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30 ene 2014

Un Pantano sobre el Lago. 1: Los Proyectos

Si se prescinde de algunos pastores y cazadores sanabreses, me atrevo a asegurar que desde la primera [Vega de Tera] al segundo [El Lago de Sanabria] por el fondo del barranco por donde se despeña el río Tera hemos bajado, hasta la fecha, tres personas únicamente, los ayudantes de Obras Públicas D. Antonio Franganillo y D. José de la Guesti y yo, durante el verano del año 1917. Una prueba de mi afirmación la constituye el hecho de que hasta finales del año 1912 no se ha establecido con exactitud la situación relativa del río Tera y de la laguna de Lacillo. Hasta entonces en todos los mapas, incluso en el de Coello, se dibujaba al primero como si cruzara a la segunda. Desde el alto de Ventosa se ve ya que el río Tera no entra en la laguna de Lacillo.[...]
Este río tiene su origen en el Portillo de Puertas, cerca de la elevada peña Trevinca, y después de aumentar su caudal con las aguas de la laguna de Lacillo y de las numerosas fuentes de la Cuesta de la Cuchilla, de correr tranquilo en dirección norte-sur, cerca de 12 kilómetros por un llano a altitud de 1.700 metros y regar el sitio denominado Vega de Tera, abundante en buenos pastos, se precipita formando vistosas cascadas en el profundo valle llamado La Cueva, cuya descripción hace el P. Flórez (España Sagrada, tomo XVI), diciendo: »Cercado por todas partes de unas peñas muy altas, es como un Hortus conclusus, y una especie de paraíso abreviado, cubierto de alfombras naturales, tejidas de verdes praderías, matizadas por la misma naturaleza como si fuera con arte, con varios boscajes de árboles, manzanos, perales, avellanos, cerezos, acebos, tejos y otras especies que forman un país útil y deleitable»”

Este fragmento forma parte de una serie de artículos escritos por el ingeniero de caminos Bienvenido Oliver y Román y publicados simultáneamente en la “Revista de Obras Públicas” y en “La Energía Eléctrica”, en la tan temprana fecha de 1919. Presentaba el ingeniero un proyecto, para el que aseguraba tener ya las concesiones ministeriales pertinentes, donde demostraba que “es posible establecer en esta región del Tera un aprovechamiento hidroeléctrico bastante importante, económico, y de aplicación inmediata, sin duda alguna, por ser factible transportar la energía eléctrica producida a zonas ricas y pobladas de las provincias de Zamora, Palencia, León y Valladolid, insuficientemente dotadas en la actualidad"; y añadía: “Esta descripción se limita a dar a conocer en forma muy concisa, pero lo más clara posible, todos los elementos de dicho aprovechamiento necesarios para adquirir una idea de él, tanto desde el punto de vista técnico como desde el industrial, demostrando al mismo tiempo la posibilidad y conveniencia de su realización." El proyecto se dividía en dos partes, denominadas Salto Ribadelago y Salto Cobreros. Ninguno de ellos llegó a realizarse... entonces.


El Salto Ribadelago se centraba en una “presa de derivación un poco aguas abajo de la confluencia de arroyo de Lacillo con el río Tera, punto donde empieza a tener pendiente fuerte el cauce del segundo. De la presa arranca el canal, el cual termina a un kilómetro de distancia, en dirección SE, del Alto del Campo; su longitud es 6.360 metros, de los cuales 5.850 constituyen un túnel”. La casa de máquinas se establecía “en la zona oeste de la margen norte del lago de Sanabria, próxima a los Picos de Royan" Con respecto a la presa “de poca altura y muy corta”,  especificaba del lugar de su emplazamiento: “su altitud es cerca de 1.650 metros y reúne condiciones excelentes para aquel objeto, porque tanto las márgenes como el fondo del río son de granito y hay la seguridad, por lo tanto, de que los cimientos de la presa tendrán muy poca importancia y se construirán sin dificultad alguna”.

Croquis de Oliver (Revista de Obras Públicas)
Muchos entre ustedes ya habrán descubierto que don Bienvenido estaba describiendo el esqueleto básico del posterior proyecto de la empresa Moncabril (hablamos de ello aquí). Pese a lo rudimentario del croquis publicado y la breve descripción del lugar donde debía construirse, puede comprobarse que no difiere demasiado de la localización final de la presa Vega de Tera, de trágico recuerdo.



