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23 feb 2012

Ronda de Hielo y Fuego




Recordaremos este invierno en Sanabria y Carballeda. No por las temperaturas extremas - aunque nos saquen cada día en el telediario: yo, que no soy el abuelo cebolleta, las recuerdo iguales y más bajas - sino por la falta de nieve y de lluvia. Esto sí que no es habitual.

La suma de sequía y maleza (y mala leche) producen indefectiblemente incendios, aún en invierno. Dice D. Alberto de Castro, delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Zamora y objeto de una querella criminal por prevaricación y cohecho, que son "provocados por los lugareños" y ha solicitado más vigilancia policial.


Es como si yo dijese - no lo hago - que LOS miembros del SEPRONA del cuartel de Puebla están conchabados con los furtivosLOS lugareños no nos reunimos después del café para subir a quemar el monte. Nunca defenderé el uso de los incendios como arma - es un cañón que hace más daño al que lo maneja que al enemigo de enfrente - pero  un refrán indigena dice que quien siembra vientos recoge tempestades. Y hay declaraciones que son muestra de la actitud con la que se encaran las diferencias de opinión. No son las primeras del mismo tono.


Pd. Me da cosilla salir a "denunciar" cosas como ésta y no decir nada sobre  asuntos mucho más importantes que están ahora mismo sobre la mesa, pero...

1 feb 2012

A Verea da Louxa, por Tanxilde

Una vez más mi amigo y paisano Kiko Blanco, Tanxilde, honra este blog con  una historia portexa, una historia de trabajos olvidados, de amistad y de iniciación con la Sierra y Trevinca como telón de fondo. Espero que la disfruten tanto como yo.


Joaquín tiene 14 años, su amigo Julio  alguno menos. Estamos en la década de los 60, los americanos están pensando en ir a la luna en un caballo lleno de brío pero manso y dócil a la vez llamado Apolo.
En Porto, más modestos, han preparado otro viaje. Unos treinta kilómetros, pero para ellos es la aventura con la que soñaban desde el año pasado, desde que le hablaron de unos montes altos y unos valles muy profundos, allá por Trevinca, tanto que daban vértigo.
Están atemorizados, por lo que les han contado los mayores de la vereda por la que van a surcar estos días… viajes de ida y vuelta durante una semana. Les quita el sueño el dicho de que siempre se despeña un caballo hasta el fondo del valle, aunque los jamelgos que dispondrán son viejos, torpes y lentos, nada de bravura…
Joaquín, para dominar su temor y distraerse, piensa en una anécdota muy graciosa que hace unos años le hizo reír a carcajadas,  pero ahora ni se inmutan las comisuras de sus labios… se acuerda de fulano… no sé el nombre. Que siendo niño como él iba de camino a la escuela. Era tiempo de matanzas y en esto que se topa con una de ellas, el cerdo tumbado en un banco, rodeado por media docena de mozos, berreaba como reo a muerte. Se le ocurre decir al niño.

- ¡Berra, berra cobarde porque te matan… anda que si tuvieses que ir a la escuela, que no harías!!!!


Lo de ir a la escuela es una broma comparado con lo que van a vivir estos días y este recuerdo que en otro tiempo le hizo reír a carcajada limpia, ni le perturba ni le aparta el pensamiento de la maldita vereda.
El viaje de ida hasta la cantera de pizarra durará seis ó siete horas, por lo que salieron durante la noche para que el amanecer les ilumine el camino a la altura de Moncouvo, donde empezará la subida más fuerte y al mismo tiempo hacerlo de mañana, cuando el sol todavía no calienta demasiado… será un tercio del camino.
Julio lleva un rato mirando  a Joaquín, no entiende cómo puede mantenerse encima del caballo dormido y con las manos metidas en los bolsillos; claro que su padre que va caminando delante, lleva las riendas, (lo que no sabe es que solo lleva los ojos cerrados, pero sus sentidos van en vigilia). El sin embargo va cómodamente tumbado en los “feixes de palla” (manojos de paja) que utiliza como colchón, pero  el traqueteo del carro y el sonido del roce del acero de las ruedas con la  roca del camino le impide dar cabezada…aunque  el choque de las herraduras de los caballos con las piedras del camino, (su padre también lleva en los zapatos “de pao” herraduras, para evitar el desgaste de la madera), que emiten el mismo sonido que los caballos,  le hacen  adormecer…


