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7 oct 2013

Sanabria, 1810: la "Guerra Peninsular" en Puebla


Los lectores más veteranos recordarán la excursión que el Vizconde De Naylies se marcó  por tierras sanabresas, allá en el verano de 1809. Hoy nuestra máquina del tiempo nos lleva al mismo escenario, pero justo un año después: agosto de 1810.

Napoleón ya había regresado a Francia, obligado por la entrada de Austria en la guerra. El ejercito británico, de nuevo bajo el mando del Teniente General Wellesley (por entonces, de momento,  Vizconde de Wellington) y con el apoyo de los portugueses - dirigidos por el Mariscal Beresford, hombre de plena confianza del anterior – y de los grupos de la resistencia española trataba a toda costa de mantener abierto un frente en la península que fraccionase en lo posible  la fuerza enemiga. En respuesta, el Emperador se disponía a invadir de nuevo Portugal y toda la línea fronteriza era un auténtico avispero.


Sanabria y Carballeda se sitúan entre dos pasos de gran importancia estratégica: Galicia y Ciudad Rodrigo. Por el Norte, la división Bonnet, amenazaba el Minho desde Astorga; mientras la división Serras, en Benavente, apuntaba hacia Traz-os-Montes. Algunos destacamentos de la división Serras, buscando avituallamiento, avanzaron por el camino de Bragança, base de las tropas del Mariscal Silveira, que se dirigió a su encuentro sobre la villa de Puebla de Sanabria.

Cedemos ahora la palabra a este militar portugués. Aviso: la entrada queda, una vez más, bastante larga; pero considero importante mantener, en lo posible, la integridad del documento histórico.


El día 29 de julio, a las 6 horas de la tarde, tuve noticia en Bragança de que a las 11 horas de la mañana habían entrado los enemigos en Puebla de Sanabria, que había sido evacuada por las tropas españolas que la guarnecían, mandadas por el General Don Francisco Taboada Gil (1), lo cual habíamos convenido si los atacantes fuesen superiores. A las 7 de la tarde del mismo día hice salir un escuadrón de caballería de esta Plaza, a fin de hacer un reconocimiento al mando del coronel Wilson. A media noche del mismo día, salí yo con una brigada de milicias por el camino de Avellada [Aveleda (2)], siguiendo la misma marcha del escuadrón.

