soldada: “Éste es el precio fijado por el servicio prestado” y hasta la mesa crujió bajo el montón de papeles que allí posó. Modesto miró al posadero, miró los legajos, miró la suma que allí ponía: el color de la cara se le iba y se le venía. “Todo esto... ¿por vuestro cobijo y haber cenado dos huevos fritos?” “Todo está escrito” - el otro chascó la lengua - “¿No ha oído usted, buen caminante, de lo que vienen llamando lucro cesante?”
“De dos huevos que cenaste, dos pollas me mataste. De dos pollas, centenares de huevos. De centenares de huevos, docenas de gallinas. De docenas de gallinas, miles de huevos. De miles de huevos, centenares de gallinas. Y así, sin límite alguno. Pero pudiera ser que con los beneficios de los huevos y las gallinas quisiera comprar tierras y luego venderlas; o mejor: ponerlas en renta. Y así tendría cosechas y de cosechas, beneficios, y de beneficios, más tierras... Y así, sin límite alguno. Mas os tengo en buena estima y estaréis de acuerdo conmigo en que éste que os presento es precio para un amigo” “Pero...¡Yo no tengo tanto dinero!” “¡Oh, maldito sea tanto quiero y no puedo! ¿Habéis gastado por encima de lo ganado? Pues ya veréis, caballerete, como esto la guardia lo soluciona en un periquete”
Y Modesto contempló, abrumado por el terror, como el que anoche semejaba un amable barrigón, se convertía de pronto en un lobo sin control. Cogiole por los cabellos, por el suelo lo arrastró, encerrole en un zaguán y grandes candados le echó. Siete días con sus noches Modesto encerrado está hasta que la Hermandad de la guardia por allí le dio en pasar.
Cuando hallan al prisionero
aflojan la su bolsa, lo primero,
y es al maldito posadero
a quien entregan el dinero
aflojan la su bolsa, lo primero,
y es al maldito posadero
a quien entregan el dinero
“Esto es un pago a cuenta de lo que queda por saldar” Levantan acta los guardias, le dicen que del juzgado pronto lo van a citar y, después de reírse en su cara, lo dejan continuar.
(continuará)
Caballete en un periquete, jjjjjjjjjjjj
ResponderEliminarComo no entiendo de negocios, esperaré a ver como se resuelve la injusticia
ResponderEliminarAmigo Xibelius, esto tiene una gran semejanza a lo que sucede en la actualidad.
ResponderEliminarEstoy impaciente por seguir el relato.
Excelente la forma de relatarlo.
Un abrazo amigo.
Otro estupendo relato, y van.....,
ResponderEliminarLo de la husmia, es de nota. Recuerdo oir la palabra en mi niñez, gracias por recordármela.
Unha aperta.
Precioso relato que me ha tenido entretenido un buen rato, no esperaba que acabara así, pero la realidad es así de injusta y si no que se lo pregunten a los desahuciados que han dejado sin vivienda y que tienen que seguir pagando la deuda. La realidad es mucho más cruda.
ResponderEliminarUn cordial saludo Xibelius
:) Esto de la rima, Logio....
ResponderEliminarJuno, ya veo que como cuentista no te fias de mi...
ResponderEliminarHaces bien en esperar.
Abrazos
Gracias, Wersi: estate atenta al final, que seguro que te sorprende :)
ResponderEliminarAbrazos
Xabres, aquí en la "Sanabria Central" la lengua está casi desaparecida, pero hay palabras que resisten aunque se cambien un poco: Mi padre usaba Husmia como, digamos, ansia dolosa, mal intencionada. Ahora se usa más para identificar al que la tiene: "éste tipo es un husmia"
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Juan Antonio: pero, no, no ha acabado. Tenemos que saber algo más de Modesto.
ResponderEliminarSaludos
Se agradece tu nuevo relato,es precioso,espero la resolucion con ganas.
ResponderEliminarMuy bueno,un abrazo
Hola Xibeliuss.
ResponderEliminar¡Como los echaba de menos!.
Menos mal que no pidio chorizo...
Un abrazo.
Cuando divise en el blog rol tu nueva entrada con el parentesis en 1 me alegre enormemente con tu vuelta a estos relatos por los cuales te he conocido .
ResponderEliminarBrillante e inquietante a la ves ,hay que llevar a cuestas deudas y buscar usureros en rodeos ajenos como Modesto
Esperaremos la continuacion mi estimado
Un abrazo hasta Sanabria
Dios... Modesto somos todos, Xibeliuss, así que espero que nos saques de esta ;)
ResponderEliminarUn beso agradecido :)
guau! Que magnifico relato, y encima en verso y todo, con las andanzas del que necesitado de fondos se encuentra con usurero en el camino que lo expolia mas. Ademas del magnifico relato, la versificacion, las metaforas como las de las gotas de lluvia, la comida (¿soy la unica del Blog Action Day?) y la cuenta, magnificamente tratadas las imagenes a formato dibujo en blanco y negro. Mi camara las toma directamente asi, pero no es tan bueno el resultado, evidentemente para algo se hicieron los programas estos y sobre todo, como saber usarlos.
ResponderEliminarEsperamos con ansias la segunda parte.
Pobre Modesto. Espero lo saques del apuro. Armas para lograrlo, tus letras, tienes, y buenas. Un abrazo.
ResponderEliminarEl nombre de la posada ya es para pensarselo,de allí saldrá sin camisa y sin alma seguro; Sanabria tiene muchas historias de noches tenebrosas.Algunas incluso reales.Quedo impaciente por saber el final de esta.