Al pasar a la altura de la “casa de la Cacheta”, casi le entra el pánico al ver la sombra de los caballos y la silueta de los que iban delante proyectadas por la luz del farol que les iluminaba sobre la pared de la cabaña de ganado. Le recordaba las historias de bruxas y apariciones de difuntos en las veredas al anochecer…sintió como se le erizaban los pelos y le penetró un frío gélido hasta los huesos. Pero… seguramente los lobos y jabalíes, también sentirán ese miedo y saldrán huyendo, por lo que dio por buenas aquellas sombras atemorizantes.
En total para la expedición iban dos carros arrastrados por tres parejas de vacas cada uno, en el que iba Julio tumbado, acarreaba la paja que serviría para amortiguar los golpes de la pizarra y no se rompa en el transporte - entre pizarra y pizarra se pone una fina capa de paja - también además llevaban los víveres para una semana de todos nosotros y en el carro de atrás iban los “mañizos” de hierba para dar de comer a los caballos y vacas.
Allí en la cantera de la Mortera, llevaban unos días tres vecinos más arrancando la pizarra de la roca, por lo que cuando llegasen estaría lista para cargar en los caballos.
Cuando llegaron a la altura de Foio Castaño, allí establecieron el campamento, dejaron los carros y almorzaron un frugal trozo de pan con tocino curado al humo y cocido. Para seguir a partir de allí la vereda que discurría como un filo de navaja por la loma de una  montaña que descendía  hacia la cantera. Todavía le quedaba una hora de camino con los caballos.
Las vacas quedaban a cargo de uno de los vecinos que las pastorearía a lo largo del día y evitaría que se perdiesen en la serranía. Durante la noche habían establecido un perímetro en una vaguada del que no saldrían porque les estarían vigilando a turnos. Y si lo hacían sería porque siempre hay alguna vaca que hace de líder y les incita a seguirle, a buscar más seguridad o alimento. (A estas vacas líderes es a las que se les pone un cencerro (chocallo en su idioma, el portexo) y siempre estarán localizadas.
Terminado el almuerzo empezaron a descender por la vereda, por la derecha se hundía la montaña y formaba un valle profundo y al fondo un bosque donde apenas distinguía los árboles. Dicen los mayores que son tejos y tan espesos que hace pocos años los utilizaban los “huidos “como refugio y santuario. A mitad del camino había un recodo con una roca que sobresalía y en el cual muchos caballos tropezaban lateralmente con la carga y se precipitaban al vacío. Era el punto más peligroso del camino. Ese día hicieron dos viajes de pizarra, el resto de los días harían cuatro, dos de mañana y dos de tarde.


Al llegar con el último del día, siempre poco antes de ponerse el sol, para poder recoger leña, (normalmente brezo seco o piorno) y poder mantener una lumbre para condimentar ciertos alimentos, normalmente asar carne y el lujo de un café de puchero, (eso sí para los mayores), descansaban al calor de la lumbre. No faltaba  la bota de vino que se rellenaba de un pellejo de cabra. Y el agua que utilizaban la proporcionaba el nacimiento del rio Xares unos doscientos metros hacia Trevinca. Cuando las ultimas brasas e historias contadas por los mayores se apagaban, se metían enrollados en una manta entre los mallizos de hierba y los feixes de palla.


 Pegados unos a otros para mantenerse calientes y poder dormir y recuperarse del arduo trabajo. El dormir pegados unos a otros también les daba seguridad ante los habitantes de la noche, fuesen bruxas, lobos o jabalíes, que seguro les acechaban desde la oscuridad. Podían oír las conversaciones entre ellos en forma de aullidos, berridos…El sueño llegaba sin apenas enterarse. Julio y Joaquín se quedaban hipnotizados al ver tantas estrellas brillar en el firmamento, y de vez en cuando surgía alguna de la nada y desaparecía de la misma manera, dejando un rastro, brillante y fugaz. (Por ese mismo camino de los cometas y los dioses, había tres viajeros, de los que estaba la humanidad pendiente, (Armstrong, Edwin y Collins.) Su camino era más largo que el de Joaquín  y Julio, más peligroso y audaz, más excitante y grabado en nuestra historia. Pero el de estos dos niños que en estos días empezaron a cruzar la frontera de la adolescencia. Transformó para siempre su personalidad, entre bruxas, jabalíes, lobos y todos los habitantes de la noche.
Por la mañana ordeñaban una vaca del tío Francisco y comían unas sopas de leche muy calentitas para recuperarse del frio de la noche.