El día 30, de mañana se aproximó el coronel Wilson a Puebla de Sanabria, y reconoció que la fuerza que existía dentro de la Plaza era pequeña, porque parte de ella habíase retirado para Momboy [Mombuey], y no teniendo noticia del lugar a que se habían retirado la tropa española, me vino a dar parte, y nos recogimos ese día para esta Plaza, dejando partidas sobre el camino que de la Puebla se dirige a ella. El día 31 tuve noticias de que el general Taboada se había retirado sobre las Portillas de Galicia, donde se mantenía con parte de su gente. El día 1 de agosto participé a aquel General que el día 2 marcharía sobre Puebla de Sanabria, que bajase con su gente, a lo que accedió, pues estaba de acuerdo.
El día 2, a las 5 horas de la tarde, hice marchar un escuadrón para el pueblo de França, y que, descansando allí algún tiempo, de dirigiese por la noche para Pedralba, donde recibiría mis ordenes, y que la 2ª brigada de milicias siguiese el mismo camino. Que el 4º escuadrón y la 1ª brigada fuesen a descansar al pueblo de Varge, y al amanecer estuviesen en el de Lobismos [Lobeznos], delante de Pedralba, donde recibirían mis ordenes. Yo me dirigí a Pedralba, donde poco después llegó el 1º escuadrón, que aquella misma noche envié colocar ante Lobismos. Poco después, mandado por el general Taboada, llegaron su ayudante y el Coronel de Benavente, dándome parte de haber llegado el mismo General con 800 a 1000 hombres de infantería, que creían que el enemigo estaba fortificado en Momboy, concluimos que al amanecer del día 3 nos adelantaríamos sobre Puebla de Sanabria, llevando por mi izquierda la fuerza española. El día 3 al amanecer estábamos al lado de la Puebla, y entonces se vino a unir conmigo el general Taboada: inmediatamente mandé entrar a algunos cazadores en el fuerte (3), situado enfrente de la Puebla, que había sido evacuado y desde donde empezaron a hacer fuego de fusilería sobre la Plaza: mandé pasar la caballería al otro lado del río Tera, y que situase avanzadas sobre el camino que se dirige a Momboy: en ese instante entraron tropas españolas y portuguesas dentro del primer recinto de la Plaza, haciéndolo bajo el fuego enemigo que se recogió sobre el segundo recinto y Castillo. Todo el día se pasó haciendo fuego de parte a parte. Mandé un parlamentario a la Plaza, intimando al Gobernador que se rindiese, a lo que respondió que tenía gente y municiones para defenderse hasta el último extremo, y que esperaba muy pronto ser socorrido por las tropas del Mariscal Massena.
El día 4 a las 10 horas de la mañana una avanzada de caballería fue atacada por un escuadrón de caballería enemiga, compuesto de unos 65 a 70 caballos, el escuadrón que mandaba el capitán Teixeira, sería de igual número, aunque se le había unido una partida del 4º escuadrón, mandado por el alférez Manuel Gonçalves de Miranda. El resultado de esta acción se muestra en la copia nº 1, que es el parte que me dio el citado capitán Teixeira; el nº 2 se refiere a las pérdidas que tuvimos y el nº 3 muestra las pérdidas del enemigo (4). Se siguió haciendo fuego sobre la Plaza todo el día, tomándose una casa pegada a las puertas, desde donde se intentó abrir un pasadizo hacia la Plaza, mas como el enemigo nos podía batir, fue muerto un soldado del regimiento de Villa Real. Las puertas de la Plaza fueron quemadas, aunque el enemigo las había tapado por detrás con  grandes piedras.
El día 5 establecimos una batería desde la que hicimos algunos tiros con una pieza de a 3 y un obús, aunque éste se inutilizó a los primeros tiros. El día 6 había mandado traer de Bragança una pieza de calibre 6, pero al ser de hierro y deteriorada, poco efecto pudo hacer. A las 9 horas de la mañana me dio parte la avanzada, que se le habían unido 100 hombres de infantería española, mandados por Don Juan de Vigarte Mendía, y treinta y tantos caballos de una guerrilla mandada por Don Juan de Agirse, diciéndome que el enemigo se acercaba con fuerzas. Mandé entonces  que la caballería se apostase tras del pueblo de Outeiro [Otero de Sanabria], y el resto de las tropas las coloqué sobre el río Tera, haciendo adelantar por mi derecha e izquierda un cuerpo de Cazadores do Monte que se colocaron en una eminencia a la derecha del río. La tropa española vigilaba la Plaza, y el resto se mantenía en mi flanco izquierdo. El enemigo venía con una fuerza de 400 caballos y de 3 a 3.500 infantes. Hizo alto en el pueblo de Outeiro, a menos de un tiro de fusil de nuestra avanzada, y luego que el general Serras reconoció nuestra tropa, se puso en retirada para Momboy, lo que hizo precipitadamente. Nuestra vanguardia se adelantó a Outeiro y sus avanzadas lo hicieron hasta el pie de Asturianos, a la vista del enemigo, que esa noche se retiró hacia Momboy.
El día 7 se continuó haciendo fuego sobre la Plaza, a lo que esta respondía con bastante fusilería y pocos tiros de artillería. El día 8 llegó una pieza de a 12, que mandé traer de Bragança, y que empezó a hacer fuego, pero siendo también de hierro, poco daño hizo. Tuve noticia de que el general Serras había sido reforzado con dos batallones italianos, venidos de Benavente, León y Astorga, y con 600 caballos que habían pasado por Zamora el día 5. El día 9 estalló una mina que se había hecho junto a las puertas de la Plaza, aunque el efecto fue pequeño, pues solo echó abajo la parte frontal exterior. Después de esto, el general Taboada hizo una intimación a la Plaza, que el Gobernador acogió aceptando una reunión, que se realizó aquella noche en el arrabal de la Plaza, y para responder a las últimas proposiciones, pidió una hora de tiempo, que se le concedió, acabada la cual dio su respuesta, concluyendo en una capitulación a la una de la madrugada, conforme a la copia nº 4. (5) [...]
Firma del General Taboada (Cuadernos de Estudios Gallegos)
En la mañana del día 10, salió la guarnición francesa y depuso las armas en la explanada enfrente a nuestra tropa. 417 hombres perdieron los enemigos en Puebla de Sanabria, entre muertos, prisioneros y algunos que durante el tiempo del asedio pasaron para nuestro Ejército. Perdieron 60 dragones, e igual número de caballos, contando los muertos y prisioneros como figura en la relación nº 3, todas las armas, y las pocas municiones que tenían, y un Águila, estandarte del batallón. La Puebla de Sanabria estaba fortificada con 9 piezas de bronce de gran calibre. Cedí todo a la tropa española, a excepción del Águila, por considerar que sería aceptada por el Illmº e Exmº Sr. Mariscal Beresford (6). El valor, sangre fría, celo y actividad que en toda esta expedición mostró el general D. Francisco Taboada Gil me sirvió de ejemplo, igualmente su Estado Mayor y el Coronel de Benavente: los demás oficiales y tropa que vi me mostraron el celo con que se emplearon en defensa de la causa común. Toda la caballería y tropa de milicias se portó muy bien [...]

