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30 ene 2014

Un Pantano sobre el Lago. 1: Los Proyectos

Si se prescinde de algunos pastores y cazadores sanabreses, me atrevo a asegurar que desde la primera [Vega de Tera] al segundo [El Lago de Sanabria] por el fondo del barranco por donde se despeña el río Tera hemos bajado, hasta la fecha, tres personas únicamente, los ayudantes de Obras Públicas D. Antonio Franganillo y D. José de la Guesti y yo, durante el verano del año 1917. Una prueba de mi afirmación la constituye el hecho de que hasta finales del año 1912 no se ha establecido con exactitud la situación relativa del río Tera y de la laguna de Lacillo. Hasta entonces en todos los mapas, incluso en el de Coello, se dibujaba al primero como si cruzara a la segunda. Desde el alto de Ventosa se ve ya que el río Tera no entra en la laguna de Lacillo.[...]
Este río tiene su origen en el Portillo de Puertas, cerca de la elevada peña Trevinca, y después de aumentar su caudal con las aguas de la laguna de Lacillo y de las numerosas fuentes de la Cuesta de la Cuchilla, de correr tranquilo en dirección norte-sur, cerca de 12 kilómetros por un llano a altitud de 1.700 metros y regar el sitio denominado Vega de Tera, abundante en buenos pastos, se precipita formando vistosas cascadas en el profundo valle llamado La Cueva, cuya descripción hace el P. Flórez (España Sagrada, tomo XVI), diciendo: »Cercado por todas partes de unas peñas muy altas, es como un Hortus conclusus, y una especie de paraíso abreviado, cubierto de alfombras naturales, tejidas de verdes praderías, matizadas por la misma naturaleza como si fuera con arte, con varios boscajes de árboles, manzanos, perales, avellanos, cerezos, acebos, tejos y otras especies que forman un país útil y deleitable»”

Este fragmento forma parte de una serie de artículos escritos por el ingeniero de caminos Bienvenido Oliver y Román y publicados simultáneamente en la “Revista de Obras Públicas” y en “La Energía Eléctrica”, en la tan temprana fecha de 1919. Presentaba el ingeniero un proyecto, para el que aseguraba tener ya las concesiones ministeriales pertinentes, donde demostraba que “es posible establecer en esta región del Tera un aprovechamiento hidroeléctrico bastante importante, económico, y de aplicación inmediata, sin duda alguna, por ser factible transportar la energía eléctrica producida a zonas ricas y pobladas de las provincias de Zamora, Palencia, León y Valladolid, insuficientemente dotadas en la actualidad"; y añadía: “Esta descripción se limita a dar a conocer en forma muy concisa, pero lo más clara posible, todos los elementos de dicho aprovechamiento necesarios para adquirir una idea de él, tanto desde el punto de vista técnico como desde el industrial, demostrando al mismo tiempo la posibilidad y conveniencia de su realización." El proyecto se dividía en dos partes, denominadas Salto Ribadelago y Salto Cobreros. Ninguno de ellos llegó a realizarse... entonces.


El Salto Ribadelago se centraba en una “presa de derivación un poco aguas abajo de la confluencia de arroyo de Lacillo con el río Tera, punto donde empieza a tener pendiente fuerte el cauce del segundo. De la presa arranca el canal, el cual termina a un kilómetro de distancia, en dirección SE, del Alto del Campo; su longitud es 6.360 metros, de los cuales 5.850 constituyen un túnel”. La casa de máquinas se establecía “en la zona oeste de la margen norte del lago de Sanabria, próxima a los Picos de Royan" Con respecto a la presa “de poca altura y muy corta”,  especificaba del lugar de su emplazamiento: “su altitud es cerca de 1.650 metros y reúne condiciones excelentes para aquel objeto, porque tanto las márgenes como el fondo del río son de granito y hay la seguridad, por lo tanto, de que los cimientos de la presa tendrán muy poca importancia y se construirán sin dificultad alguna”.