Así estuvieron durante una semana en el mes de septiembre. Julio y Joaquín vivieron la aventura que les hizo sentirse hombres, y sabían que durante los primeros días en la escuela serian la admiración y atracción de sus compañeros… seguramente también la envidia de algunos por este viaje que les ha transportado a otro mundo mágico. Porque habían vivido donde lo hacen los lobos, corzos, jabalíes y… todos esos seres que por las noches nos dan tanto pavor. Pero habían sobrevivido, no habían llegado a la luna… pero la habían tocado entre tantos, aullidos, bramidos y sonidos de las noches estrelladas en la montaña.

Texto y fotos: Kiko Blanco, Tanxilde


18 jul 2010

La Diferencia del Rojo y el Azul

Mi paisano y amigo Tanxilde, al que recordaréis por el estremecedor relato "La caravana del Mercado", vuelve a asomarse a estas páginas. Una vez más es la Sierra de Porto la auténtica protagonista, con su dureza... y también sus lugares de incomparable hermosura. Preparaos: viajamos atrás hacia tiempos muy difíciles:


 La Alta Sanabria ha sido un lugar de paso para pastores de trashumancia, para algunas aves llegadas de África huyendo de la agonía del calor, pero también de los que… huían de su propia historia y se escondían de aquellos que no admitían su forma de pensar. Hay muchos nombres famosos, sus alias: Animas, Paciencia, Bailarín, Guaje, Abelardo... tantos, tantos y tantos que pudo ser cualquiera el protagonista de esta historia.

De pequeño me contaban historias de estos personajes que me atemorizaban, pero ahora les veo como los
últimos románticos del siglo veinte, los héroes que lucharon por lo que hoy tenemos y quizá no valoramos lo suficiente… La libertad. Va en su honor este relato.

Era verano, afortunadamente se quedó atrás el frio gélido del invierno que les impedía mover de sitio, por un lado implicaba riesgos de morir de frío o de ser descubiertos por las huellas que quedaban permanentemente sobre la nieve, por lo que vivían escondidos en los pueblos, pallaregas, currus. Pero aun así y todo, en Julio las mañanas de rocío en la sierra no son agradables y a veces se quejan sus huesos, ya doloridos de tantas escapadas.
Sus compañeros duermen agotados a pierna suelta, o eso parece, metidos entre la hierba de unos palleiros. Descansan mientras el vigila su sueño y seguridad. Confían en él y no les debe defraudar aunque el sueño le quiera doblegar.

Para vencer al sueño mira hacia arriba, hay un cielo estrellado y parpadean algunas estrellas sobre un fondo negro, negro como su futuro. ¡Que paz, que silencio! Solo rota por el aullido de algún lobo contestado por el eco y a veces por otro lejano -se hablan unos a otros, de monte a monte. ¿Qué barruntarán? Le gusta ese cielo, es inmenso, casi tanto como la nostalgia y añoranza que siente dentro de sí… Piensa en sus padres, ya viejos ¿como pueden soportar el dolor de verle huido como una alimaña?...Él, que era la esperanza de su vejez,…Ahhh prefiere no pensar ni ahogarse en el llanto, solo buscar una salida a esta vida incierta y asilvestrada como los que ahora aulan.


Para distraerse piensa en ese cielo… aquel punto rojo hacia el sur, dicen los entendidos que es un planeta, Marte y arriba en el zenit esa vereda más brillante y lechosa es el Camino de Santiago…, también cree recordar que aquellas siete estrellas juntas y pequeñitas se llaman las Pléyades, y distingue ese cuadrado con tres estrellas colgando, dicen que forman el cinturón de Orión, un guerrero como él, pero más fuerte e invencible, ya que se siente pequeño y mediocre. Hacia el sol naciente brilla el lucero de la mañana, ¡Cuánto le alegra la vista y el alma!, sabe que es Venus, un planeta con nombre de una diosa. ¿Y se pregunta si vivirá gente allí, si serán tan desgraciados como él? Quizá no tengan guerras y sean más inteligentes que nosotros y no se maten entre ellos. Bueno, que más da, eso no va a cambiar las cosas, piensa.
Este es el segundo verano que pasa en el monte. Cuantos recuerdos ya acumulados, y extasiado por la vista explaya el pensamiento por los recuerdos que más que placer le producen dolor…


