(...cada uno cómo y cuánto pueda)
felices fiestas y hasta el año que viene
Calvin & Hobbes, de Bill Waterson
"Al otro lado del lago está la segunda aldea: Ribadelago. Aquí, los aldeanos no tienen que pagar el foro, pero no por ello pasan menos hambre. Aquí, hay todavía menos tierra. Unos diminutos sembrados de patatas, que tal parecen huertos de juguete. Los moradores de estas aldeas comen patatas y habas. Procuran comer con medida, para no excederse. Cabañas como gallineros, barracones oscuros sin ventanas. Rara vez encienden los candiles. El aceite resultaría demasiado caro. En cada guarida de éstas, viven seis, ocho, diez personas. Enfermos, ancianos, niños; todos revueltos. Antes había una escuela. Luego, trasladaron al maestro y se olvidaron de mandar otro. Y no notan su falta, pues es difícil tener ganas de estudiar con el estómago vacío.
En toda la aldea no hay más que una casa con chimenea, ventanas y hasta visillos en las ventanas. En esta casa vive el administrador de la señora de V... Sobre esta señora se podrían componer versos. Antaño, el poeta le hubiese cantado: “¡Hermosa eres, poderosa y rica...!”. Yo no sé si la señora de V... es hermosa. Sólo sé que es poderosa y rica. Es propietaria de varias casas de la Gran Vía de Madrid. También le pertenecen las aguas del lago de San Martín de Castañeda. Estas aguas, suavemente plateadas, que despiertan los sentimientos líricos y que, además, son ricas en pescado. La tierra no es de la señora de V... A ella sólo le pertenece el agua. Cuando el agua sube de nivel, crecen sus dominios. Es un rompecabezas jurídico, complicadísimo. Pero el abogado, que es casualmente el mismo caballero a quien los aldeanos del pueblo vecino pagan el foro, sabe desenredar muy listamente estas sutilezas. A la señora de V... le pertenece el agua con todos sus peces. El pescado del lago es excelente: magníficas truchas. Pero la señora de V... no puede hacer nada con estas truchas. Los portes hasta Madrid son demasiado caros. Y la señora de V... puede pasarse perfectamente sin este pescado, pues un solo piso de uno de sus rascacielos madrileños le rinde mucho más que todo este poético lago.
El administrador de la señora de V... pesca las truchas. A veces, las vende en Zamora o en los pueblos de los alrededores. Vende las truchas al abogado. Las que puede, se las come él mismo. Pero en el lago hay mucho pescado y los peces pueden pasearse a sus anchas, sin temor a nadie. El administrador del lago se construyó un precioso hotelito. Se convirtió en el cacique del pueblo. Fue hasta alcalde. Vive espléndidamente. Sus derechos están defendidos por los guardas. Los guardas tienen escopetas. Si un aldeano, muerto de hambre, se atreve a pescar de noche, le amenaza con una multa o con la cárcel. En España, a veces, saben hacer cumplir las leyes... Los aldeanos hambrientos pueden contemplar el lago, admirar las truchas azuladas y asalmonadas, admirarlas y conmoverse. Así pintaban el infierno los pintores de la primera época del Renacimiento. No falta detalle. Los pescadores se retuercen hambrientos y desesperados, mientras el diablo está sentado plácidamente en su casita, detrás de los visillos. Esta mañana llegó a la aldea un médico de Zamora. Es un hombre bueno y candoroso. Asiste gratuitamente a los aldeanos y hasta les ayuda de su bolsillo con cuanto puede. Antes, hacía propaganda aquí para la República. Creía firmemente que la República no se limitaría a trasladar al señor Alcalá Zamora de la cárcel al palacio real, sino que daría también de comer a los campesinos de Ribadelago. Una mujer alta, rodeada de críos, le para en la calle. Tiene el rostro afilado por el hambre y los sufrimientos.—¿Cómo es, don Francisco —le pregunta la mujeruca al médico—, que la República no ha llegado todavía hasta nosotros?