Croquis de Oliver (Revista de Obras Públicas)
Muchos entre ustedes ya habrán descubierto que don Bienvenido estaba describiendo el esqueleto básico del posterior proyecto de la empresa Moncabril (hablamos de ello aquí). Pese a lo rudimentario del croquis publicado y la breve descripción del lugar donde debía construirse, puede comprobarse que no difiere demasiado de la localización final de la presa Vega de Tera, de trágico recuerdo.



El proyecto del Salto Cobreros preveía la construcción de otra presa “inmediatamente aguas abajo de la salida del río Tera del Lago de Sanabria, sitio cuya altitud es 1.020 metros y que reúne condiciones excelentes para aquel objeto […] La coronación de la presa se coloca en la altitud 1.026 metros, y así su altura máxima será 6 metros, y como la longitud es unos 50, se comprende que la influencia del coste de esta obra en el presupuesto general no ha de ser muy grande. Se propone una presa-vertedero porque su altura y la naturaleza del fondo del río lo permiten” El sistema se complementaba con un sistema de canales que no detalla en profundidad, pero incluía uno con “origen en la ensenada que forma el lago al E. del Balneario [de Bouzas] y termina al E. del Alto del Castro en la divisoria del arroyo de las Truchas y del río Castro o Requejo; su longitud total es 6.950 metros, de los cuales 2.350 están en túnel”; otro en la orilla izquierda del Tera con objeto de “recoger, con presas de derivación, las aguas de los ríos Vecilla, Trefacio y Forcadura y las del arroyo Valdearca para verterlas en el Lago de Sanabria, ampliando así la cuenca de éste” y, finalmente, un tercer canal para “la toma de las aguas del arroyo de las Truchas, un poco aguas abajo del pueblo de Sotillo”. La casa de máquinas se hubiera situado “entre la carretera de Villacastín a Vigo y [la margen izquierda de] el río Requejo muy cerca de la Venta de Guerra”. En resumen: un tajo en pleno corazón de la Sanabria Central.


El proyecto completo estuvo en hibernación hasta la década de los 40, cuando al poco de terminar la Guerra Civil otras compañías se muestran también interesadas en el aprovechamiento hidrológico del Tera. Así, en 1943 Ideam, S.A. planteaba la construcción de tres saltos sucesivos desde "la Laguna hasta por debajo del pueblo de Sandín”:
  • El primero consistía en un recrecimiento del Lago mediante un azud de dos metros de altura, un túnel de 1.501 metros a modo de sifón y una conducción de 3,4 kilómetros de la que arrancaba una tubería hasta la central.
  • El segundo se situaría “inmediatamente aguas abajo” del desagüe de la central del primer salto. Otro azud derivaría el agua a través de un canal a cielo abierto de 23,9 kilómetros, proyectado por la margen izquierda del río. La tubería de presión se emplazaba tres kilómetros cauce abajo de Otero de Sanabria.
  • Y el tercer salto iniciaba su azud de derivación a 2,2 kilómetros del desagüe de la anterior. El canal recorría un trayecto de 10,9 kilómetros, también a cielo abierto, y la tubería de presión estaba situada a 1.700 metros más allá de Sandín. La energía anual de salida de los tres saltos quedaba cifrada en un total de 70.800.000 kilovatios hora.