El proyecto del Salto Cobreros preveía la construcción de otra presa “inmediatamente aguas abajo de la salida del río Tera del Lago de Sanabria, sitio cuya altitud es 1.020 metros y que reúne condiciones excelentes para aquel objeto […] La coronación de la presa se coloca en la altitud 1.026 metros, y así su altura máxima será 6 metros, y como la longitud es unos 50, se comprende que la influencia del coste de esta obra en el presupuesto general no ha de ser muy grande. Se propone una presa-vertedero porque su altura y la naturaleza del fondo del río lo permiten” El sistema se complementaba con un sistema de canales que no detalla en profundidad, pero incluía uno con “origen en la ensenada que forma el lago al E. del Balneario [de Bouzas] y termina al E. del Alto del Castro en la divisoria del arroyo de las Truchas y del río Castro o Requejo; su longitud total es 6.950 metros, de los cuales 2.350 están en túnel”; otro en la orilla izquierda del Tera con objeto de “recoger, con presas de derivación, las aguas de los ríos Vecilla, Trefacio y Forcadura y las del arroyo Valdearca para verterlas en el Lago de Sanabria, ampliando así la cuenca de éste” y, finalmente, un tercer canal para “la toma de las aguas del arroyo de las Truchas, un poco aguas abajo del pueblo de Sotillo”. La casa de máquinas se hubiera situado “entre la carretera de Villacastín a Vigo y [la margen izquierda de] el río Requejo muy cerca de la Venta de Guerra”. En resumen: un tajo en pleno corazón de la Sanabria Central.


El proyecto completo estuvo en hibernación hasta la década de los 40, cuando al poco de terminar la Guerra Civil otras compañías se muestran también interesadas en el aprovechamiento hidrológico del Tera. Así, en 1943 Ideam, S.A. planteaba la construcción de tres saltos sucesivos desde "la Laguna hasta por debajo del pueblo de Sandín”:
  • El primero consistía en un recrecimiento del Lago mediante un azud de dos metros de altura, un túnel de 1.501 metros a modo de sifón y una conducción de 3,4 kilómetros de la que arrancaba una tubería hasta la central.
  • El segundo se situaría “inmediatamente aguas abajo” del desagüe de la central del primer salto. Otro azud derivaría el agua a través de un canal a cielo abierto de 23,9 kilómetros, proyectado por la margen izquierda del río. La tubería de presión se emplazaba tres kilómetros cauce abajo de Otero de Sanabria.
  • Y el tercer salto iniciaba su azud de derivación a 2,2 kilómetros del desagüe de la anterior. El canal recorría un trayecto de 10,9 kilómetros, también a cielo abierto, y la tubería de presión estaba situada a 1.700 metros más allá de Sandín. La energía anual de salida de los tres saltos quedaba cifrada en un total de 70.800.000 kilovatios hora.