La ironía española es siempre seria. La ironía literaria del Arcipreste de Hita, de Cervantes, no se diferencia gran cosa de la ironía de cualquier aldeano. Don Francisco calla. Después de todo, ¿qué va a contestar? ¿Que la República es muy comodona? ¿Que le asusta el viaje burro? ¿O confesar que hace tiempo que la República llegó a estos lugares, pero que se detuvo en casa del administrador de la señora de V...[Villachica, Victoriana de], que tutea al abogado de Sanabria, que entiende mucho de foros y de truchas y que no es sólo una República, una República como otra cualquiera, sino una República de trabajadores...?”Ilya Erhenburg: España, República de Trabajadores. 1932
Fidel, alcalde pedáneo de Ribadelago en 1959 |
"El personaje de San Manuel Bueno martir fue sacado de un cura de Santa Cruz de Abranes, llamado Manuel Rodríguez Fernández. Unamuno estuvo en ese pueblo y conversó largamente con ese señor, cuyas creencias, problemas y contradiciones están vivamente reflejadas en la novela. El cura era tio abuelo de mi madre, quien fue testigo de esas conversaciones y falleció en San Román, de donde era oriundo, hacia el año 1951"¿Qué les parece? ¿Cambiaría nuestra percepción de la novela el saber que Don Manuel pudo ser un personaje real?
“La combinación de rosa y gris siempre nos conmueve. Acaso no sea más que un capricho del ojo. Acaso una interpretación subconsciente de lo que llamamos “vida”. El lago es ahora de un gris pálido, los montes de un rosa tierno. Esta región parece creada para las expansiones líricas. Aquí, la lengua española, viril y dura, se reblandece. Aquí puede hablarse de amor, sin espantar a los pájaros y al silencio con las ásperas consonantes. Aquí, las mozas cantan fados tristes y suaves. Más allá de aquella montaña, es ya Galicia, con su verdor lavado por las lluvias y sus pastores predispuestos a la poesía. Las orillas del lago están silenciosas y deshabitadas. La vista distingue, con alguna dificultad, algunas cabañas sobre los collados. En el lago pululan peces, sobre el lago revolotean pájaros. Así solían pintar el paraíso los primeros renacentistas. Sólo faltan las rizadas ovejas y los justos. No cabe duda, aquí la gente tiene que ser feliz. Por aquí pasó Unamuno. Escribió unas estrofas inspiradas. El camino llega hasta el lago. Una posada, tortilla y truchas del lago. Un álbum para los visitantes. Una cosa intermedia entre un balneario y el edén. La carretera transitable no pasa de aquí. Una senda, un burro. Dos aldeas: San Martín de Castañeda y Ribadelago. Nadie va hasta ellas. ¿Para qué van a ir? Allí no hay nada que comprar, ni nada que vender. Un rincón pintoresco y la miseria maldita. Y en España ni una cosa ni otra son excepcionales.
Sin embargo. San Martín puede vanagloriarse de sus bellezas artísticas. Entre las míseras cabañas se levantan las ruinas de un convento. Columnas románicas... Un nicho... Un ventanal... Hace cien años que los sabios monjes abandonaron el convento. Se dieron cuenta de que el hombre no puede vivir sólo de lo bello y se trasladaron a lugares menos poéticos, pero más lucrativos. Los aldeanos no se marcharon. Los aldeanos se quedaron al lado de las ruinas románicas. Pero el monasterio no dejó solamente el rastro de las piedras inofensivas. Dejó también la vieja maldición: el foro. Antiguamente los aldeanos pagaban todos los años un tributo al convento. Los frailes, al mudarse, vendieron este derecho a un señor completamente mundano. Ni más ni menos que se venden los muebles en una mudanza. Los frailes vendieron el foro, es decir, el derecho a desvalijar anualmente a los aldeanos. Esto sucedía en el año 1845. Han pasado casi cien años.