Inmediatamente apareció en escena la sociedad hispano-portuguesa Saltos del Duero, S. A., de gran prestigio ya que venía de construir el macro embalse de Ricobayo sobre el río Esla. Se da la circunstancia que su fundador y alma mater, José Orbegozo, había fallecido pocos años antes tras una grave depresión, al parecer provocada por la muerte de nueve operarios en las obras del mencionado embalse. El proyecto de la sociedad, firmado por el ingeniero Pedro Martínez Artola, preveía cinco saltos, denominados Trefacio, Puebla de Sanabria, Sandín, Anta de Tera y Puente de Tera.
  • El primero de los embalses, Trefacio, afectaba de lleno al Lago de Sanabria, a cuya salida construían un muro de escollera de 18 metros de alturaque produce una elevación del nivel de 16 metros”. El recrecimiento anegaba por completo al pueblo de Ribadelago y sus fincas de cultivo. Se incluía también una galería de presión de 3.470, 66 metros y una tubería de presión de 234 metros que salvaba un desnivel de 39,50 metros. La central se ubicaba en el río Trefacio con desagüe, a través de desviaciones, a los arroyos de Vigo y Trefacio.
  • El segundo salto, de Puebla, disponía de la presa de derivación a 120 metros del desagüe de la central anterior. El canal discurría a cielo abierto por un tramo de más de 7 kilómetros, que conducía el agua hasta la cámara de carga, situada aproximadamente a un kilómetro de la villa. De la referida cámara partía la tubería metálica de presión, con una longitud de 154 metros y 2,10 metros de diámetro, salvando un salto de 53 metros.
  • El salto de Sandín llevaba ubicada la presa de gravedad, de casi 50 metros de altura, aguas arriba del puente de Sandín. La central se emplazaba adosada a la presa y la parte central de la misma hacía de vertedero de las aguas rebosantes. Este pantano inundaba una extensión de 780 hectáreas y la cola del embalse llegaba hasta Puebla de Sanabria.
  • El salto de Anta de Tera, con unas trazas bastante parecidas al anterior, contaba con una planta de presa recta, con la central emplazada en la margen derecha y con una turbina de 11.000 kilovatios. La cota superior del embalse se sitúa a 31 metros del lecho del río y la cola del pantano llegaría hasta el puente de Sandín. La superficie inundada por la obra alcanzaba las 42 hectáreas.
  • El salto de Puente de Tera emplazaba su presa a unos tres kilómetros aguas arriba de la carretera Villacastín-Vigo; una presa de planta circular de unos 300 metros de radio, cuya parte central serviría como vertedero con dos vanos. La cota máxima del embalse alcanzaba los 36 metros sobre el lecho del río y, entre los daños colaterales, se contaba con la inundación de parte del pueblo de Manzanal de Abajo.
El proyecto de Martínez Artola contemplaba aún la posibilidad de otro salto en Villar de Farfón, con una presa de 25 metros de altura. Esta última ejecución quedaba pendiente de la definición de los canales de riego que indicara la Confederación Hidrográfica del Duero.


(Continuará)

8 nov 2011

La Carga del Alcalde de Trefacio


Mientras los dos próceres llamados a guiar los destinos de este país durante los próximos cuatro años nos ofrecen un lamentable retablo de títeres pagado por todos - menos mal que vamos a escote - donde uno se viste de Don Tancredo y el otro de Espíritu de las Navidades dickensianas, uno de nuestros paisanos se desgañita, anuncia huelga de hambre y se va andando hasta la capital, todo para lograr un mínimo espacio en los medios y que se hable de lo suyo: que Trefacio, el ayuntamiento por el que fue elegido alcalde en las últimas municipales, está en la ruina y sólo deudas, no servicios, puede ofrecer a sus ciudadanos. Y dice Jesús Ramos - nuestro paisano - que no es cosa de ahora ni es por haber vivido por encima de sus posibilidades, que durante muchos años - casi treinta - el ayuntamiento se gestionó a la buena de Dios, sin aprobar presupuestos, sin pagar a proveedores, sin justificar subvenciones - que, por lo tanto, ahora hay que devolver... Y lo que es más grave: que era cosa sabida, que había denuncias y reclamaciones ante los organismos competentes, que quienes tuvieron el deber de supervisar - administraciones o incluso partidos - miraron contumazmente hacia otro lado, ya sea por desidia, ya por intereses más o menos mezquinos. Y cuando todo explota, cuando Fenosa corta  la luz y no hay dinero para pagar ni a un administrativo, hay quien se sigue lavando las manos y echando la mierda por el corredor.

En fin: que me gusta la cruzada de Jesús: como al Quevedo de Alatriste sólo le queda batirse. Y espero que - por el bien de los vecinos de Cerdillo, Murias, Trefacio y Villarino - tenga suerte. Siempre he pensado que en estos pueblos pequeños se ven los entresijos de la gran política con (demasiada) claridad.

Y a veces hieden.


Nota 1. Permítanme que por primera vez en la historia de este blog deshabilite los comentarios: prefiero que las muestras de apoyo, las preguntas o las aclaraciones - como siempre: si las hay y les apetece - las hagan directamente en el propio blog de Jesús o en facebook.