¡Que pasa rapaz!, ¿estas solo?... se acuerda del susto que le dieron al Zagal de Foioenfranco cuando de sopetón se presentaron en la majada. Después de recuperarse del susto le ofrecieron un cigarro, eso le dio confianza y le comentaron que necesitaban unos corderos para comer y que les señalase cuales eran del “amo” para no perjudicar a los pobres pastores, pues les consideraban tan míseros como ellos. Después de señalarles unos cuantos, cogieron los que les parecieron. Les desangraron y destriparon para acarrear menos peso, ya que tenían que caminar con ellos al hombro muchas horas de sierra. Fueron generosos, uno de los corderos descuartizados se lo ofrecieron para ser comido por él y los pastores que compartían el duro trabajo, sabían que se alimentaban a base de sebo, pan, tocino y poco más, por lo que les brindaron uno de los corderos, eso le hizo sentir orgulloso. Robar a un rico para compartirlo con un pobre, esas eran ocasiones en que se quitaban el hambre y les daba fuerzas para seguir. E incluso hubo días en que se permitían el lujo de asearse el cuerpo y la ropa, en las limpias aguas de algún rio de montaña y bajar a la verbena de algún pueblo para divertirse -aunque era difícil quitarse el olor a monte, el olor a lobo decían ellos. En esas ocasiones se hacían pasar por tratantes de ganado que iban de paso. Era el momento en que disfrutaban del vino y alguna copa de aguardiente y se aprovisionaban de tabaco, pero esto era peligroso por lo tanto escaso y esporádico y no bajaban todos, solo los más avezados.


Repasa una ocasión del verano pasado, era el 26 de Agosto, feria en Porto. Estaban cansados de tanto tocino y comida atrasada que decidieron acercarse al pueblo y poder disfrutar del pulpo, (plato típico de esta feria en que una pulpeira gallega lo preparaba ). Estuvieron agazapados no Picheiro das Anduriñas, a media ladera de la montaña da Costa, toda la mañana ojeando el ferial, pero no se atrevieron a acercarse pues veían a los de la benemérita patrullar por los alrededores… y por desgracia también a tratantes de ganado ir hacia el Curru Concello, con sendos platos de madera con rojo pulpo que les hacían salivar. ¡Vaya día mas perdido!, pensó…salvo por el contacto que debían de tener a la noche con otros huidos que procedían de Corzos, un pueblo al otro lado de la montaña que era gallego.


Se refugiaban en una  propiedad de José Corrales,… ¡justo al lado del cuartel de la Guardia Civil, vaya cojones!... donde nadie podía sospechar. Era una familia afín a la derecha pero bondadosa y generosos con los rojos por solidaridad y de ellos no podían recelar.
Después del contacto, de madrugada y al son de una gaita gallega que tocaba en la verbena se alejaron del pueblo hacia el monte, a su hogar, sin probar el pulpo que les dejó desazón en el estomago. Y como alimañas se perdieron en la oscuridad de la noche. Durante la retirada él y su amigo se juraron y prometieron que en la próxima feria iban a reventar de pulpo y se hicieron una apuesta de quien bajaba primero al pueblo y pedía la primera ración. En eso pensaba cuando miró al compañero que dormía acurrucado entre la hierba del palleiro -testigo de aquella apuesta- y contó que solo faltaban 47 días para la feria.



Pero los sucesos y la misión de ayer que les había acercado de nuevo a Porto, para tomar represalias con la Guardia Civil por un hecho pasado y que no quería recordar, pues le causaba dolor y dolor le causó tomar el desquite que tuvieron que poner en juego, cambió la ventura.
El día 8 de Julio, ya tenían preparado el escenario para la asechanza, era un lugar en Peñas Blancas, lugar de paso de la gente hacia el Mercado del Puente.
La emboscada que le habían preparado a la Guardia Civil, aprovechando que tenían por costumbre acompañar a los vecinos de Porto que iban al mercado de compra y así vengar la muerte de ciertos compañeros, había salido mal.
Esto le producía desazón y agotado se quedó dormido…No le despertó el canto del gallo, no. Fue el canto estridente de unos carros que bajaban cargados de hierba de los prados de la Freixiña y el bramido de unas vacas que pastando durante la noche, se habían acercado donde ellos estaban pernoctando, en el Prado de sete Costelas, cerca del Barreiro. Tenían que cruzar una última montaña y estarían a salvo en su santuario en Foio Castaño. Pero se sentían sin fuerzas, todos estaban heridos menos él, el compañero corría el riesgo de morir desangrado, estaba tiritando y no de frio precisamente.
Hacía dos noches había tenido una premonición y así fue, murieron su compañero y amigo, unos cuantos guardia civiles y un joven pastor inocente de Porto de 19 años llamado Juan. Este nunca pudo reunir el ganado que iba a buscar al monte y… su amigo nunca le ganaría la apuesta de ser el primero en pedir una ración de pulpo en la feria.