Mi Estado Mayor y oficiales a ellos unidos, cumplieron con sus deberes. Luego, después de la salida de los prisioneros de la Plaza, di orden a mi vanguardia para que se retirase, lo que comenzó a realizar al tiempo que el general Serras nos venía a atacar con una fuerza de 700 a 800 caballos y de 4 a 5.000 infantes, con 2 piezas de artillería, conforme a los partes que en la antecedente noche me habían dado las avanzadas: en ese tiempo llegó de Lamego el coronel Wilson, a quien encargué la retirada de la caballería sobre el camino de Campica, y yo me retiré con la infantería sobre las alturas de Calabor, con la intención de esperar allí al enemigo, si su caballería me siguiese en terreno tan inútil (7). El general Taboada con la tropa española se retiró hacia las Portillas. El enemigo nos siguió hasta Pedralba, con gran numero de caballos, adelantándose allí un piquete de 50 caballos hacia el camino de Campica, y algunos cazadores sobre la vanguardia de la infantería. Se verificó nuestra retirada sin pérdida alguna de bagajes, municiones u hombres, a excepción de dos soldados de caballería que habiéndose extraviado, acabaron siendo muertos por el enemigo, el cual inmediatamente se retiró sobre la Puebla de Sanabria y a continuación sobre Momboy.
Tal fueron los detalles de la operación sobre Puebla de Sanabria; a excepción de pequeños acontecimientos y de las operaciones de la tropa española, que se portó muy bien en todo, y serán anunciados en detalle por el general Taboada que los mandaba y hacía mover. Espero merecer la aprobación del Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, pues mis fines fueron siempre no ser batido por fuerza superior, y poco a poco acostumbrar al fuego a las tropas que tenía la honra de mandar, siendo pocas las que han tenido ocasión de entrar en él.

Quartel General de Bragança, 14 de agosto de 1810.
Francisco da Silveira Pinto da Fonseca.
[Parte que al Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, comandante en jefe del Ejército portugués, da el Mariscal de Campo Francisco da Silveira Pinto da Fonseca de la operación que hizo sobre la Puebla de Sanabria]

Estátua do General Silveira
Estatua del Mariscal Silveira en Chaves (Foto: Wikimedia Commons)

Fuente: Episodios da Guerra Peninsular. Ribeiro Arthur, 1903
Traducción de Linsy Oflodor

Notas

(1) Perteneciente a una importante familia con origen en Deza (un tío suyo fue virrey en Perú), en 1791 se intitulaba en los documentos como “dueño y posedor de los vínculos y Maiorazgos de esta referida Casa [Pazo de Liñares] la de Brenzos y otras, señor del Castillo de Villaboa, y su Jurisdiccion de Gondufe, Rexidor perpectuo de la Mui noble y Leal ciudad de Santiago, Coronel del Reximiento Provincial de dicha ciudad” Según algunos autores, tras la guerra llegó a ser nombrado Capitán General de Galicia. Falleció en 1831.
(3) Se refiere al Fuerte de San Carlos, del que ya hemos hablado.
(4) Es la recordada como “Batalla del Prado de la Marquesa”, en las inmediaciones de Otero de Sanabria. Teixeira la reflejaba así en su informe: “Teniendo noticia a las 8 horas de la mañana del día de hoy, que un cuerpo de Caballería enemiga se aproximaba con el deseo de sorprenderme o atacarme, viendo la disposición de mis oficiales y soldados, resolví prevenirme del mismo, marchando con mi escuadrón por la Calzada Real que se dirige a Momboy y ordené al alférez Manuel Gonçalves de Miranda que marchase por la derecha aprovechando unas laderas y atacase al enemigo por la retaguardia. Encontré al enemigo poco antes de Outeiro, junto a un prado donde termina a la derecha la carretera y sin perder tiempo me arrojé sobre él espada en mano; al mismo tiempo que el alférez Miranda, con 30 caballos caía sobre la retaguardia, el enemigo sorprendido y desconcertado ante carga tan vigorosa, perdió el orden en que venía y toda la acción se tornó en una escaramuza individual, que se decidió en un momento a nuestro total favor. El enemigo, viendo el vigor con que era atacado, quiso huir dispersándose, mas ya era tarde: muertos o prisioneros todos quedaron en el campo, a excepción del comandante y cinco o seis soldados, que cuidando de salvarse, acabaron escapando.
(5) Copia nº 4. CAPITULACIÓN HECHA POR LOS SÑR.S. GENERALES  del Ejército Portugués y Español D. Francisco Taboada y Gil, Comandante de las tropas de S. M. C. Y D. Francisco da Silveira Pinto, de las de Portugal, con el Comandante del Batallón Suizo al servicio del Emperador de los Franceses, Mr. Joseph de Graffouied, que guarnecía la Plaza de la Puebla de Sanabria.
Artículo 1º. La guarnición saldrá de la Plaza a las cuatro de la mañana del día corriente, tambor batiente, y con los honores de guerra, entregando las armas en la puerta de la Plaza.
Artículo 2º. Se conservarán los equipajes y caballos a los Sres. Oficiales y a los soldados sus mochilas.
Artículo 3º. Entrarán las tropas Españolas en la Plaza esta noche y se  entregarán las municiones para conceder reposo a la guarnición en esta noche.
Artículo 4º. En atención a componerse esta guarnición de tropa Suiza, y esta no ser de las circunstancias de la Francesa, se concede  pase a Pesento de la Conena, para embarcarse a sus Cantones, bajo la palabra de honor de no tomar las armas contra las naciones aliadas.
Artículo 5º A los enfermos se les tratará con toda humildad y auxilios que sean necesarios.
Artículo 6º Serán conducidos por tropa de línea para su seguridad, para que no puedan ser molestadas sus personas, dándoseles habitación, sustento y bagajes precisos para el viaje.
Artículo 7º El comandante de la tropa Suiza, firmará las capitulaciones que serán copias para los generales Portugués y Español.
Artículo 8º Los Generales se obligan a cumplir todo lo estipulado en esta capitulación.
 Quartel General de la Puebla de Sanabria, sobre la brecha a la una y media de la noche del día 9 al 10 de agosto de 1810.
 J. de Graffouied. Chefe de Bm.”
(Leyendo esta capitulación queda claro que aquello fue una Guerra entre Caballeros. Los muertos, los expolios y la hambruna quedaron, una vez más, como cosas de villanos)