Muy lejos de aquí, en Madrid, se sucedieron los gobiernos y cambiaron los colores de la bandera. Vino la Primera República. Subieron al poder los liberales; tras ellos, los conservadores. En las elecciones, salían triunfantes los distintos partidos. Algunos osados tiraban bombas. Algunos valientes se sometían al suplicio de la horca. El rey distribuía concesiones a los americanos. El rey hacía viajes a San Sebastián, el rey se divertía...
Luego, destronaron al rey. El señor Alcalá Zamora pasó unos días en la cárcel. El señor Alcalá Zamora se instaló en el palacio de Oriente. Pero todo esto pasaba muy lejos de aquí, en Madrid. Para venir de Madrid hasta aquí, hay que montar primero en un rápido hasta Medina del Campo; luego, en un correo hasta Zamora; luego, en autobús hasta Puebla de Sanabria; luego, en coche de mulas hasta el lago; luego, en burro, si es que lo hay... ¡Qué lejos está Madrid de esta aldeíta! Aquí, no ha cambiado nada. El agua del lago sigue poniéndose gris y las montañas de color de rosa, igual que antes, en los atardeceres. Las mozas siguen cantando canciones tristes igual que antes, e igual que antes los aldeanos mandan todos los años a un caballero desconocido, a un fantasma, el foro, o hablando más claramente: dos mil quinientas pesetas.
Los aldeanos tienen muy poca tierra: un puñado de tierra, que no es siquiera tierra, sino “tierriña”. ¿Qué sacarán de ella? Trescientos treinta habitantes tiene la aldea. Corno en todas las aldeas, un sinfín de críos. Aquí, la miseria engendra con la terquedad de los fatalistas resignados. Niños hambrientos. En vez de casas, establos negros, ahumados. Se resiste uno a creer que la gente pueda vivir así toda la vida. ¿Serán fugitivos, víctimas de un incendio? No; son sencillamente españoles contribuyentes. Jamás viene nadie en su socorro. Y año tras año, tienen que entregar a un caballero lejano y desconocido todo lo que consiguen arrancarle a la tierra avara: dos mil quinientas pesetas. ¡Quinientos duros! Quinientos duros para el caballero fantasmal que heredó de su padre, además de otros bienes, el derecho a seguir cobrando el antiguo foro. El afortunado caballero es abogado. Posee una hermosa casa en la aldea, al lado del convento. No tiene muchos clientes, pero los aldeanos han de pagarle anualmente sus quinientos duros, no porque él los necesite, sino porque conoce bien las leyes y sus derechos... A los ricos no les sobra jamás el dinero. Todos los años reciben los aldeanos el aviso correspondiente. Mandan el dinero. El señor firma el recibo.
En el mes de abril de 1931, los amantes de la libertad proclamaron en Madrid la República. Y no contentos con esto, declararon en la Constitución que España es una “República de trabajadores”. Claro está que, para evitar malas interpretaciones, se apresuraron a aclarar: “Una República de trabajadores de todas clases”. En 1931, lo mismo que en los años anteriores, los campesinos de San Martín pagaron al señor las dos mil quinientas pesetas. Trabajaron todo el año hurgando la tierra estéril. También el señor trabajó lo suyo: al llegar la fecha, se pasó el aviso y firmó el recibo."Ilya Erhenburg: España, República de Trabajadores. 1932
Aprox. 1720 |
¿Años 70? |
Fotos de las excavaciones: Strato S.L.Planos: Ministerio de Cultura. Portal de Archivos EspañolesFotos Noviembre 2012: Xibeliuss
El Sábado 21 del corriente sufrió la pena ordinaria de horca en la Plaza mayor de esta Ciudad Ignacio Ballestero, soltero de edad de 40 años, vecino del Lugar de Palazuelo en la Jurisdicción de Sanabria, y después se le cortó la mano, que ha mandado fijarse en dicho Lugar; por haber asesinado allí en la noche del 28 de Diciembre del año pasado de [17]85 a Domingo Rodríguez, Mercader Gallego, violando las sagradas Leyes del hospedaje: con las circunstancias de que le mató con golpe de hacha, estando dormido; enterró luego el cadáver en su casa, y temiendo después ser descubierto le desenterró, y dividiendo con la misma hacha en dos trozos el cuerpo, los llevó a cuestas sucesivamente a una laguna inmediata, donde los arrojó. En esta causa se ha alabado la conducta y sagacidad del Alcalde Mayor de aquel Partido Don Francisco Xavier de las Torres, que con ella logró que el reo confesase plenamente un delito tan horrible, de que con dificultad se le hubiera convencido por otras pruebas, y que habría quedado sin justo castigo.