Le apodaban Ánimas, espero la suya no vague en la oscuridad de tan negra, oscura noche y descanse con la paz que en vida le arrebataron.

Texto: Tanxilde
Fotos: Xibeliuss

Tanxilde nos adjunta así mismo dos enlaces de videos grabados en la zona de la historia. Podéis verlos aquí y aquí

27 jun 2010

El habla en Lubián y la Alta sanabria


"El rincón NO. de la provincia de Zamora, encajado entre las de León, al N., Orense, al O. y Portugal, al S., presenta unas características especiales que lo distinguen radicalmente del resto del territorio zamorano. Basta ojear ligeramente un mapa de la provincia de zamora para advertir al punto que dicho rincón constituye como un morro o saliente muy marcado en el conjunto de la línea lindera provincial. Quisieramos, desde los primeros renglones, señalar dos hechos decisivos que prueban que ni geográfica ni históricamente existe relación entre esta región y el resto de las tierras zamoranas.
Sea el primero la presencia allí del río Vibey [sic], el único que en toda la provincia no pertenece a la cuenca del Duero, sino a la del Miño, ya que se trata de un afluente del Sil, cuyos primeros kilómetros discurren dentro de las lindes provinciales zamoranas.
En cuanto al lado histórico y humano, señalemos que a partir de Padornelo, y hacia el O., comienza a hablarse no ya otra variedad dialectal, sino otra lengua: el gallego, constituyendo la doble barrera impuesta por los montes, de una parte, y por el habla, de otra, un hecho aislante de esta zona del resto de Sanabria (...)



Apuntemos como hecho significativo que un coche de línea establece el contacto diario entre Puebla de Sanabria y Verín (Orense), y que todos los pueblos situados al O. de la Portilla de La Canda miran en sus diarias relaciones hacia Galicia, limitando su trato con la Puebla, y nada digamos de la capital de la provincia, Zamora, a los trámites puramente ineludibles del papeleo burocrático oficial (...)



La situación de esta zona ha debido ser anómala desde antiguo. Baste para confirmar esta opinión el toponímico Trevinca, nombre del pico de 2.045 m. de altitud [sic. En realidad son casi 100 m. más], en cuya cima convergen hoy los límites de las provincias de León, Orense y Zamora, pero que es nombre antiguo y que indica que muchos siglos antes de la moderna división en provincias ya convergían en él los linderos de tres pueblos antiguos: Trevinca < TRIFINICA. (...)


Ya he señalado en otras ocasiones que al revés de la zona leonesa de Sanabria, en la que el dialecto se pierde a pasos agigantados, por tener sus habitantes un marcado complejo de inferioridad lingüistica al creer que hablan un mal castellano, y oírlo así de boca de maestros y funcionarios, no ocurre lo mismo en la zona zamorana de habla galaico-portuguesa, pues sus habitadores saben que no hablan mal, sino que lo hacen en otra lengua (...)"
Luis L. Cortés y Vázquez: El dialecto galaico-portugués hablado en Lubián (Zamora) Ed. Universidad de Salamanca, 1954.


Y os dejo con una leyenda recogida por el mismo autor en Lubián:

"Todas as mañás, según decían os vellos, saía a eso de nacer o sol, e baixaba onde a cachueira do pozo, e sentándose n unha pedra, púñase a pendarse, recolléndose depois a sua casa.
Cerca de este sitio, hay unha fonte, aonde dita moura iba pol-a agua, pra suas necesidades. A fonte chámase dos sete bocais"


(Traducción aproximada: "Todas las mañanas, según contaban los viejos, salía al nacer el sol y bajaba al salto de agua tras la poza y, sentándose en una piedra se ponía a peinarse. Cerca de este sitio hay una fuente donde la mora iba a buscar agua para sus necesidades. La fuente se llama de las siete bocas (caños)" Creo que se refiere al paraje ahora conocido como la Poza de la Moura, no lejos del Castro de las Muradelas.)