(6) El estandarte fue finalmente depositado en la Catedral de Lisboa, donde aún permanece.
(7) Para los que no lo conozcan, Calabor se encuentra en terreno montañoso: un regimiento de caballería tendría serios problemas para maniobrar con facilidad.



6 nov 2011

El "Castrado" de Mombuey


El 17 de diciembre de 1791 nació en Mombuey Pedro Francisco Escudero Martínez. Hijo de una familia muy humilde, su destino no parecía  diferente al de otros tantos niños en el mundo rural de la época; más complicado si cabe cuando pocos años después fue atacado por un cerdo y perdió los testículos en el lance. Antes del cambio de siglo - ni las fechas ni los motivos están muy claros - la familia se estableció en Valladolid y Pedro Francisco entró como niño del coro - seise - en la capilla de música de la Catedral. Al cumplir los dieciocho años, en 1810, fue nombrado violinista segundo de la seo. No era corto progreso, pero en España se acercan tiempos turbulentos: en 1812 las tropas napoleónicas invaden el país y la lista de destrozos se extiende por todo el territorio. Sin embargo, hay un jefe del ejercito francés - su nombre no ha transcendido - que se prenda del talento musical de Pedro Francisco y lo lleva consigo a París para que complete su formación musical. Es el inicio de su excepcional carrera como violinista, que le llevará a triunfar en los grandes teatros de toda Europa.




No regresó a España hasta 1830, cuando se presentó en los salones Santa Catalina de Madrid en compañía del pianista Pedro de Albéniz. La acogida fue clamorosa y ambos obtuvieron plaza como profesores en el Real Conservatorio de Música que la reina María Cristina, esposa de Fernando VII venía de poner en marcha. Decía Albéniz de su compañero que "era un excelente cantante, cuyo arte conocía perfectamente, con una gran voz de tenor y pocos cantantes de fama podrían  aventajarle en su buena escuela y manera de expresar"  - dada la naturaleza de la mutilación sufrida, es razonable pensar que su registro estuviese más cerca de contra tenor, o incluso de soprano.


Tras apenas tres años en el puesto, Pedro Francisco abandonó la capital para seguir ofreciendo conciertos por todo el mundo. Parece ser que en 1851 pasó por Mombuey, o, al menos, así lo afirma uno de sus biógrafos - quizás para comprobar in situ cuan largo había sido el camino desde la "choza" donde nació hasta sus momentos de gloria. Murió en 1868 en el Consulado General de España en París: en su testamento legó dos de sus mejores violines - uno de Antonius Stradivarius y otro de Petrus Guarnerius - al Cabildo de Valladolid "en agradecimiento a los muchos favores que había recibido en su infancia". Violines de los que, por cierto, no se conoce el destino.


Desde 2005, cuando se le nombró hijo predilecto, una placa honra en su pueblo natal la memoria de Pedro Francisco Escudero. El Mombuey de hoy, capital de facto de La Carballeda y uno de los centros económicos de nuestras comarcas, poco debe tener en común con el de doscientos veinte años atrás. Pero sí hay algo que permanece tal y como fue en los recuerdos de Pedro Francisco: la espectacular Torre de la iglesia - que ya hemos visitado otras veces. Desde su construcción en el S.XIII - por la Orden del Temple, según se dice - es imposible no fijarse en ella desde cualquier rincón del pueblo y siempre, siempre se acaba por encontrar algún detalle antes inadvertido.





