29 oct 2013

Un asunto de amor


Ésta que ustedes ven es la iglesia parroquial de Puebla de Sanabria, Nuestra Señora del Azogue. Sus orígenes se remontan al siglo XII: imaginen la cantidad de ceremonias que han cobijado sus antiguas piedras. Hoy, entre tantas, centraremos nuestra atención en una boda de mediados del S.XIX.


En lo alto de la torre las campanas repican en honor del nuevo matrimonio. Los invitados, gente de copete, se ven entremezclados con los paisanos de la Villa y sus alrededores, que abarrotan la plaza en espera de la granada que ha de ofrecer el padrino. Por fin, bajo los soportales de la iglesia, hacen su aparición los novios, ya marido y mujer ante los ojos de Dios y de los hombres. Ella es una niña de apenas quince años cumplidos, vestida de un blanco tan inmaculado como la palidez que pinta sus mejillas; él, un gallardo oficial que la dobla en edad, parece sentirse perdido ante los vítores de la multitud.


Pero ¡Hola! ¿Qué alboroto es éste? Por el extremo contrario de la plaza, venido de la calle que sube desde la puerta vieja, un carruaje sin señas se abre paso a punta de látigo entre las protestas del gentío. Ha llegado ante los recién casados, se abre una de las puertas y ¡la novia salta dentro! Los caballos inician una carrera suicida por la Costanilla abajo. El padrino, también militar, desenfunda su sable de gala y corre tras los raptores, pero a los pocos metros su avanzada edad le hace rodar sobre los adoquines. Todo ha sucedido en un suspiro y los asistentes se preguntan unos a otros, incapaces de reaccionar. El marido ha contemplado la escena en absoluta inmovilidad: como si supiese de una catástrofe anunciada y, aún así, no pudiera plantarle cara.



Ésta de la fotografía es, hoy, la Posada Real La Pascasia; en las fechas que nos ocupan era una casa de hospedaje en la que estableció su residencia un joven y ambicioso ingeniero riojano, destinado desde poco tiempo atrás en la Jefatura de Obras Públicas de Zamora y con el encargo de dirigir las obras de la carretera Villacastín-Vigo. Aquí en Puebla se enamoró a primera vista – y fue correspondido – de la señorita Ángela Vidal Herrero; mas Pedro, el padre, un militar carlistón muy chapado a la antigua, no aprobó esos amores y preparó a toda prisa el matrimonio de Ángela con uno de sus subordinados, Nicolás Abad, hombre acostumbrado a cumplir órdenes sin rechistar. Ni la hija ni el ingeniero, que además tenía aspiraciones de revolucionario, podían permitir semejante componenda y entre los dos organizaron el espectacular rapto.

Ángela Vidal (Hemeroteca La Opinión)

En 1854 la pareja se trasladó a Madrid. El revolucionario había sido elegido diputado en las Cortes Constituyentes y ése fue el inicio de una carrera política que le acabó llevando, nada menos, a la presidencia del Consejo de Ministros. Cuentan las lenguas viperinas que una de sus primeras medidas como gobernante fue ordenar los destinos más lejanos – e incómodos – para Pedro Vidal y Nicolás Abad, pues la venganza es un plato que se debe comer frío.


Nuestra pareja de raptores ya nunca se separó: incluso en 1885, un mes después de la muerte de Nicolás, pudieron contraer matrimonio cuando ambos rondaban los 60 años. Ángela falleció en 1897. Él, aquel ingeniero reconvertido en una de las más importantes figuras políticas del S.XIX, envejecido y enfermo terminó sus días la noche de Reyes de 1903. Se llamaba – algunos entre ustedes ya lo habrán adivinado -  Práxedes Mateo Sagasta.