Enlace al libro en Google Books

Pd. El verano es para mí tiempo de especial jaleo. No es mi intención colgar el cartel de "Cerrado por Vacaciones" en ninguno de los blogs, pero sí es cierto que la actividad  -y las visitas a sus respectivos blogs- va a estar más amortiguada. Intentaré estar lo más al día posible y gracias por la comprensión.

16 may 2010

La Caravana del Mercado


En línea recta, Porto dista apenas veinte kilómetros de El Mercado del Puente. Por carretera son sesenta y cinco kilómetros: más de una hora en coche, si se da bien. Es una vieja aspiración de la comarca el trazado de un camino más directo, pero el problema es atravesar la sierra. Con cotas por encima de los mil seiscientos metros, es un territorio agreste y hostil -también de gran belleza- donde arrecia la nieve y el viento: en según que estación puede ser muy, muy complicado. Hoy tengo el gusto de presentaros un relato de mi paisano Kiko Blanco. Es una historia real de la Segundera. Posiblemente no sea la única de este tipo.


Ahora que estamos en invierno y por la crudeza del tiempo y las largas noches, nos aletargamos en algún fiadeiro de vecindario, es el momento propicio para contar alguna historia del pasado. Seguro que algún vecino recuerda aquella ocasión en que…


Era un día de otoño, oscuro y lloviznoso. Estaba co gao por la zona del Vidual y el agua se deslizaba por el capote como si por un louxao se tratase. Los pies, de momento estaban calientes en los zapatos de pao. Tenía una buena plantilla de palla, pero aun así tenía que estar zapalexando por el frio. Lo cierto es que estaba esperando por un vecino que venía un poco más abajo. Deberíamos quedar para preparar un viaje al mercado para acarrear suministro para sobrevivir al duro invierno que se avecinaba. Yo tenía que traer aceite y sal y un poco de azúcar…además de un pelexo de vino. Cuando llegó, después de quemar unos pitillos hechos con corteza de avellano que me dejaron el pulmón como si hubiese soportado un terremoto, acordamos en ir dos días más tarde. Yo ya había buscado una burra de un vecino, que estaba media bravía.
Salimos a eso de las seis de la mañana y nos vino la luz del día en Puenteporto, llevábamos un farol para alumbrarnos un poco hasta llegar a la altura del Campo, pero con el aire que hacía se apagaba y no había forma de encenderlo.


Ya cuando pasamos el puente de Puenteporto, en aquellas laderas empezó a nevar, caían unas flepas, como follas de rebolo. Doscientos metros más atrás nos seguían unos vecinos del pueblo que iban al mismo mercado. Por el frío que hacía nos tuvimos que bajar de los caballos, pues la experiencia me decía que había riesgo de congelación por falta de ejercicio.
Por fin al coronar las montañas y bajar hasta la laguna de Sotillo, dejó de nevar, (ya que bajamos de altitud), pero atrás seguro que quedaba nevando, ahora a medida que bajábamos hacia Sotillo, la nieve se había convertido en aguanieve y posteriormente en una fina llovizna.
Llegamos al mercado del Puente sobre el medio día, eso si no nos engañaba el reloj de mi vecino. (Era el único del “barrio del cima” que poseía esa modernidad y lo había comprado en la mili… allá por Sidi Ifni a un moro). Después de un viaje por la sierra de unas seis horas, nos apetecía una jarra de vino en alguna taberna del mercado y para allá que fuimos. El mercado ya estaba en su apogeo, entonces eran unas cuatro casas lo que había por allí.