Nota: Una recomendación para los interesados en la situación "política" de nuestros pueblos: El Blog Personal de Jesús Ramos. Jesús es el alcalde elegido por Trefacio en las últimas elecciones y se ha encontrado con situaciones... ¿complicadas? Este blog es una buena muestra de los problemas a los que se enfrentan no pocos ayuntamientos del mundo rural... y de las armas con las que cuentan.

30 mar 2011

La "francesada" en Sanabria


"El 23 de junio [de 1809], el horizonte era más amplio y las montañas parecían disminuir; sin embargo no podíamos divisar más de dos o tres leguas. Después de haber pasado el puerto de Lubián, el ejercito tomó posición cerca del pueblo de este nombre. Diferentes partes de estas montañas toman el nombre de pueblos vecinos. Atravesamos sucesivamente los de Chanos, Villavieja, etc., construidos en fértiles gargantas, bañadas por torrentes de agua viva. Como estábamos cerca de Portugal, varios de nuestros soldados fueron a merodear a las fornteras de este reino. Chavarría, habiendo conocido que nosotros íbamos en su dirección y temiendo ser alcanzado, dispersó su tropa y varias partes cayeron en nuestras manos.


El 24 de junio, el ejercito entró en Castilla, se detuvo en una rica llanura cubierta de cosechas y regada por los ríos Tera y Sancas [Castro]; estos ríos bañan los muros de Puebla de Senabria [N. del Autor: La Puebla está bastante bien fortificada. Esta plaza fue tomada por los portugueses en 1710, que la tuvieron hasta 1713, los cuales la rindieron a España, por el Tratado de Utrecht], que se levanta sobre una elevación que le permite dominar todo el valle. Se pueden ver dos bellos puentes; al norte se ven los restos de un viejo fuerte y al sur un castillo construido con piedra, rodeado por cuatro torres y bien conservado: los Españoles habían dejado doce piezas de gran calibre que habían enclavado.


La parte montañosa de Galicia que acabábamos de recorrer era poco fértil y los campesinos habían retirado lo que quedaba en sus casas; el Mariscal [Soult], llegado a una región fértil, quiso aprovechar sus recursos, concediendo un descanso de tres días. En los pueblos más próximos a Puebla encontramos grandes cantidades de harina con la que hicimos pan y bizcocho para quince días; es preciso señalar que debido a que los ríos se secan durante el verano y que los molinos de viento son desconocidos en esta parte de España, sus habitantes hacen moler sus granos para seis meses."
Joseph-Jacques de Naylies, Memorias de la Guerra en España durante los años 1808, 1809, 1810 y 1811. Paris, 1817.


La cuidada prosa del vizconde puede dar lugar a equívocos: no, no está contando una alegre excursión de viejos camaradas. Hay algunas frases que dejan traslucir cómo debieron vivir aquello los sanabreses de la época; desde el aprovechamiento de recursos hasta la misma fecha de la llegada de los invasores, con la cosecha sin recoger en los campos. Y, sin embargo, lo más grave se produciría casi un año después, con fuertes escaramuzas militares en el entorno de Puebla - que los españoles abandonaron por considerarla plaza indefendible - y hasta pequeñas batallas como la del Prado de la Marquesa, entre Mombuey y Asturianos. La tradición oral de la comarca lo recuerda como "la francesada" y los mayores cuentan que sus mayores contaban de corrales ocupados, de rebaños subidos a la sierra a toda prisa, de centinelas enterrados en campanarios... También, como en muchas otras regiones, de iglesias saquedas y archivos destruidos.

Muro de lajas verticales

Y quizás sean esos, los huecos en los archivos y en los libros bautismales, los rastros más visibles que hoy quedan de todo aquello.


Fotos: El Puente Viejo sobre el río Castro, en Puebla, por donde atravesaba el antiguo Camino Real de Galicia... y la antigua Carretera Villacastín-Vigo.

31 may 2010

Más Fotos Antiguas


Empezamos hoy en Mombuey, en plena Carballeda: la vieja atalaya militar del S.XIII, atribuida a los Templarios, que desde hace ya mucho tiempo cumple como campanario de la iglesia parroquial. Cuando la visitéis fijaos en el color de su piedra: no es del pueblo. La cantera está más lejos.
En estas fechas aún le faltaban algunos años para ser declarada Monumento Nacional.


La Plaza del Arrabal, en Puebla, tomada aproximadamente desde la actual oficina de Correos. Aquí sí se advierten cambios notables. Uno de ellos: las paredes enfoscadas. Hoy la piedra luce a la vista. Otros cambios no son tan afortunados.