Sagasta, caricatura de la época

La historia me la transmitió un viejo sanabrés de la emigración, orgulloso de sus raíces. Pero tiene un problema: en su mayor parte no es cierta. Sagasta se la contó a su biógrafo Natalio Rivas, localizando la boda en la iglesia de Santiago del Burgo, en Zamora capital, y el momento del rapto en pleno banquete nupcial. Tampoco era cierto

Investigadores actuales como Miguel Ángel Mateos o Alberto José Llamas han logrado plasmar un retrato fidedigno de esta inusual relación. Nicolás Abad y Ángela Vidal se casaron en la capilla castrense del Batallón provincial de Salamanca el 4 de marzo de 1844 – cuatro años antes de la llegada de Sagasta a Zamora. Sí es cierto que la novia tenía quince años y que fue una boda organizada a toda prisa; posiblemente por un desliz prematrimonial... o la mera sospecha del mismo. Esta precipitación impidió a Nicolás solicitar el preceptivo permiso y fue castigado con destinos lejanos. El matrimonio no llegó a convivir y, según el testamento de Ángela, tampoco a consumarse. Pero la Iglesia nunca decretó su anulación y así se han hallado documentos notariales en los que ella requiere a su marido oficial competencias para administrar sus bienes privativos.

Santiago del Burgo

Pedro Vidal, el carlistón del cuento, era en realidad un acaudalado criollo que había decidido regresar a la tierra de sus antepasados. Simpatizante del Círculo Progresista de la capital, también hizo sus pinitos en política y ocupó el cargo de Teniente de Alcalde bajo el mandato de Ramón Luelmo. Sí es verídico el rechazo a la relación de nuestros protagonistas, pero no por motivos ideológicos sino morales: él siempre consideró válido el matrimonio con Nicolás y su ruptura un escándalo social. Murió antes de la elección de Sagasta como diputado. Durante su vida política, éste escogió a varios miembros de la familia Vidal para puestos de responsabilidad.

Y después del cúmulo de medias verdades y mitos desmantelados ¿Por qué traer la historia a un blog como Desde Sanabria? Pues, aparte de la especial vinculación de Sagasta con toda la provincia zamorana, uno de sus viveros de votos y donde quizás aprendió a desarrollar la técnica de, ejem, las negociaciones pre electorales; del tiempo que realmente pasó en Sanabria y Carballeda tanto en el estudio de los diferentes proyectos como en la dirección de la Villacastín-Vigo; de que, y esto parece contrastado, la antigua Pascasia mantuvo hasta su cierre una habitación conocida como “la del ministro”, la que fue su favorita para alojarse; aparte, decíamos, la culpa de esta entrada la tiene un niño nacido en la Puebla el 28 de marzo de 1851. Su madre fue, naturalmente, Ángela Vidal y dio a luz en una casa propiedad de la familia. El niño recibió el bautismo dos días después en Santo Tirso, la iglesia parroquial de Cervantes, y su padrino fue un vecino de dicha aldea: José Prada.


La pila bautismal continúa a la derecha del altar de San Tirso

Una vez pasado el riesgo de una muerte prematura, Sagasta lo reconoció como su primogénito mediante escritura notarial:
 “[...] que a consecuencia del trato y las relaciones amorosas que ha mantenido con una señorita que no cree oportuno decir su nombre y apellido, tuvo un niño […] y con el objeto de que en todos los tiempos sea tenido por hijo suyo y no se le perjudique en sus derechos […] otorga que el referido niño, llamado José, es hijo suyo, lo reconoce y lo declara como tal”.
Sagasta y su hijo José (Hemeroteca La Opinión)

Fuentes: "Sagasta y Zamora", Alberto José Llamas IEZ Florián de Ocampo, 2009
"Por el amor de un liberal", Marisol López La Opinión de Zamora

22 oct 2013

El hombre que inmortalizó la antigua Sanabria


Lo siento. Me equivoqué: Fritz Krüger no era como yo lo retrataba en las anteriores entradas que le dediqué - no del todo. No era ese indianajones romántico que llegó a San Ciprián en el invierno de 1921, tras cruzar él solito la Sierra de la Cabrera en pos del Santo Grial de la lengua astur-leonesa. La realidad me ha estropeado una bonita historia. Y, sin embargo, esto no le resta ni un grado a la importancia de su trabajo: este filólogo alemán - recordemos que gracias a los fondos aportados por fruteros y tenderos compatriotas suyos, en un momento muy duro para su país - logró capturar la Cultura Tradicional Sanabresa en el momento justo que iniciaba su disolución en un mundo más homogéneo, más moderno y mejor comunicado.


