


Estimada Milady:
Sólo unas apresuradas líneas, pues como sabéis, he de tomar la posta hacia Portugal y embarcar con premura. Mas deseo que recibáis este correo cuanto antes, ya que no he dejado sin cumplir el encargo que me hicisteis. Visité Otero de Bodas para verificar ciertas informaciones que os hicieron llegar y no, no os mintieron, mi señora. El monte que llaman El Muelo es en esta época de vivo color morado, pero no por cosa de alquimia, sino por un mar de brezo que rompe en sus laderas hacia la cumbre de roca viva cual acantilado. Allí encontré lo que dicen Huella del Caballo de Santiago, aunque yo pienso que no es más que una marca territorial de la Edad Media (1). Y también vi, sí, el extraño artilugio llamado Potro que usan los lugareños para herrar animales, aunque a mí, ante su forma, se me ocurrieron otras cuantas utilidades para quebrar la voluntad de nuestros enemigos…
No tuve noticia, por el contrario, del fantasma del tal Don Gil: se ve que al ser yo varón no me consideró digno de proposiciones matrimoniales. Es su problema.
He de partir ya. Me han llegado noticias que el enemigo, pese a nuestros desvelos, avanza sin cesar hacia Inglaterra. Si todo lo demás falla, yo he de estar allí para recibirles.
Siempre a vuestro servicio.
Rochefort.
Sólo unas apresuradas líneas, pues como sabéis, he de tomar la posta hacia Portugal y embarcar con premura. Mas deseo que recibáis este correo cuanto antes, ya que no he dejado sin cumplir el encargo que me hicisteis. Visité Otero de Bodas para verificar ciertas informaciones que os hicieron llegar y no, no os mintieron, mi señora. El monte que llaman El Muelo es en esta época de vivo color morado, pero no por cosa de alquimia, sino por un mar de brezo que rompe en sus laderas hacia la cumbre de roca viva cual acantilado. Allí encontré lo que dicen Huella del Caballo de Santiago, aunque yo pienso que no es más que una marca territorial de la Edad Media (1). Y también vi, sí, el extraño artilugio llamado Potro que usan los lugareños para herrar animales, aunque a mí, ante su forma, se me ocurrieron otras cuantas utilidades para quebrar la voluntad de nuestros enemigos…
No tuve noticia, por el contrario, del fantasma del tal Don Gil: se ve que al ser yo varón no me consideró digno de proposiciones matrimoniales. Es su problema.
He de partir ya. Me han llegado noticias que el enemigo, pese a nuestros desvelos, avanza sin cesar hacia Inglaterra. Si todo lo demás falla, yo he de estar allí para recibirles.
Siempre a vuestro servicio.
Rochefort.
(1) N. del T. Humm, otra versión más, aunque esta no me convence demasiado.