Inmediatamente apareció en escena la sociedad hispano-portuguesa Saltos del Duero, S. A., de gran prestigio ya que venía de construir el macro embalse de Ricobayo sobre el río Esla. Se da la circunstancia que su fundador y alma mater, José Orbegozo, había fallecido pocos años antes tras una grave depresión, al parecer provocada por la muerte de nueve operarios en las obras del mencionado embalse. El proyecto de la sociedad, firmado por el ingeniero Pedro Martínez Artola, preveía cinco saltos, denominados Trefacio, Puebla de Sanabria, Sandín, Anta de Tera y Puente de Tera.
  • El primero de los embalses, Trefacio, afectaba de lleno al Lago de Sanabria, a cuya salida construían un muro de escollera de 18 metros de alturaque produce una elevación del nivel de 16 metros”. El recrecimiento anegaba por completo al pueblo de Ribadelago y sus fincas de cultivo. Se incluía también una galería de presión de 3.470, 66 metros y una tubería de presión de 234 metros que salvaba un desnivel de 39,50 metros. La central se ubicaba en el río Trefacio con desagüe, a través de desviaciones, a los arroyos de Vigo y Trefacio.
  • El segundo salto, de Puebla, disponía de la presa de derivación a 120 metros del desagüe de la central anterior. El canal discurría a cielo abierto por un tramo de más de 7 kilómetros, que conducía el agua hasta la cámara de carga, situada aproximadamente a un kilómetro de la villa. De la referida cámara partía la tubería metálica de presión, con una longitud de 154 metros y 2,10 metros de diámetro, salvando un salto de 53 metros.
  • El salto de Sandín llevaba ubicada la presa de gravedad, de casi 50 metros de altura, aguas arriba del puente de Sandín. La central se emplazaba adosada a la presa y la parte central de la misma hacía de vertedero de las aguas rebosantes. Este pantano inundaba una extensión de 780 hectáreas y la cola del embalse llegaba hasta Puebla de Sanabria.
  • El salto de Anta de Tera, con unas trazas bastante parecidas al anterior, contaba con una planta de presa recta, con la central emplazada en la margen derecha y con una turbina de 11.000 kilovatios. La cota superior del embalse se sitúa a 31 metros del lecho del río y la cola del pantano llegaría hasta el puente de Sandín. La superficie inundada por la obra alcanzaba las 42 hectáreas.
  • El salto de Puente de Tera emplazaba su presa a unos tres kilómetros aguas arriba de la carretera Villacastín-Vigo; una presa de planta circular de unos 300 metros de radio, cuya parte central serviría como vertedero con dos vanos. La cota máxima del embalse alcanzaba los 36 metros sobre el lecho del río y, entre los daños colaterales, se contaba con la inundación de parte del pueblo de Manzanal de Abajo.
El proyecto de Martínez Artola contemplaba aún la posibilidad de otro salto en Villar de Farfón, con una presa de 25 metros de altura. Esta última ejecución quedaba pendiente de la definición de los canales de riego que indicara la Confederación Hidrográfica del Duero.


(Continuará)

20 ene 2010

cien



Hum, los números. Todos lo son. Naturales, enteros, racionales, irracionales, primos, pares (impares). Pero desde nuestra inexactitud somos dados a celebrar los redondos, vaya usted a saber. Sucede que esta entrada supone la número cien del blog y, claro, no voy a evitar la conmemoración. Como soy un poco torpe se me ha ocurrido una vez más abusar de vosotros -seguidores, lectores más o menos habituales- y solicitar vuestra ayuda. Así os pido que, entre las cien entradas, elijáis una para recordar. La que más os ha llegado, la que os acercó a este espacio... la que gustéis.
Intento predicar con el ejemplo. Las fotos pertenecen a sesiones ya visitadas y aquí va mi lista de entradas significativas -aunque, como a todo “artista”, mi preferida es siempre la siguiente.



21-04-09 Sandín: de entre las aguas.
“Muchos años después, ya postrado en el lecho que habría de acogerle en su muerte, Aurelio Buenadicha aún recordaba la jornada en la que acabaron las obras del embalse de Cernadilla, el embalse que sepultó bajo las aguas para siempre la mayor parte de su pueblo natal (...)” [Leer Completo]



26-05-09. Trevinca, el techo de Sanabria y Carballeda.
“ (...)La cima está cubierta de nubes y vuelve a aparecer la nieve. Reponemos fuerzas con algo de alimento y bebida y tras no pensarlo mucho…la cabezonería empuja a trepar. El camino se intuye y pensando que en época primaveral o verano sería otro tipo de excursión, en este momento, la propuesta empieza a convertirse en una dura empresa. La ventisca a medida que vas subiendo a las caras expuestas del camino, empujan hacia atrás; la nieve se hace espesa y te metes hasta la rodilla o bien está casi petrificada por lo que sin crampones hay que pegar “patadas” en la misma, para hacer una “escalera” ayudándote de los palos de travesía. La cosa se llega a poner complicada y las fuerzas merman (…)” [Leer Completo]



20-06-09 Santa Cruz de los Cuérragos
“(...)Un día le pregunté al señor cura el porqué del nombre del pueblo: “Cuérrago viene del latín corrugus, que era el barranco por donde se arrojaba los detritos de las minas. Aquí se los llamamos a esos cauces que se marcan en las laderas, donde se acumula la vegetación. Y Santa Cruz, pues, siendo cristianos, ¿qué mejor nombre le podríamos poner, perillán?” y me soltó un pescozón de esos de por si acaso. Pero yo pienso que se equivoca, que el pueblo existía antes que los cristianos (…) [Leer Completo]



Estas son las mías. ¿Y la vuestra?