Nota 2. Fotos: David ¡Gracias!

19 abr 2010

El Grupo de Teatro de Trefacio


Ya hemos hemos hecho mención alguna vez al Grupo de Teatro de Trefacio, una iniciativa que ha superado sus bodas de plata y que constituye, salvo error, el último vestigio de una tradición de honda raigambre en esta tierra. Mi amigo y paisano Juno ha tenido la gentileza de recoger el guante que no hace mucho le lancé y hoy disfrutamos de una visión desde dentro de este grupo, que sigue andando con pie firme a base de ilusión. Como se hacen las cosas.


Veamos: como lo prometido es deuda, hablaré desde mi memoria y mi punto de vista sobre el grupo de teatro del pueblo de Trefacio.
Era el verano del 82, mi amigo Antonio López Alonso, Toñín para los del pueblo, nos reúne a un número de personas y nos insta a crear el grupo donde por medio de la cultura hagamos pasar un buen rato a gente que antes tenía la costumbre de ver teatro (donde actuaron gente del pueblo) y mas tarde cine en una sala donde también se hacía baile, pero no me remontaré tanto y citaré solo al actual grupo. Tras esta reunión nos comprometemos a actuar el verano siguiente, nadie se habría atrevido a pensar en los veintisiete años que lleva, bueno quizás Toñín, que “siempre a sido un hombre de fe”.


Al año siguiente montamos un escenario que tardamos una semana para dejar algo presentable y empezamos con La duda, de Echegaray. Haceos una idea de que salvo Antonio (llevaba algún año haciéndolo en la Universidad) los demás, excepto la imaginación y la ilusión, no estábamos dotados de ninguna experiencia, absolutamente ninguna, solo el recuerdo de algunos antepasados.
La cuestión es que el pueblo se puso a nuestro lado y a partir de ahí todo fue mas fácil. Esta experiencia me hizo ver como la ilusión de un pueblo puede tirar hasta sacar de ti lo que nunca habrías creído tener, esto ocurrió con actores que nunca estuvieron delante de un público. Primero vencer la timidez, después los nervios, luego hacerlo mejor….. y al final pensar en la grata experiencia recorrida y pasar a los que vendrán y seguirán con el fruto, siendo esto último lo mas importante.


Que duda cabe siempre hay complicaciones, fallecimientos, los que se fueron del grupo, alguna falta de apoyo…., pero esto se compensa con obras buenas, con humor (son las mejor recibidas por el público) y, desde luego, si te quieres reír, pasar un buen rato por tener buen ambiente, vete a los ensayos, algunos han sido históricos, se hacen en la antigua escuela de chicos, el lugar por si mismo tiene un gran encanto. Pero todo esto fue resuelto con el tiempo y con la virtud de mi amigo, alaba al iniciante hasta que él se lo cree y es entonces cuando aparece el resultado del que hoy en día podemos estar orgullosos.
Nosotros no estamos subvencionados, somos conscientes de que nos correspondería una cantidad de la Junta, pero unas por pitos y otras por flautas no hemos entrado en esa dinámica, para decir toda la verdad un año vinieron a vernos ciertas autoridades y el año siguiente tuvimos un dinerín. A mi amigo le gusta pensar que somos “la caravana de García Lorca” pero siempre recorremos el mismo pueblo. Tras cada actuación pasamos una cesta donde cada uno da lo que quiere o puede, luego se cuenta y en la cena de esa noche (donde va todo el que se apunte y se lo pague, incluida la gente del grupo) se informa de lo recaudado pasando a engordar la cuenta del teatro.


Cada año:
15 días de ensayos por la tarde y por la noche
Una semana antes mas o menos, el pueblo se reúne para sacar y montar el escenario, se retoca cuando está montado.
Dos días antes, se recorren los pueblos Sanabreses en coche y Antonio con los mas jóvenes van repitiendo la obra, el día y como los esperamos.
Día de la obra, el pueblo siempre nos dice “la mejor”. Se cena y hasta el año que viene.
Y esta es la historia, muy resumida para cumplir lo prometido, quién esté interesado en mas detalles mi amigo escribió un libro cuando se cumplieron los veinticinco años y como es escritor de los que publican, con su nombre en Google podréis escoger.
Saludos.
    