En duro contraste con la Villa, las aldeas. Avedillo es una de las primeras de la comarca de la que se tiene constancia escrita. Esta casa ya había vivido unos cuantos años de historia en el momento de la foto.


Las imprescindibles parejas de vacas, fundamentales para el trabajo del campo. La primera de ellas, tomada en San Ciprián, nos muestra con claridad la característica raza alistano-sanabresa, preponderante entonces en la comarca. La segunda foto es en Santa Colomba.


Medeiro (montón de yerba o paja, tras separar el grano) y carro con sus estadullos en Sotillo. Los Medeiros eran omnipresentes en el paisaje de Sanabria Carballeda, y en su elaboración había que seguir cuidadosamente el proceso tradicional, so pena que el montón se viniese abajo a las primeras de cambio.


Y acabamos de nuevo en las orillas del Lago. Este pontón de madera tuvo un trágico papel en la ríada que destruyó el pueblo de Ribadelago en 1959: aquí se acumuló todo el material que venía arrastrando el agua (árboles, piedras) hasta que no pudo aguantar la presión y reventó.



Al igual que en la anterior entrada, las imágenes son de autor desconocido, de mediados de los años 20 y pertenecen al archivo de Hostal Los Perales. Los que tengáis curiosidad por conocer la visión actual de estos paisajes, permaneced atentos al blog "Volviendo la Vista Atrás". Irán saliendo cosas como ésta.


Pd. La entrada de hoy está dedicada a mi amiga alicia, ella sabe por qué :). Un abrazo.

18 feb 2010

Memoria de la Emigración II

Laguna de Peces y Forcadura, por encima de Vigo

Adelaida Ramos Morán (Vigo)
Nació el día 15 de 1897 en Vigo de Sanabria, provincia de Zamora. Fueron sus padres Pedro Ramos Prada y Vicenta Morán Rodríguez,de cuya unión tuvieron tres hijos Francisco,Clara y Adelaida, siendo esta última la menor de los tres. Su niñez transcurrió en un hogar muy humilde,pero muy sólido. Contaba con sólo 18 años cuando empezó a tener bien definido lo que deseaba en la vida y se lo manifestó a sus padres diciéndoles que ella no había nacido para labrar la tierra y que tenía otras aspiraciones. Su hermano Francisco ya trabajaba en Madrid en una mansión que poseía una familia de la alta sociedad madrileña (trabajaba como jardinero). Así cada vez que su hermano venía al pueblo a ver a la familia Adelaida siempre le pedía que la llevara con él a Madrid porque quería trabajar. El matrimonio de aquella familia ya tenían varios hijos y necesitaban una niñera,su hermano Francisco habló con los señores para ver si Adelaida podía ser aceptada como niñera de una de sus hijas. A principios no la querían porque era muy joven (dieciocho años) pero pronto demostró su seriedad y responsabilidad en el trabajo que realizaba.

El barrio judío de Villardeciervos

Vicenta Ramos Morán (Vigo)
Nací el 23 de Mayo de 1921 en Vigo de Sanabria provincia de Zamora en casa de mis abuelos matemos Pedro Ramos Prada y Vicenta Morán Rodríguez. Mis primeros años transcurren al cuidado de mi abuelo y de mi tía Clara, pues mi madre trabajaba en Madrid desde algunos años antes de yo nacer. Me quedé al cuidado de mi abuelo y de mi tía,ella ya tenía dos hijos mayores que yo,nos crió a los tres hasta que yo alcancé aproximadamente los siete años.
Mi madre venía a verme cada vez que podía. Ella trabajaba desde los dieciocho años en una mansión que poseía una familia de la alta sociedad madrileña, pues su hermano Francisco ya trabajaba en ese lugar desde hacía tiempo. Mi niñez,hasta donde yo recuerdo,transcurrió en el pueblo,donde tuve la compañía de mis primos (hijos de mi tío Francisco y de mi tía Clara). Yo era una niña muy alegre y me gustaba hacer “maldades sanas”. La casa de mis abuelos tenía árboles frutales (un manzano,un peral,nueces,uvas etc.),me gustaba coger las manzanas,nueces y peras en el árbol, siempre era yo la que subía y desde arriba las tiraba,pero como era “tan maldita”casi siempre les daba en la cabeza a mis primos,ellos se ponían “ farrucos”conmigo y le daban las quejas a mi tía. Ella casi nunca los escuchaba porque tenía delirio conmigo,se ponían celosos y mi tía les decía:¿no ven que ella es más “chiquitina”que ustedes? Yo quise mucho a mi tía porque ella para mí fue mi segunda madre.