Frit Krüger había visitado España por primera vez en 1912, como colaborador de un proyecto organizado por Menéndez Pidal y el Centro de Estudios Históricos. Entonces recorrió el norte de Cáceres y el sur de la provincia zamorana, centrando sus investigaciones en aspectos puramente lingüísticos. Otro colaborador del Centro, Tomás Navarro, dentro del mismo proyecto se había ocupado, ya en 1910, al menos de Rihonor y San Ciprián. Se puede pensar que los trabajos de Navarro, quizás también los relatos de las primeras excursiones turístico geográficas que retrataban una comarca aislada y detenida en el tiempo, fueran el detonante del interés del alemán.

Cuaderno de Campo de Krüger

Sea como fuera, Krüger llegó a Sanabria entre finales de octubre y principios de noviembre de 1921 - se cumplen ahora noventa y dos años ¿nos acordaremos de conmemorar el centenario?. No andando, eso seguro: es fácil pensar que lo hiciese, como otros viajeros de la época, bien en coche de línea, bien en automóvil, desde Benavente o Zamora capital. A partir de ahí la cronología es incierta y sólo puede ser deducida a través de menciones sueltas y del orden de anotación en los cuadernos de campo que se han conservado. Es casi seguro que inició su recorrido en Ribadelago y San Martín de Castañeda; el 20 de noviembre estuvo en Coso, el 27 en el Mercado del Puente, el 1 de diciembre en Puebla, el 3 en Lubián - posiblemente pasó casi todo el mes en As Portelas, la Sanabria gallega - el 28 en Pedralba... y así hasta el 18 de febrero, donde la foto de portada lo sitúa en O Cebreiro, pues también recorrió los Ancares en busca de las conexiones dialectales.

El maestro de Pedrazales certifica los trabajos de Krüger

En los nueve años que separan sus mencionados trabajos sobre el terreno, Krüger evolucionó del enfoque únicamente filológico hasta adoptar la teoría "Palabras y Cosas", que intentaba vincular el lenguaje con los objetos, los conceptos utilizados en cada territorio. Esto hace que sus investigaciones en Sanabria tengan un interés que sobrepasa el ámbito del especialista y constituyen la fotografía de una cultura de la que hoy sólo perviven huellas.


Fritz Krüger encontró en nuestra comarca un paraíso para el lingüista:
"Refiriéndonos al lenguaje podemos decir que los viejos y las viejas, las mujeres de mediana edad y los niños usan hoy con toda regularidad el dialecto antiguo (...), que personas del pueblo (como, verbigracia, el maestro y su hijo), que dominan perfectamente el castellano, hablan al mismo tiempo con perfección a la antigua, y que hasta los hombres que han recorrido el mundo, hablando entre si no deshechan formas y sonidos del dialecto local ni pueden eliminarlos absolutamente hablando con un forastero (...) En tal pueblo, el dialectólogo no tiene, pues, dificultades para recoger sus materiales (...) Así es que pude servirme en San Ciprián en gran parte de los informes que me proporcionó el joven maestro D. Abelardo Sastre y Sastre, medio que habría y he rechazado rigurosamente en pueblos con estructura dialectóloga diferente"

Un trimestre de cuestionarios, encuestas y entrevistas personales le surtieron de material para varios artículos y estudios especializados; y, sobre todo, tres obras fundamentales: "Vocablos y Cosas de Sanabria" (1923), "La Cultura Popular en Sanabria" (1925) y "El léxico rural del Noroeste Ibérico" (1927) A día de hoy siguen siendo imprescindibles (y difíciles de encontrar) para todo aquel que aspire a conocer el pasado de esta tierra, comprender su presente y, tal vez, atisbar su futuro.