Texto y fotos: Juno.

24 mar 2010

Como veo yo mi Sanabria, por Juno

Siempre es un placer para mí traer a estas páginas la colaboración de alguno de vosotros, lectores que les dais sentido. "Una mirada personal sobre Sanabria y Carballeda", dice el subtítulo. Pues bien, hoy tenemos OTRA mirada. Desde Trefacio, os presento a mi paisano Juno.



Tierra de encantos, bellezas naturales, climas propios, días de luz, noches con luz… y culturas únicas.

Yo que soy de los abonados a ciudadanos del mundo, mentalmente claro, pregunto ¿de quién es la belleza?,¿del que nace en ella?,¿del que la hace suya al sentirla, al notarla, que incluso le marca el alma, haciendo imposible el olvido?. Esto claro, caso de tener un dueño, la belleza ¿de quién sería?. No tengo casi nada claro, pero pienso que no tiene dueño, dejarla se la dejaría al segundo aunque fuera foráneo.


Estas son tierras duras. Algunos buscando su propia libertad, al correr tras las mariposas, al mirar extasiados un nido de “verderones” o de golondrinas al lado de su ventana, o por llorar viendo la muerte del ternero siendo degollado por la necesidad de ser vaciado el circuito sanguíneo antes de dar su último latido, ¿vosotros habéis fijado en vuestro cerebro la ternura que desprende la mirada del ternero antes de tener el cuchillo deslizándose por su cuello, al mismo tiempo que tus lágrimas lo hacen por tus mejillas?. Esto es duro, mi padre me decía al verme, “hijo, así es la vida, nosotros también comemos y mañana se te habrá olvidado”. Padre tu si sabías, hay cosas que nunca se olvidan.

Si a un espíritu libre le añades orgullo y rebeldía, encontrarás una dificultad muy seria para convivir con tus vecinos, ellos los denominaban “tontos” y como tales se iban extinguiendo o desapareciendo, dependiendo de los tiempos que corrieran. Solo eran distintos, no se dejaron conducir pero además eran más pobres que los otros pobres. ¡Pobrecicos!.


También está la buena gente, manejable pero buena gente. Estos son expertos en saber donde ponerse y pasar desapercibidos. Se acurrucan en las cocinas, sobre todo en época de castañas y mientras estas se asan o “estoupan” (cuando la castaña no está cortada por la navaja, estalla), ellos se hablan, sin abandonar del todo sus defensas.

Como algunos habréis observado y otros estaréis observando no soy escritor, por lo menos no de la categoría que vosotros apuntáis en vuestros escritos, soy atrevido y os participo de una opinión.


Respetando la línea que parece establecerse, apolítica, no entraré, pero la establecida en estas tierras la tiene bien marcada y también es causa de su cultura, sus miedos, costumbres, guerras familiares envolviendo un pueblo, etc. etc.

Aquí empezaría de nuevo el escrito, cuando al encontrarme con otras culturas que dieron forma a la mía en singular. Preguntaría ¿de quién es la cultura?......


En fin los tiempos que os describo eran negros y bien que lo siento. Pero los caños circulaban limpios, los molinos funcionaban, los prados eran muy verdes, las noches mas limpias y los ríos… bueno de los ríos mejor no hablo, el mío que es el Trefacio para definir lo que transmite me vaciaría el cerebro y todavía no habría llegado al sentimiento.

Texto y Fotos: Juno.



14 sept 2009

Trefacio, del río a la montaña





En un recoleto rincón de Trefacio se esconde un curioso arco de piedra punteado por conchas de viera y flores, tal vez de lis. Las conchas no nos permiten equivocarnos: se trata de un antiguo hospital de peregrinos, luego reconvertido en casa del cura. Un asilo en una vía del Camino Jacobeo, hoy ya en desuso, que posiblemente llegase aquí desde Muelas de los Caballeros, la Requejada y la Alcobilla para luego buscar los pasos de la sierra hacia Galicia, tal vez tras atravesar por Sotillo o por el monasterio de San Martín. En cualquier caso, una antigua ruta también asociada a la expulsión de los judíos en su camino hacia Portugal. Dicen que el nombre de Trefacio proviene de haber tenido tres iglesias en su término, lo que nos da idea de la importancia que el pueblo de siempre tuvo en la comarca.