Diario Pinciano. Nº 25, del Miércoles 25 de julio de 1787
Joven herida de un hachazo
En Sotillo de Sanabria, Anastasio Rodríguez hirió gravemente a la joven Manolita González, dándole con un hacha en la cabeza. Parece que la causa de la bárbara agresión han sido resentimientos familiares. El agresor ha sido detenido.
El Imparcial. Madrid, 2 de Mayo de 1930
DOCUMENTOSRELACIÓN DE LAS PERSONAS QUE PASARON A ESTA NUEVA ESPAÑA, Y SE HALLARON EN EL DESCUBRIMIENTO, TOMA E CONQUISTA DELLA, ASÍ CON EL MARQUÉS DEL VALLE DON HERNANDO CORTES, COMO CON EL CAPITÁN PANFILO DE NARVÁEZ [...]
[...] Joan Hernández de Prada.
Dize que es natural de una aldea que llaman Galende que es en la montaña de Sanabria, e hijo legitimo de Joan de Prada de Galende y de María de Prada, y que pasó a esta Nueva España con Pánfilo de Narvaez, y se halló en la conquista de esta ciudad de México y sus provincias y después en las de la Misteca y Guaxaca y dos veces en Coatlan e agora en la hultima rrevelación de Tetiquipaque, y fue casado en España y dexó dos hijos, y en esta tierra tiene otros dos bastardos el uno casado y que Nuño de Guzmán le encomendó el pueblo de Guamelula el cual le quitó esta audiencia por lo qual está muy pobre y viejo y padesçe necesidad.
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Julio a Diciembre de 1918
LO QUE SUCEDIÓ EN IGUERIBEN
Relato de un alférez
El alférez Sr. Casado Escudero, que está prisionero de los moros, ha enviado una carta a su familia, residente en Puebla de Sanabria.
Dicho oficial estaba en Igueriben, posición que no tenía agua. La aguada más cercana estaba a tres kilómetros de distancia.
He aquí algunos párrafos de la carta en cuestión: "El día 16 nos cercó la harca, compuesta de unos 6.000 hombres, y comenzó una situación horrorosa. No dejaban llegar el convoy; no podíamos proporcionarnos agua. El día 17 bebimos el vinagre que había en la provisión; el 18, los soldados mascaban patata cruda para refrescar la boca, y los oficiales nos bebimos la colonia de que disponíamos; al siguiente día, desesperados, recurrimos a beber lo orines con azúcar. Así llegamos al día 21, con 70 bajas de sangre y 83 de sed y hambre. Agravaba la situación el hedor de los cadáveres insepultos.
Yo, herido en el cuello y debilitado por el derrame, decidí jugarme el todo por el todo, y me ofrecí voluntario para tomar una lomita próxima y apoyar desde allí la evacuación. Salí con 35 soldados también voluntarios; en el camino me hirieron en el brazo izquierdo. Tomamos la altura y sostuvimos el fuego hasta que salió toda la gente de la posición; pero me mataron 27 soldados, y cuando ya nos retirábamos los supervivientes caí de un balazo que me quitó dos dedos del pie izquierdo."
El alférez Casado dice que los moros de Beni-Urriaguel, de quienes es cautivo, le tratan bien.
La Voz, 13 de Agosto de 1921
Servicio de automóviles suspendido
ZAMORA 22 (4,15 t.).—Por falta de gasolina se ha suspendido el servicio de correos en automóvil entre Benavente y Puebla de Sanabria. El vecindario del segundo de los citados pueblos protesta del abandono en que se le tiene y dirigirá una nueva solicitud al director general de Comunicaciones.