PD. Los datos de esta entrada han sido extractados del fantástico, excesivo, exhaustivo y monumental tomacoAtlas Lingüístico de la Sanabria Interior y de La Carballeda-La Requejada”, editado por el IEZ “Florián de Ocampo” y la Diputación de Zamora. Si están interesados en su compra, les recomiendo consultarlo antes en una biblioteca pública: yo lo hice en la muy meritoria Municipal de Puebla, dentro del propio castillo.


PD2. No he conseguido localizar al autor de las fotos de mediados de los años 50. [ ACTUALIZACIÓN: Es LUÍS CORTÉS] El tipismo de estas imágenes puede hacer pensar que la comarca había cambiado poco en las tres décadas que las separan de las anteriores; pero en realidad el salto había sido enorme. Luís Cortés Vázquez, que en estas fechas publicó "El dialecto galaico-portugués hablado en Lubián" (1954), ya se vio obligado a seleccionar con sumo cuidado a sus informantes, principalmente gente de edad avanzada, y recurrió al propio Krüger, establecido en la Universidad de Mendoza desde 1948, para aclarar sus dudas.

7 oct 2013

Sanabria, 1810: la "Guerra Peninsular" en Puebla


Los lectores más veteranos recordarán la excursión que el Vizconde De Naylies se marcó  por tierras sanabresas, allá en el verano de 1809. Hoy nuestra máquina del tiempo nos lleva al mismo escenario, pero justo un año después: agosto de 1810.

Napoleón ya había regresado a Francia, obligado por la entrada de Austria en la guerra. El ejercito británico, de nuevo bajo el mando del Teniente General Wellesley (por entonces, de momento,  Vizconde de Wellington) y con el apoyo de los portugueses - dirigidos por el Mariscal Beresford, hombre de plena confianza del anterior – y de los grupos de la resistencia española trataba a toda costa de mantener abierto un frente en la península que fraccionase en lo posible  la fuerza enemiga. En respuesta, el Emperador se disponía a invadir de nuevo Portugal y toda la línea fronteriza era un auténtico avispero.


Sanabria y Carballeda se sitúan entre dos pasos de gran importancia estratégica: Galicia y Ciudad Rodrigo. Por el Norte, la división Bonnet, amenazaba el Minho desde Astorga; mientras la división Serras, en Benavente, apuntaba hacia Traz-os-Montes. Algunos destacamentos de la división Serras, buscando avituallamiento, avanzaron por el camino de Bragança, base de las tropas del Mariscal Silveira, que se dirigió a su encuentro sobre la villa de Puebla de Sanabria.

Cedemos ahora la palabra a este militar portugués. Aviso: la entrada queda, una vez más, bastante larga; pero considero importante mantener, en lo posible, la integridad del documento histórico.


El día 29 de julio, a las 6 horas de la tarde, tuve noticia en Bragança de que a las 11 horas de la mañana habían entrado los enemigos en Puebla de Sanabria, que había sido evacuada por las tropas españolas que la guarnecían, mandadas por el General Don Francisco Taboada Gil (1), lo cual habíamos convenido si los atacantes fuesen superiores. A las 7 de la tarde del mismo día hice salir un escuadrón de caballería de esta Plaza, a fin de hacer un reconocimiento al mando del coronel Wilson. A media noche del mismo día, salí yo con una brigada de milicias por el camino de Avellada [Aveleda (2)], siguiendo la misma marcha del escuadrón.