ResponderEliminarEste es el tipo de "historias" que se debe contar a la luz de la lumbre en una noche de invierno, con una buena ventisca fuera y el ulular del viento... aun así y todo... misterio, temor,penumbras en la mente y... ME HA ENCANTADO, NO ASÍ LA MALDITA REALIDAD DE LOS NEGOCIOS... ESPERARÉ EL DESENLACE!!!
ResponderEliminarEsto pone muy mala pinta Xibeliuss, que el final, como en los cuentos, no acabe como en la realidad, que sea más feliz. Delicioso. Un abrazo
ResponderEliminarVaya cuento más bien narrado, no falta ni un detalle, con con aspecto de relato antiguo pero pegado a la actualidad. ¿Saldrá Modesto del apuro? Si el cuento es realista no podrá, pero...
ResponderEliminarUn abrazo.
¿seguro que era una posada donde pernoctó el buen Modesto?
ResponderEliminar¿no sería acaso un banco de los que Don Botín tan bien ha dispuesto?
Gracias, José Manuel: No tardará mucho, ya verás.
ResponderEliminarAbrazos
Jjejejeje Fosi, no quiero ni imaginármelo. ¡Todavía estaría el ventero con su cuento de la lechera particular!
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno, Luther: ésta no va a ser muy larga, acaba en la próxima entrega. Siempre es un placer ser tan bien recibido!
ResponderEliminarAbrazos, amigo
¡Ay, alma! ¡Mucho cargas sobre mis espaldas!
ResponderEliminarVeremos, veremos. Y pronto, además.
Un fuerte abrazo
Gracias, Alejandra. Trato de reproducir la literatura oral de mi comarca, no usaban exactamente el verso pero sí la rima - yo creo que en gran parte como ayuda mnemotécnica para no desvirtuar el cuento. A mi me resulta complicado leerlo en silencio, pero si lo haces en voz alta cobra todo el sentido.
ResponderEliminar¡Abrazos!
Me enteré de la convocatoria al leer tu blog... y ya era tarde para sumarme.
jejejeje Dlt, te digo lo que a Alma: ¡Menudo trabajo me ponéis!
ResponderEliminarEl desenlace, muy pronto.
Abrazos
Sí que las tiene, Inés. Y las reales a veces son más espeluznantes que las ficiticias.
ResponderEliminarAbrazos
¡Hola, Tanxilde! Eso es justo lo que trataba de reproducir: más que escrito, un cuento contado junto al fuego, quizás mientras se asan las castañas.
ResponderEliminarUn abrazo
:) Veremos, veremos, Marce. Y sin tardar.
ResponderEliminarAbrazos
Valverde, en realidad se mezcla una historia tradicional sanabresa (El Diablo Defensor) con mi "adaptación" libre.
ResponderEliminarIgual se puede salir, hombre :)
Abrazos
:D
ResponderEliminarNo sería de extrañar, José Luis...
Saludos
Muy clásico vos percibo, amable posadero, bien creo entender lo que tratáis de contar. Mejor fábula que ésta no sé si la habrá porque, en los tiempos que corren, en el clavo de lleno da. De otras bocas y con otras palabras la hube conocido ya, mas debo decir que por mucho que lo intento, no recuerdo el final. Así que, de momento, en ascuas me quedo cortés posadero, aguardando su versión peculiar del terminar desta historia verdadera que huele a sanabresa pero es universal.
ResponderEliminarEsperaré el final, ¡que remedio! pero me da a mi que Modesto va a resolver el problema de forma bastante astuta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Xibelius, que familiar me suena toda esta historia, casi cada día pasan cosas de éstas.
ResponderEliminarHay que joderse con el posadero.
Un abrazo
Jjajajajaja Calla, Josean, que cuando la estaba escribiendo me salía rima hasta para contestar correos... Seguro que alguna vez has oído el cuento original; aún así tendrás que aguardar mi fina... Ups, que ya verás cómo lo termino yo, vaya.
ResponderEliminarAbrazos
Esto se llama recuperación de la literatura de tradición oral, y lo demás...es cuento.
ResponderEliminarNo sé si te basas en una leyenda local o algo similar, o, por el contrario, has hecho derroche de una trabajada y rica imaginación, pero en cualquier caso, merece un aplauso el estilo con que has narrado, totalmente similar al empleado en la tradición oral. Incluso no has olvidado la moraleja, el "exemplo", que, aunque no aparece, ya se intuye teniendo en cuenta el desarrollo del relato.
Sinceramente, bravo, querido Xibeliuss.
Un abrazo.
PD: esos dibujos al carboncillo entiendo que son tuyos...¿me confundo? (otro aplauso).
Tienes razón, Tejón: ¡Qué remedio! Siempre me quedo con la duda de si hacer una entrada (demasiado) larga o dividirla. En cualquier caso, la continuación ya mismo.
ResponderEliminarAbrazos
Abilio, debe ser la mano oculta de los mercados:)
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Marisa: el andamio de la historia es un cuento tradicional sanabrés, yo sólo lo he vestido con ropajes nuevos. Sí, veo muy importante las labores de conservación "tal cual era" (los trabajos de Luis Cortés Vazquez, Joaquín Díaz) pero también utilizar la tradición como materia viva. Y creo que además siempre ha sido así: entre los que contaban los cuentos estaban los que lo hacían al pie de la letra y los que siempre añadían algo de su cosecha.
ResponderEliminarNo, no son dibujos: son fotografías tratadas. Me ha parecido que cuadraban perfectamente con la historia, casi como los viejos grabados de los libros.
Un fuerte abrazo, Marisa