Trefacio se enclava hoy en el Parque Natural del Lago de Sanabria y se ha convertido en uno de sus mayores centros de atracción turística. Y también ha sido capaz de mantener sus tradiciones y sus esencias: muy llamativa es su afición al teatro, con representaciones anuales realizadas por los vecinos que cuentan con gran aceptación. Al fin y al cabo, también son muy teatrales las talanqueiras, mascaradas que se celebran en Navidad. Un paseo por sus calles nos permite admirar la bien conservada arquitectura tradicional, con corredores de madera pintados en vivo colorido contrastando con las más austeras piedra y pizarra de la zona. El río del mismo nombre atraviesa el pueblo, y el puente es uno de los puntos donde se concentra la vida de los vecinos, con la iglesia de San Mamés, el bar y la Casa Consistorial, fechada en 1799. El Trefacio es un río de gran tradición truchera, y la mejor manera de comprobarlo es el Centro de Interpretación de la Trucha situado en sus orillas, tampoco lejos del puente. Allí podemos admirar desde antiguas artes pesqueras hasta la vida bajo el agua en tiempo real, a través de cámaras instaladas en el cauce.

Otros tres pueblos completan el municipio: Villarino se agazapa entre robles y castaños en los lindes de San Justo y cuenta con alguno de los caminos más frondosos de la zona, como el que nos acerca al bosque de la Ramalleira; aunque tampoco se debe dejar de visitar la humilde ermita del Cristo de la luz. Cerdillo, ladera arriba, tiene a la exuberante naturaleza como protagonista. Destaca entre sus casas una que exhibe incluso campana propia, varias piedras labradas y grabadas con cruces, custodias e inscripciones y, distribuidos entre muros y escaleras, algunos basamentos de columnas o pilas que quizás os provoquen más de una especulación sobre su origen. Ya en lo alto, los distintos barrios de Murias se asoman desde la cumbre como comadres bien avenidas contemplando la calle desde un balcón, y es que la situación del pueblo, a 1.250 m. de altitud, lo convierte en un auténtico mirador sobre el valle de Sanabria. Dicen las leyendas que así lo entendieron los franceses, que en la época de la Guerra de Independencia mandaron a dos soldados a ocupar el pueblo y utilizarlo de puesto de vigía. Y dicen que al poco, posiblemente sorprendidos, quedaron uno enterrado en un corral y otro en el hueco de la escalera que sube al campanario. No estaban los vecinos para soportar invasiones, no.




El municipio de Trefacio nos ofrece, al fin, toda la riqueza del entorno del Parque Natural en sus caminos y en sus sierras; todo su acerbo cultural en los pueblos y los servicios turísticos necesarios para disfrutarlos. Por si fuera poco, tal vez éste sea el pueblo del rebuzno que retrató Cervantes en el Quijote, pues burreiros es el apodo por el que son conocidos sus vecinos. No hay excusa.

Ver Mapa

1
. Trucha en el río Trefacio
2.El Puente de Trefacio.
3.Antiguo Hospital de Peregrinos.
4.Centro de Interpretación de la Trucha.
5.Berzas con Iglesia al fondo.
6.Llegando al Molino Botero.
7.El Culmeneiro de Cerdillo, antiguo colmenar.
8.Un rincón en Murias.
9.La ermita de Villarino.
10.Aún queda algún carro.
11.Fijaos en el basamento de columna, abajo a la derecha. Cerdillo.


Dedicado a mi amigo Alfonso, que seguro sabe más que yo del río Trefacio y sus truchas. Algún día, los hados serán propicios y podremos tomarnos las cañas que nos debemos.