1. Monumento homenaje a las víctimas de Ribadelago
2. Ribera del Truchas, en las cercanías de Limianos
3. Sierra de la Culebra
4. Callejón en Puebla
5. Cruceiro de Rábano
6. Ciervo en Cernadilla

3 jun 2009

Cementerios



Llamadme morboso, si así gustáis, pero una de mis primeras visitas al viajar a tierra extraña es... el camposanto. Y cuanto más diferente es la cultura, más me atrae. Creo que el modo de despedir a los muertos dice mucho de la forma de ver la vida de cada pueblo. Sin embargo, no suelo hacer fotos. Me parece por un lado fácil y por otro indecoroso.
Rompo la norma y traigo imágenes de cementerios; además, muy cercanos a mí. Arriba, en Codesal, a la sombra de su propia leyenda. El siguiente, en Santa Cruz de los Cuérragos, por la paz que infunde.



Y por último, Sandín. Como sabéis, el original se encuentra ahora bajo las aguas del embalse. Pero la curiosidad no se rinde.

21 abr 2009

Sandín: De entre las aguas

Muchos años después, ya postrado en el lecho que habría de acogerle en su muerte, Aurelio Buenadicha aún recordaba la jornada en la que acabaron las obras del embalse de Cernadilla, el embalse que sepultó bajo las aguas para siempre la mayor parte de su pueblo natal: Sandín. Bajo las aguas quedaron los prados y los huertos más fértiles, los que asomaban al río, los molinos que aprovechaban su cauce. Quedaron los caminos más hermosos, los que recorrió de niño sin darles mayor importancia, quedaron casas enteras con su ajuar, sus cocinas y sus historias. Quedó la iglesia donde había sido bautizado y el cementerio donde pocos meses antes su madre quiso ser enterrada, aún sabiendo que el pantano ya estaba en marcha. Para la iglesia trajeron una bola de demolición y la tiraron a golpes.

Fue en los primeros setenta del siglo XX. Un día, cuando las aguas ya estaban alcanzando un nivel importante, Aurelio Buenadicha bajó con su amigo Tomás Prada hasta los riscos de lo que se había convertido en el final del pueblo, desde donde tenían una buena vista del embalse. Liaron con parsimonia un cigarro de picadura y lo fumaron en silencio. Después, Tomás Prada dejó escapar un suspiro, apagó despacio la colilla contra el suelo, le dio la mano y partió con la maleta bajo el brazo por el camino de la capital. Nunca volvió. Eran años en los que todos los pueblos de Sanabria y Carballeda estaban sufriendo un despoblamiento como nunca antes habían conocido, pero Sandín, pese al dinero de las expropiaciones, perdió entonces, además de población, un pedazo de su alma.

Aurelio Buenadicha nunca se fue. Junto a otro puñado de vecinos, a modo de homenaje, recuperaron de las aguas y de la rapiña el retablo y la pila bautismal de la vieja iglesia para colocarlos en la nueva. Arreglaron sus casas, construyeron otras nuevas e intentaron seguir con su vida. El embalse se convirtió en un enorme vecino absorbente que condicionaba todas y cada una de las horas del día.



Al cabo de los años, Aurelio Buenadicha pasó muchos ratos en las orillas del agua. Cuando el nivel andaba bajo era posible vislumbrar las piedras de la iglesia antigua, y aún las de las paredes de los huertos sumergidos. Le gustaba pasear por el barrio de las Casas Expropiadas, casas que la Compañía Eléctrica había comprado por su cercanía al embalse pero que rara vez resultaban anegadas. A Aurelio le parecía que ese barrio guardaba el espíritu de lo que Sandín había sido. Él no veía como las zarzas y la hiedra iban ganando terreno entre las piedras, sino que todavía era capaz de oír a la Tía Angelíca cantando mientras daba de comer a las gallinas, a Pedrín tranquilizando a su pareja de vacas antes de uncirlas al carro, a los niños persiguiéndose entre las callejas en los mismos juegos a los que él había jugado.


Muchos años después, ya postrado en el lecho que habría de acogerle en su muerte, Aurelio Buenadicha pensó que él lo que de verdad deseaba era descansar en el viejo cementerio bajo las aguas, junto a su madre y sus antepasados.

No lo consiguió.