Mombuey
Otro recuerdo de mi niñez es que cuando mi madre venía de Madrid a pasar las vacaciones me llevaba al Lago de Sanabria, le gustaba nadar y aprendió a hacerlo por debajo del agua. Un día me dijo “niña”quédate aquí,no te muevas que voy a nadar un ratito, paso el ratito y yo no veía a mi madre,empecé a llorar y a gritarle madre,madre… ¿dónde estás? Cuando de pronto la vi agitando sus manos y me gritaba niña,no te muevas,ya voy,ya voy. Pasé un susto tan grande que jamás se me ha olvidado. Mi madre era una mujer muy tierna y me demostraba su cariño besándome y apretándome contra su pecho.
Cuando mi madre retomaba al trabajo en Madrid yo me quedaba desconsolada. La niña que ella cuidaba tenía más o menos mi edad y era muy rubia,blanca rosada y ojos verdes,sus padres también eran rubios y de tez muy blanca. Cuando yo tenía aproximadamente dos años,mi madre a petición de los señores me llevó para que me conocieran,comentaban que yo parecía que pertenecía a la familia porque todos los hijos (ocho en total) eran rubios y de tez muy blanca. Permanecí en esa ocasión por espacio de quince días o más,jugando con los niños de la casa como uno más. Los señores de la casa quisieron que eso se repitiera, pero tengo entendido que eso no sucedió nunca más.
El regreso al pueblo lo hice en compañía de mi tío Francisco que como mencioné anteriormente trabajaba en la casa como jardinero. Debo confesar que jamás he podido acordarme de los nombres y apellidos de tan distinguida familia, recuerdo muy vagamente que el apellido llevaba la letra “J” por la cantidad de veces que se lo escuché decir a mi madre. Lo que sí recuerdo es que la mansión quedaba en La Puerta del Sol o cerca de ella. Mi madre me hablaba mucho de El Retiro y de la calle de Alcalá.

Triufé
Cuando apenas tenía cuatro años mi madre emigra a Cuba y me quedé nuevamente con mi tía Clara. Tenía aproximadamente seis años cuando mi tía me dijo un día:“niña”hablé con la maestra del pueblo y me dijo que ya las niñas podían ir a la escuela (anteriormente estaba prohibido para las niñas), para mí eso fue una alegría inmensa. Aprendí a leer,pero no a escribir. Digo que no aprendí a escribir porque en ese momento se estaba preparando mí viaje a Cuba pues mi madre ya me estaba reclamando para que fuera a su lado.
A finales del año 1929 emigré con mi tía Clara a Cuba. Esperando el barco permanecimos en La Coruña por un espacio de cuatro meses en una casa de huéspedes. Recuerdo que la señora de la casa tuvo muchas atenciones conmigo y le decía a mi tía que yo era una niña muy guapa,cariñosa y obediente. Nos cogió mucho cariño,recuerdo que cuando se despidió de nosotras lloraba mucho.

San Juan de la Cuesta
Estos fragmentos pertenecen al proyecto “ Memoria de la Emigración Zamorana ”, una recopilación de testimonios de emigrantes y familiares editada en tres volúmenes por la UNED de Zamora y que pueden descargarse gratuitamente en este enlace . Un hito de la historia de España - aunque estos se centren en Zamora, los testimonios son extrapolables a cualquier lugar – escrita por sus protagonistas, con nombres y apellidos. 
La primera parte, aquí.

16 feb 2010

Memoria de la Emigración I


Héctor Francisco Álvarez (San Pedro de Ceque)
Recuerdo una mañana muy temprano y con mucho frío, típica del invierno que se avecinaba, con un paisaje nevado, llegamos a Calabor, a treinta kilómetros de Puebla de Sanabria, frontera con Portugal. Era un momento de tensión de todos los que allí estábamos, sólo había militares, muy pocos españoles se atrevían a intentar cruzar la frontera. La inspección de papeles y equipaje era muy estricta, sólo podíamos pasar lo indispensable. Vienen a mi memoria las palabras de ese Comandante de la Guardia Civil diciendo que no perdiéramos tiempo y que marcháramos cuanto antes, ya que al otro día sería demasiado tarde, dado que los partes de guerra cambiaban a diario y tal vez la nueva orden fuese impedir la salida. Siempre le estaré agradecido por su generosidad. Esa mañana me despedí finalmente de mi padre con gran dolor pero ilusionado con esta nueva oportunidad que se nos brindaba. Como perseguidos, habíamos llegado a Calabor y casi conteniendo el aliento hicimos el último trámite para abandonar el país, que a esta altura ya se notaba un estado de tensión en todos lados.