6 jul 2009

Maquis. Hombres en la sierra



Nacieron juntos en casas vecinas y juntos se criaron. Juntos jugaron y trabajaron el campo. Cuando llegó la guerra, juntos partieron al servicio de armas. Fueron tiempos difíciles y ellos, campesinos después de todo, vivieron muchas batallas. Aprendieron el uso de los rifles y a matar cuando es preciso; los primeros duelos pesan, luego se vuelve rutina. Pedro y Pablo, casi hermanos, eran muy diferentes entrambos: Pedro, serio y meticuloso, no sonreía jamás. Pablo, alegre y fanfarrón, no escondía la cara ni en los lances más audaces.



Un día de abril les dijeron que la contienda había terminado y ellos no estaban en el bando ganador. Envueltos en harapos volvieron al pueblo, al fin y al cabo ¿cuál fue su pecado?, solo cumplieron con la ley que les dieron. Lo cierto es que no había pan, la hacienda menguaba, escucharon historias que no les gustaron y vieron miradas que miedo les dieran. Una noche, en la cantina, invitaron a un forastero pelirrojo, Antonio su nombre, a compartir el jarro con ellos. Les dijo que en la Cabrera había visto gente como ellos, de los que perdieron. Que habían vuelto a la aldea y no pudieron seguir. Ahora estaban huidos, armados y continuaban la guerra tal vez no para ganar pero sí para poder vivir. Pedro y Pablo se miraron de soslayo. En menos de una semana se echaron a la sierra.



Se unieron al grupo de Abelardo, donde encontraron viejos compañeros de milicia. En poco tiempo, Pedro se convirtió en la mano derecha del comandante: cauto como alimaña del monte, audaz como el que más. Y más que audaz, temerario era Pablo. Lanzaba operaciones que todos creían suicidas, ocupó pueblos enteros y buscaba encararse con los guardias, pero siempre volvía triunfante como un diablo burlón. No llevaba bien la vida en la sierra y muchas noches bajaba a las tabernas, peligroso y fanfarrón, con mujeres de moral dudosa y vino de Los Valles a tutiplé. Hubo peleas, historias de cuernos y esto, claro, trajo aún más peligro al grupo de la sierra y le costó a Pablo fuertes broncas con Abelardo, algunas pistola en mano. Pero era por cierto un buen soldado, y por ello escapó de castigos que otros sí hubiesen pagado.
No ha trascendido por qué asunto, pero una noche Pablo, sin órdenes de nadie y a espaldas del mando, montó una operación en el Mercado del Puente. En tres días arrasó el pueblo: tiroteos, fuego, robos, saqueo. Torturó al padre cura –dicen que le hizo comerse una corbata con tenedor y cuchillo y luego arrastrarse por un agujero que en la pared abrió a tiros- y a uno de los comerciantes más conocidos descerrajó un balazo en la frente sin más miramiento. Toda la gente de la comarca se sintió horrorizada y la partida de escapados perdió el apoyo que en los pueblos podía tener.


-Mátalo –le dijo Abelardo a Pedro- Está loco y acabará con nosotros.
Se sintió romper por dentro. Como militar entendió a la perfección la orden. Como Pedro, Pablo era su hermano, más que sangre de su sangre, el compañero de la trinchera, el amigo del corazón. El dilema le traía por la calle de la amargura y hasta por una vez el comandante le miró con recelo.
-¿Y entonces…?
-Ya está. Sólo busco el momento,
No tardó en llegar. Eran las fiestas del Corazón de Jesús en un pueblo cuyo nombre me guardo. Pablo anunció que aquella noche no podrían contar con él; para su sorpresa, Pedro dijo que bajaría a su lado. Fue un camino agradable: dos amigos, que durante mucho tiempo no tuvieron ocasión de charlar, encontraron el momento de hablar de sus cosas, sus casas, sus recuerdos. Como si el árbol de la amistad, tal vez un poco agostado por la vida de la sierra y los nuevos compañeros, reviviese tras una lluvia de primavera.
En llegando al pueblo, ante la puerta de la iglesia y su cementerio, descubrieron una pala abandonada quién sabe por qué. Pedro sacó la pistola.
-Cógela, Pablo. Vas a cavar una fosa.
Creyó que era una chanza, pero la negra ánima del arma le conminó a iniciar la tarea. Pedro le explicó porqué la ejecución.
-Y a partir de ahora estás muerto –sonó un disparo en el aire de la noche- Lárgate. Abandona la región, sal del país mejor. A todos los efectos, tú te has quedado en esta sepultura. No hemos de volver a vernos. Busca tus amiguitas en otros prados.
Tal vez Pablo quiso decir algo, abrazar a su amigo. Arrojó la pala, le miró con su media sonrisa triste y salió huyendo. Pedro se quedó, viendo cómo marchaba. Luego se escupió en las palmas y cubrió la fosa que Pablo había cavado. Las lágrimas corrían por su cara como si en realidad estuviese enterrando a su hermano.