El día 30, de mañana se aproximó el coronel Wilson a Puebla de Sanabria, y reconoció que la fuerza que existía dentro de la Plaza era pequeña, porque parte de ella habíase retirado para Momboy [Mombuey], y no teniendo noticia del lugar a que se habían retirado la tropa española, me vino a dar parte, y nos recogimos ese día para esta Plaza, dejando partidas sobre el camino que de la Puebla se dirige a ella. El día 31 tuve noticias de que el general Taboada se había retirado sobre las Portillas de Galicia, donde se mantenía con parte de su gente. El día 1 de agosto participé a aquel General que el día 2 marcharía sobre Puebla de Sanabria, que bajase con su gente, a lo que accedió, pues estaba de acuerdo.
El día 2, a las 5 horas de la tarde, hice marchar un escuadrón para el pueblo de França, y que, descansando allí algún tiempo, de dirigiese por la noche para Pedralba, donde recibiría mis ordenes, y que la 2ª brigada de milicias siguiese el mismo camino. Que el 4º escuadrón y la 1ª brigada fuesen a descansar al pueblo de Varge, y al amanecer estuviesen en el de Lobismos [Lobeznos], delante de Pedralba, donde recibirían mis ordenes. Yo me dirigí a Pedralba, donde poco después llegó el 1º escuadrón, que aquella misma noche envié colocar ante Lobismos. Poco después, mandado por el general Taboada, llegaron su ayudante y el Coronel de Benavente, dándome parte de haber llegado el mismo General con 800 a 1000 hombres de infantería, que creían que el enemigo estaba fortificado en Momboy, concluimos que al amanecer del día 3 nos adelantaríamos sobre Puebla de Sanabria, llevando por mi izquierda la fuerza española. El día 3 al amanecer estábamos al lado de la Puebla, y entonces se vino a unir conmigo el general Taboada: inmediatamente mandé entrar a algunos cazadores en el fuerte (3), situado enfrente de la Puebla, que había sido evacuado y desde donde empezaron a hacer fuego de fusilería sobre la Plaza: mandé pasar la caballería al otro lado del río Tera, y que situase avanzadas sobre el camino que se dirige a Momboy: en ese instante entraron tropas españolas y portuguesas dentro del primer recinto de la Plaza, haciéndolo bajo el fuego enemigo que se recogió sobre el segundo recinto y Castillo. Todo el día se pasó haciendo fuego de parte a parte. Mandé un parlamentario a la Plaza, intimando al Gobernador que se rindiese, a lo que respondió que tenía gente y municiones para defenderse hasta el último extremo, y que esperaba muy pronto ser socorrido por las tropas del Mariscal Massena.
El día 4 a las 10 horas de la mañana una avanzada de caballería fue atacada por un escuadrón de caballería enemiga, compuesto de unos 65 a 70 caballos, el escuadrón que mandaba el capitán Teixeira, sería de igual número, aunque se le había unido una partida del 4º escuadrón, mandado por el alférez Manuel Gonçalves de Miranda. El resultado de esta acción se muestra en la copia nº 1, que es el parte que me dio el citado capitán Teixeira; el nº 2 se refiere a las pérdidas que tuvimos y el nº 3 muestra las pérdidas del enemigo (4). Se siguió haciendo fuego sobre la Plaza todo el día, tomándose una casa pegada a las puertas, desde donde se intentó abrir un pasadizo hacia la Plaza, mas como el enemigo nos podía batir, fue muerto un soldado del regimiento de Villa Real. Las puertas de la Plaza fueron quemadas, aunque el enemigo las había tapado por detrás con  grandes piedras.