Sergio Rabanillo Prada (Triufé)
Su madre, Antonia Rabanillo de Prada,hija de José Rabanillo e Ildefonsa Prada,era parte de una familia campesina pobre,formada por sus padres y tres hermanos, Dolores, Pedro y Gumersindo. Dolores y Pedro viajaron a trabajar, ya siendo Sergio un muchacho,para las minas de Bilbao. Para ayudar a la familia, Antonia se contrató como doméstica en una casa de Valdespino, un pueblo cercano a Triufé. Allí estableció una relación amorosa en la casa donde estaba empleada de la cual nace Sergio Rabanillo de Prada. El padre no lo reconoció y quedó a cargo de su madre. Por las versiones que dio hasta el final de su vida de esta etapa,como veremos más adelante,las relaciones con parte del resto de la familia no fueron buenas,y el ser hijo natural le resultó traumático para el resto de su vida.
Lo crió su madre,aprendió apenas las primeras letras y recibió,especialmente de su tío Gumersindo, un trato cariñoso. Recordaba en particular los crudos inviernos con más de un metro de nieve. En una oportunidad salió con su madre de madrugada,teniendo aproximadamente 12 años,en un carretón tirado por un caballo. Para poder avanzar,tenía que ir doblado sobre las ruedas con un jabón para que pudieran girar. En otra oportunidad,un muchacho y él cogieron por las montañas buscando un atajo para ir a Ourense. Cuando llegaron arriba,la nieve les daba por el pecho. Para salir de esa situación,se dejaron caer rodando por la nieve para bajar la loma.


Angel Lorenzo Iglesias (Mombuey)
Nuestro padre, perteneciente a una familia extensa de diez hermanos, siendo el segundo en el orden de nacimiento y el primogénito de los hijos varones, por lo que, a pesar de que nuestros abuelos tenían tierras, tuvo que dedicarse a trabajar desde muy joven para ayudar a su padre en la economía de la familia. A los dieciséis años y siendo apenas un adolescente se vio en la necesidad de crecerse y separarse del seno familiar para emigrar a Cuba y así salvarse de ser llamado al servicio militar.


Antonio Fernández Unzueta, (Villardeciervos)
Sobre su llegada a la Argentina, no hay demasiadas certezas. Estimativamente, se supone, que llega hacia 1910, porque los relatos afirman que contaba con apenas 15 años, cuando salió de su Villardeciervos natal, en la provincia de Zamora, España. Allí nació un 27 de abril de 1895, a las siete de la tarde, según consta en el acta Nº 376 y creció en el seno de una familia humilde, compuesta por sus padres don Antonio Fernández, su madre, doña Josefa Unzueta, y sus hermanos: Adelina la mayor, Eduardo y Laura, que fallece siendo muy joven y de la que no se conocen mayores detalles.
La primera de ellas [cartas desde Argentina], tiene fecha del 28 de mayo de 1916, y es enviada desde Catriló, provincia de La Pampa. Allí claramente expresa su pesar por no haber escrito antes y manifiesta cierto desánimo. Pero lo más interesante es que comunica su firme decisión de no realizar el servicio militar en España, dando como razones su total desacuerdo con la política imperante que exigía la obligatoriedad del mismo. En Argentina, por un decreto del presidente Urquiza en 1852, se exceptuaba a los españoles del servicio militar. Envía afectuosos saludos a las hermanas y a la madre.
En 1935 muere su madre, quedando pendiente su viaje definitivamente. Este hecho representa tanto para Antonio como para Eduardo una circunstancia muy dolorosa, ya que no puede cumplir su voluntad de volver a verla y mostrar esa prosperidad lograda al llegar a América. De allí que el nacimiento de su segunda hija, Elsa –sumado a que esperaba un varón– no sea narrado con la misma alegría que el primero. Asimismo, comienza a hacer referencia a la situación de España por la Guerra Civil, expresando su dolor y consternación: Con sumo interés sigo los sucesos de España por medio de los diarios, y con gran pena leo como se matan entre hermanos, la mayoría sin saber por qué..., lo esencial sería que quedase terminado cuanto antes y que todos antes que otra cosa se dieran cuenta que son Españoles y que con destruir España se destruyen ellos.


Dolores Ethel Álvarez de Cometto (San Juan de la Cuesta)
Y por las noches las tertulias ¡Ah! Eso si era infaltables [sic] en las charlas, los recuerdos, en los viejos, de su querido terruño que aun sin querer nos atrapaban a los niños y jóvenes ¿Cuántas veces habremos oído nombrar Peña Serrapia, Mercado del Puente, Puebla de Sanabria y mi padre y tíos contar de sus travesuras con las mozas, sobre todo las de los pueblos vecinos?


Estos fragmentos pertenecen al proyecto “ Memoria de la Emigración Zamorana ”, una recopilación de testimonios de emigrantes y familiares editada en tres volúmenes por la UNED de Zamora y que pueden descargarse gratuitamente en este enlace . Un hito de la historia de España - aunque estos se centren en Zamora, los testimonios son extrapolables a cualquier lugar – escrita por sus protagonistas, con nombres y apellidos.

Fotos: Los restos del antiguo paso fronterizo de Calabor.
La segunda parte, aquí