El servicio de correos se verifica en caballos.
El Sol, miércoles 23 de Enero de 1918
PASTOS DE VERANO.—Se arriendan por puertos, los de la Sierra Sospacio y Gamoneda, pertenecientes al Exmo. señor duque de Osuna e Infantado en su Administración de la Puebla de Sanabria. Las condiciones se hallan de manifiesto en las oficina generales de S. E. en Madrid, calle de D. Pedro.núm. 10, y en la referida Administración, en cuyos dos puntos se celebrará simultáneamente el doble remate por el sistema de pliegos cerrados, el día 25 de abril próximo a la una de la tarde.
Madrid, 31 de marzo de 1865. La Correspondencia de España.
El lago de Sanabria
ZAMORA, 28.—Ha sido ordenada la detención del guarda de doña Victoriana Vlllachica, pretendida propietaria del lago de San Martín de Castañeda, por oponerse al aprovechamiento público del lago, decretado por la República. También se ha dispuesto la colocación de carteles en los que se hace constar la calidad de dominio público del lago.
La Luz, Diario de la República. Lunes, 29 de Agosto de 1932
[...] Y he aquí que durante el último año no ingresaron los Ayuntamientos en la Diputación más que 406.673 pesetas, dejando por lo tanto de abonar el 50,72 % de las sumas que les corresponden, y que el día 31 de diciembre ascendía la deuda a 1.407.000 pesetas.
No ha mejorado la situación en lo que va de año, puesto que el último trimestre aportó la cantidad de 18.649 pesetas, debiendo haber superado las 200.000.
Con todas estas cosas, la Diputación provincial se encuentra en un verdadero conflicto, porque ha de verse precisada a desatender obligaciones ineludibles, y entre ellas la más grave, la de Beneficencia.
El Correo de Zamora recuerda que durante la Dictadura de Primo de Rivera pagaban los Ayuntamientos con mayor regularidad, hasta el extremo que no sólo no se desatendieron las ineludibles obligaciones, sino que se mejoraron notablemente los servicios, se crearon otros y hasta se realizaron obras tan importantes como el Preventorio infantil de San Martín de Castañeda, el pabellón quirúrgico y el gabinete radiológico del Hospital de la Encarnación, restauración del castillo y del patio del Hospicio, reformas en el Hospital de Sotelo, en el Palacio Provincial y en el Gobierno Civil, etcétera, etc. "Ahora - añade el citado periódico - no se va a poder hacer nada porque no hay dinero". La situación, como se ve, no puede ser más desagradable, y la autoridad superior está obligada a intervenir de una manera enérgica. Acaso es tiempo todavía.
ABC, sábado 23 de abril de 1932
Bouzas |
“Don Miguel de Unamuno, profesor de la Universidad de Salamanca, ex revolucionario y ex poeta, colaborador del general Mola: En estos momentos difíciles quiero que hablemos usted y yo, escritor con escritor. No quiero recordarle nuestras entrevistas, que le comprometerían ante los ojos de sus dueños. Sólo nos une el hecho de que ni uno ni otro tenemos en la mano fusil ni pala de sepulturero, sino la pluma de escritor. Usted ha hablado muchas veces con orgullo de nuestra profesión. También yo me enorgullezco de ella. Y hasta me enorgullezco ahora, cuando leo los renglones escritos por usted.
Hace cinco años estuve en el pueblo de Sanabria [sic]. Vi allí campesinos martirizados por el hambre. Comían algarrobas, cortezas. A orillas del lago había un restaurant para turistas. Me enseñaron el libro de firmas de los huéspedes. Usted, Unamuno, había escrito en sus páginas unas líneas sobre la belleza del paisaje circundante. Español que hacia profesión de amor a su pueblo, no supo usted ver más allá de las suaves ondulaciones del agua, del óvalo de las colinas. No vio usted los ojos de las mujeres que apretaban contra su pecho a los hijos medio muertos de hambre. Por entonces escribía usted artículos profundamente estéticos en todos los periódicos callejeros de Madrid. Hasta escribió usted un articulo sobre el hambre: cien renglones de investigación filológica acerca de la palabra "hambre". Exponía usted minuciosamente cómo el apetito del hombre del Sur no es el apetito del del Norte, y cómo el hambre descrita por Hamsun difiere del hambre descrita por Quevedo. Se lavaba usted las manos: no quería estar ni con los hambrientos ni con los que les alimentaban con el plomo de las balas. Quería usted ser poeta puro y colaborador de periódicos de gran tirada.