Muchos nos conocíamos de la feria de Porto, y otros de otros viajes. En el mercado nos encontramos con más gente del pueblo. (Eso era bueno porque el viaje de vuelta iba a ser muy duro como siguiese nevando). En invierno el peligro era el mal tiempo y en verano los “rojos”. En una ocasión en que íbamos cuatro por la zona de Peñas Blancas, nos salieron y robaron parte de la carga. (Quizá por compasión nos dejaron parte, ya que se sentían tan miserables como nosotros). Llegamos a casa casi tan vacios como habíamos salido. También otro peligro era la propia Guardia Civil, que con el pretexto del estraperlo se incautaban con algunos productos que de seguro no llegaban al cuartel, si no a sus propias viviendas. Te partían el alma cuando después de un viaje andando por la sierra de doce o más horas te dejaban sin nada (o los unos o los otros).
Nos juntamos los de Porto en una posada parea comer. Algunos determinamos volver ese mismo día ya que temíamos que el tiempo empeorase, otros decidieron esperar al siguiente día.
Después de pasar en el mercado unas tres horas, partimos a la sierra. El grupo estaba formado por unas cinco personas, entre ellas D. Martín, (abuelo de Martín Roquexo) y la tía Pepa “Curina”.
La primera parte del camino fue fácil, pero a medida que nos adentrábamos en la sierra, el tiempo se encrudecía y al encontrarnos de nuevo en la laguna de Sotillo, había unos cincuenta centímetros de nieve. ¡Eso no era nada!. Pero arreció el temporal y la cibrisca que caía era tan helada que nos hacía daño en la cara. Los pies y las manos ya empezaban a doler a causa de la congelación, pero no podíamos parar, sabíamos que de hacerlo nos moriríamos de frio y todavía quedaban unas cuatro horas de camino (en condiciones normales).
A medida que avanzábamos el frio se hacía irresistible. Yo para calentar las manos, metía los dedos en la boca y con el aliento se templaban un poco.
No había ningún refugio en lo que quedaba de camino. Recuerdo que mi abuelo me contó que había una ermita, llamada de San Pedro, en medio de la Vega de la Segundera. ( Hoy bajo las aguas del pantano de Puenteporto). Según él, iban los mozos de algunos pueblos de Sanabria de romería , pero ya solo estaban las ruinas.


Seguíamos caminando y de pronto la tía Pepa me dio un tirón del capote y me dijo que se quedaba atrás “para hacer sus necesidades”. Le dije que pararíamos a esperarla, pero ella me sonrió y me dijo…- "ya me quedé sola en otras ocasiones y terminé el viaje"-.Se lo comenté a algunos compañeros pero prefirieron no parar y acordaron que ella ya seguiría nuestras huellas. Ella asintió con la cabeza.- la vida en los momentos de extrema gravedad nos proporciona la suficiente sangre fría , o tal dosis de egoísmo para sobrevivir, que determinamos dejarla sola-.
Allí se quedó detrás de una roca, refugiada del viento. Caminamos durante una hora más, perdidos por la niebla… y la nieve que lo transforma todo y el aspecto de todo lo cambia…muertos de frio y de cansancio. Yo no me quitaba de la mente a la pobre mujer que había quedado atrás. Se me partía el corazón, pensando en la elección de dejarla sola. Debatimos en volver a buscarla, pero nos dimos cuenta que la nieve que caía cubría rápidamente las huellas que dejábamos y si estábamos perdidos volver hacia atrás implicaba mas desorientación. Optamos por seguir caminando. Así, para salvarnos nosotros condenamos al más débil, ya que tenía pocas posibilidades de salvarse, pero era una elección, o ella sola o todos nosotros.
La niebla, empezó a emborracharnos y llegamos a sentirnos perdidos, pero no debíamos dejar de caminar si no queríamos morir congelados. Fue entonces cuando a alguien se le ocurrió la idea que nos salvó probablemente la vida, a él se la había contado un compañero de viaje en otra ocasión. Consistía en dejar los caballos solos y el instinto los llevaba a casa. Así no teníamos más que seguirles. Y fue lo que hicimos. Estuvimos todavía seis horas más de viaje y cuando llegamos. (Gracias a los caballos)… había sobre un metro de nieve en el pueblo.
Arriba, en la sierra probablemente mucho más… y allí se había quedado la tía Pepa. Fue su último viaje. Su última compra en el mercado.


Glosario de Porteixo:
Fiadeiro.- Reunión en la casa de uno de los vecinos por varios vecinos en las noches de invierno. Antiguamente se formaban por los quintos y quintas cada uno por su lado hasta los días previos al carnaval.
Gao.-Es el conjunto de vacas de un vecino.
Louxao.- Tejado.
Pao.- Madera, en los zapatos de pao la base era de madera y con herradura como los caballos.
Palla.- paja.
Zapalexando.-Zapatear los pies en el suelo.
Pelexo.- Era la piel de algún animal que se utilizaba como recipiente de líquidos, normalmente de vino y la piel de cabra.
Burra.- Existe la costumbre de llamar burras a las yeguas.
Flepas.- copos de nieve
Follas.- Hojas de árbol. (de rebolo: de roble)
Pousada.- posada.
Roquexo y Curina.- Motes de Porto.
Tía.- En Porto se suele llamar tías a todas las mujeres… (Vamos como ahora).
Cibrisca.- La nieve que cae batida por el viento.
Capote.- el mismo significado que en castellano, eran de hule y para el agua. 