Pasó algún tiempo. La vida de los huidos se hizo cada vez más dura: la guardia civil y el ejército los cazaban como alimañas, no recibían apoyo exterior y hasta los dirigentes políticos pensaban que la hora de las armas quizás ya había pasado. Los hombres de la montaña, algunos ya conscientes que su guerra solo tenía un final, afilaban los colmillos y sus acciones eran cada vez más sanguinarias, como de fieras que se encuentran acorraladas.
Así cuando el grupo de Abelardo recibió noticia de un cura recién llegado a la región, mujeriego y borrachín y que con sus denuncias había perjudicado a algún compañero, montaron una operación casi al descuido, entre traslado y traslado. Siendo pocos como ya eran, Pedro fue elegido para la misión.
Aquel domingo entró en la iglesia como un feligrés más. Fue ver al sacerdote y crujir los puños dentro del gabán. Aguantó el evangelio, el credo y el padrenuestro. Y llegada la comunión hizo fila con el resto y encarado ante Pablo, pues él era y no otro el cura nuevo, tiró de pistola y vació el cargador.
Pablo no había soportado la vida lejos de su tierra y de su gente. En cuanto pudo volvió. Suplantó la personalidad de un bisoño capellán y trató de pasar desapercibido. Pese a los disfraces, su ser salió pronto a la superficie y no pudo evitar ni las mujeres ni el vino. Su amigo le reconoció en cuanto le puso la vista encima. Murió con la sonrisa en los labios, tal como había vivido. “Estaba muerto desde el día que cavé mi fosa” –quizás fue su último pensamiento. Más que la herida, le dolió ver a caer al lado a su monaguillo Andrés, alcanzado por una bala perdida, con los ojos abiertos de par en par llenos de sueños perdidos. El Cristo de palo clavado en el altar, entre el grito y la sorpresa, agonizaba otra vez ante una historia mil veces vivida.
Pedro caminó hacia el atrio entre el griterío de los fieles. Una vez allí se giró, enfrentó la iglesia y cambió con toda calma el cargador de su alma.
-Ese hombre –dijo- tiene su tumba excavada tres pasos a la izquierda del ciprés del cementerio. La hizo con sus manos, justo es que la ocupe. Conmigo haced lo que queráis.
Y acto seguido se voló la cabeza de un disparo.



Pedro y Pablo no existieron. Sí Abelardo y su grupo, al que se cree originario de Puebla y que actuaron en Sanabria Carballeda, la Cabrera Baja y también en Viana do Bolo, La Gudiña, Villavieja y la Mezquita hasta finales de los 40, en ocasiones apoyados por otras partidas guerrilleras de Asturias, Galicia y León. Realizaron operaciones como la toma de de los pueblos de Santa Colomba o Trefacio y emboscadas a fuerzas desplazadas de la Guardia Civil. Al parecer fueron evacuados a través de la frontera portuguesa, al menos los mandos de filiación comunista. La ocupación del Mercado del Puente está contada tal como me la narró mi padre. El pelirrojo de la cantina que anima a los protagonistas a unirse a la partida podría tratarse de Antonio B. El Rojo, el leonés de la Cabrera que retrató Ramiro Pinilla en su novela del mismo nombre. Y a Rubén Blades le he robado una escena, que conste.

Fotos: 1. Puebla
2.Porto
3,6,7.Mercado del Puente
4.Camino de Santa Colomba
5.Barjacoba
8.Cementerio de Trefacio
9.Monte de Pías.