Han pasado cinco años. Lo más bajo de España: verdugos, herederos de los inquisidores, carlistas dementes, ladrones como March, han declarado la guerra al pueblo español. En Sanabria cayó en poder de los bandidos el general Caminero, leal al pueblo. Los malaventurados campesinos de Sanabria habían huido al monte. Con armas de caza bajaron contra las ametralladoras. ¿Qué hizo usted, poeta, enamorado de la tragedia española? De la cartera donde guardaba los honorarios de las elucubraciones poéticas sobre el hambre sacó usted, con la esplendidez de un verdadero hidalgo, cinco mil pesetas para los asesinos de su pueblo."
Ilya Erhenburg. Pravda, 21 de Agosto de 1936.
Bouzas |
"Por este tiempo tuvimos nuevas como el gobernador de Zamora y Alcañices juntaban sus gentes para venganza de sus daños. Convidámosles a que nos uniéramos juntos a hacer la entrada, y después de varias dilaciones en que nos tuvo, se divirtió del intento retirando sus gentes de los puestos mejorados, con que el gobernador D. Juan de Benavides se determinó de hacer la invasión sólo con su gente, sin depender de ninguno de los colaterales, pues tan mal le correspondían; y así junta su gente, a 26 de Noviembre, un dia después de Santa Catalina, salió de la Puebla acompañado sólo de sus criados, y se fue por los cuarteles de los vecinos de Pedralba y Requejo, que estaban hacia la raya, y ordenó que todos se mejorasen aquella noche con sus gentes al lugar llamado Calabor, donde aquella noche aguardaba; y asimismo dejó ordenado a D. Miguel Anciniega, su sargento mayor, gobernase la plaza en el ínterin; y á D. Alonso de Mella que con su compañía de caballos, y a D. Diego Pescador con la suya se fuesen entrada la noche al mismo puesto de Calabor, sobre la misma raya.
"También ordenó al maese de Campo D. Luis de Olmos Girón, que fuese al cuartel de Ungilde y condujera 15 compañías que allí había al puesto y lugar de Santa Cruz [de Abranes], lugar que entre él y el Calabor está cómodamente situado. A una legua del camino real de Braganza, y otra media legüita está la raya. Hízose así, y a media noche se avisaron los dos se hiciese la marcha al lugar llamado Campieza, el camino real de Braganza en la misma raya, y así dos horas antes de amanecer se marchó de estos pueblos y se llegó al destinado puesto, una hora antes del dia; y dispuesta la gente en la forma que se sigue, se comenzó á entrar al rayar del alba. [...]
"Así, salido el sol, entramos por el camino real de Braganza a vista de la ciudad, y encontrando dos cortaduras en el camino, las salvamos. Iba la gente marchando tan derecha a Braganza por su camino real, que se persuadió llevábamos la mira a ella. Dispararon tres piezas, pero aprovechó poco para que no nos acercásemos a ella, tanto que a media legua no quemásemos un lugar suyo llamado Zacoyas, de donde salió un capitán, llamado Magallanes, y peleó tan valientemente que de siete de a caballo se defendía, hasta que habiéndonos muerto un caballo de la compañía de D. Alonso de Mella, él cayó muerto de dos carabinazos y dos cuchilladas en la cabeza. Pasamos adelante con pasmo de la ciudad y casi a los muros de Braganza les quemamos otro lugar llamado Bazal, rico y grande y que era el granero de Braganza. El pasmo en la ciudad fue grande, y mayor cuando pasamos adelante. [...] Desde este puesto se descubrió una hermosa colina de viñedo, y fuénos dicho que detrás de ella había un lugar aun mayor y mas rico que éste, llamado Tarragosa. Ordené luego al alférez Juan Guerrero, de la compañía de caballos de D. Diego Pescador, que con 25 caballos fuese abrigando al escuadrón volante que ya caminaba allá. Hízose así, y aclarando el lugar la caballería entró la infantería y le abrasó todo[...]