Texto y Fotos: Kiko Blanco

17 ene 2010

Piedras


Robledo

Requejo

San Román

Remesal

Muelas de los Caballeros

Sotillo

Porto


El Puente


Manzanal de Arriba

Sejas de Sanabria

Val de Santa María

Cerdillo

Rozas

Villardeciervos


piedra seremos, noche sin banderas,
amor inmóvil, fulgor infinito,
luz de la eternidad, fuego enterrado,
orgullo condenado a su energía,
única estrella que nos pertenece.

Pablo Neruda

13 nov 2009

Fritz Krüger: El ayer de Sanabria

 

"La finalidad de este libro es la descripción de la cultura material de una zona hasta hoy prácticamente desconocida: Sanabria. Esta región pertenece a la provincia de Zamora, formando su parte noroccidental. Viajé por ella durante el invierno 1921/22 para conocer su lengua y cultura. El trabajo presente contiene exclusivamente los resultados referidos a la cultura. (...)
"Prescindiendo de las molestias y fatigas que conlleva un viaje a pie por los montes de León, aumentados por la dureza del invierno, no he tenido dificultades a la hora de recopilar el material. Siempre me acordaré con agrado de las horas cuando en la calle y el campo, o junto al fuego del hogar durante las frías noches de invierno, charlando con los pastores y los campesinos, he reunido el material que forma la base de éste y una serie de otros trabajos
."
Fritz Krüger, de la introducción a "La Cultura Popular en Sanabria". I.E.Z. Florián de Ocampo.Diputación de Zamora. Caja España, 1991.

Fritz Krüger, nacido en Alemania en 1889, es el antecedente directo -y sobre todo muy real- de nuestro conocido Herbert Von Patto. Interesado por la cultura española, ya su tesis doctoral versó sobre los límites entre el catalán y la lengua de Oc. En los primeros 20 del pasado siglo, como él mismo cuenta, apareció en Sanabria en busca de los orígenes primigenios de la lengua leonesa. Se las había arreglado para conseguir financiación, nada menos que en los momentos más duros de la posguerra alemana, de un grupo de comerciantes de Hamburgo: a Sanabria llegó, andando, tras realizar diversos estudios en Asturias y en la provincia de León -Las Cabreras. Después partió hacia Salamanca y aún más al sur, hasta la sierra de Gata. Tras la segunda guerra mundial se exilió en Argentina y acabó sus días como catedrático de la universidad de Mendoza. Falleció en 1974.

Durante cierto tiempo he perseguido su obra "La Cultura Popular en Sanabria", traducida por primera vez al castellano en 1991 y hoy absolutamente agotada. Por fin la he conseguido de la manera más sencilla: hablando directamente con la editorial, que, ante las escasísimas posibilidades de reedición, me ha hecho llegar el libro fotocopiado.

El trabajo de Krüger supone una instantánea fidedigna y exhaustiva de la vida pasada de la comarca, de unos usos, dialectos y costumbres que ya entonces caminaban hacia la desaparición. Tiene el libro naturalmente, algún punto discutible, sobre todo una vez pasado el tiempo: es difícil, por ejemplo, que el alemán preveyese la brutal migración que a partir de los 50 vació nuestros pueblos. Pese a su carácter puramente técnico, es muy fácil descubrir el cariño con el que Krüger se acercó a los sanabreses. Por lo que he podido saber, nuestra gente también guardó buen recuerdo del entonces joven estudioso. Me gusta imaginar su llegada, quizás por el camino de la Baña hasta San Ciprián cubierto por las primeras nieves, el tópico alemán rubio y fuertote (físicamente era así) cargado con una cámara fotográfica y libretas sin cuento. Les debió parecer un extraterrestre.

Os presento hoy una primera serie de sus fotografías. Pido disculpas ya que la reproducción difícilmente podría ser peor: escaneo de fotocopias. Pero creo que por su interés y encanto merece la pena el esfuerzo.

La Cabrera

 
Foto: Marina y Sergio


 
San Ciprián

 
Ribadelago



 
Porto



 
Puebla de Sanabria