"Marchamos de aquí a un valle muy ameno, orilla de un río como una legua, y fuimos a dar a un lugar no menos rico que este, si bien más fuerte, llamado Francia. Era como plaza de armas de su frontera; inaccesible por estar coronado de tan empinadas y cortadas montañas que los gatos apenas podrán subir y bajar a él [...] tal que los vecinos y la demás gente que en él había lo desampararon, retirándose á unos peñascos muy eminentes, donde nos dieron no pocas cargas, siendo su capitán su cura, preciado más de campeón de esta frontera que de pastor de almas. Pero a su vista, a pesar de sus balas, fue el pueblo arrasado y abrasado, sin quedar ni aun con paredes, solas las de una ermita y su iglesia, que se echó bando pena de la vida que nadie hiciese daño a ermita ni iglesia, o alhaja suya o a persona que se acogiese a ella. [...]
"Todo se venció y se entró el pueblo, y fue puesto en polvo y ceniza como los demás, con que a puestas de sol nos hallamos en el lugar de Calabor, nuestro, de donde salimos al amanecer sin haber comido ni bebido en todo el dia. Habiendo por fin quemado al rebelde ocho lugares, los mas ricos y grandes de toda la tierra de Braganza, campeado por toda su campiña, llegado á un lado y otro por su frente á sus murallas, provocándole a que saliese á probar sus bríos, nos retiramos habiéndole hecho sin los cascos de los lugares en las quemas de alhajas y frutos, á juicio de los de la tierra, bien mas de 500,000 ducados de daño, con pérdida sólo de dos caballos de la compañía de D. Alonso de Mella: uno que mataron a su teniente D. Gregorio del Pulgar, y otro que mató el capitán Magallanes, cuando fue muerto en el primer lugar que se quemó. Perdióse un soldado de D. Alonso de Mella, y una yegua de las de la tierra que pasando por un lugar de los que se quemaban, cayó un pedazo de una pared y le dió en la cabeza y la mató, quedando el montado en salvo [...]
Relación verdadera de lo que ha sucedido en la plaza y frontera de la Puebla, en el mes de Noviembre, hasta 30 dél, por el P. José Martinez; de la Compañía de Jesús, que se halló presente a todo. 1643
"Dicen a Vuestra Magestad que Portugal no tiene dinero, no tiene navíos, no tiene gente: traidores son los que lo dicen. Pues ¿con qué nos tienen destruidos? Sin gente nos tienen tantas veces desbaratados; ¡Válgame Dios, que fuera con gente! Sin dinero lloramos nuestras ruinas, ¿qué lloráramos si tuvieran dinero? Señor: Portugal nos desbarató en Montijo [batalla de Montijo, 1644], nos destruyó en Yelbes [batalla de Elvas, 1659], Luis Méndez de Haro [Valido de Filipe IV] huyó dejando caballos, artilleria, infantes y bagajes. Portugal en Évora [batalla de Estremoz o de Ameixial, 1663] destruyó la Flor de España, lo mejor de Flandes, lo lucido de Milan, lo escogido de Nápoles y lo granado de Extremadura. Vergonzosamente se retiró S.A [El Príncipe D. Juan José de Austria, hijo de Filipe IV] dejando ocho millones que costó la empresa, ocho mil muertos, seis mil prisioneros, cuatro mil caballos, veinticuatro piezas de artillería, y lo más lastimoso fue que, de ciento veinte títulos y cabos, no escaparon sino cinco (...). Cada día espera Vuestra Magestad que se gane, y cada día sepa Vuestra Magestad que se pierde, y que es mucha la pérdida de cada día."