El día 5 establecimos una batería desde la que hicimos algunos tiros con una pieza de a 3 y un obús, aunque éste se inutilizó a los primeros tiros. El día 6 había mandado traer de Bragança una pieza de calibre 6, pero al ser de hierro y deteriorada, poco efecto pudo hacer. A las 9 horas de la mañana me dio parte la avanzada, que se le habían unido 100 hombres de infantería española, mandados por Don Juan de Vigarte Mendía, y treinta y tantos caballos de una guerrilla mandada por Don Juan de Agirse, diciéndome que el enemigo se acercaba con fuerzas. Mandé entonces  que la caballería se apostase tras del pueblo de Outeiro [Otero de Sanabria], y el resto de las tropas las coloqué sobre el río Tera, haciendo adelantar por mi derecha e izquierda un cuerpo de Cazadores do Monte que se colocaron en una eminencia a la derecha del río. La tropa española vigilaba la Plaza, y el resto se mantenía en mi flanco izquierdo. El enemigo venía con una fuerza de 400 caballos y de 3 a 3.500 infantes. Hizo alto en el pueblo de Outeiro, a menos de un tiro de fusil de nuestra avanzada, y luego que el general Serras reconoció nuestra tropa, se puso en retirada para Momboy, lo que hizo precipitadamente. Nuestra vanguardia se adelantó a Outeiro y sus avanzadas lo hicieron hasta el pie de Asturianos, a la vista del enemigo, que esa noche se retiró hacia Momboy.
El día 7 se continuó haciendo fuego sobre la Plaza, a lo que esta respondía con bastante fusilería y pocos tiros de artillería. El día 8 llegó una pieza de a 12, que mandé traer de Bragança, y que empezó a hacer fuego, pero siendo también de hierro, poco daño hizo. Tuve noticia de que el general Serras había sido reforzado con dos batallones italianos, venidos de Benavente, León y Astorga, y con 600 caballos que habían pasado por Zamora el día 5. El día 9 estalló una mina que se había hecho junto a las puertas de la Plaza, aunque el efecto fue pequeño, pues solo echó abajo la parte frontal exterior. Después de esto, el general Taboada hizo una intimación a la Plaza, que el Gobernador acogió aceptando una reunión, que se realizó aquella noche en el arrabal de la Plaza, y para responder a las últimas proposiciones, pidió una hora de tiempo, que se le concedió, acabada la cual dio su respuesta, concluyendo en una capitulación a la una de la madrugada, conforme a la copia nº 4. (5) [...]
Firma del General Taboada (Cuadernos de Estudios Gallegos)
En la mañana del día 10, salió la guarnición francesa y depuso las armas en la explanada enfrente a nuestra tropa. 417 hombres perdieron los enemigos en Puebla de Sanabria, entre muertos, prisioneros y algunos que durante el tiempo del asedio pasaron para nuestro Ejército. Perdieron 60 dragones, e igual número de caballos, contando los muertos y prisioneros como figura en la relación nº 3, todas las armas, y las pocas municiones que tenían, y un Águila, estandarte del batallón. La Puebla de Sanabria estaba fortificada con 9 piezas de bronce de gran calibre. Cedí todo a la tropa española, a excepción del Águila, por considerar que sería aceptada por el Illmº e Exmº Sr. Mariscal Beresford (6). El valor, sangre fría, celo y actividad que en toda esta expedición mostró el general D. Francisco Taboada Gil me sirvió de ejemplo, igualmente su Estado Mayor y el Coronel de Benavente: los demás oficiales y tropa que vi me mostraron el celo con que se emplearon en defensa de la causa común. Toda la caballería y tropa de milicias se portó muy bien [...]

Mi Estado Mayor y oficiales a ellos unidos, cumplieron con sus deberes. Luego, después de la salida de los prisioneros de la Plaza, di orden a mi vanguardia para que se retirase, lo que comenzó a realizar al tiempo que el general Serras nos venía a atacar con una fuerza de 700 a 800 caballos y de 4 a 5.000 infantes, con 2 piezas de artillería, conforme a los partes que en la antecedente noche me habían dado las avanzadas: en ese tiempo llegó de Lamego el coronel Wilson, a quien encargué la retirada de la caballería sobre el camino de Campica, y yo me retiré con la infantería sobre las alturas de Calabor, con la intención de esperar allí al enemigo, si su caballería me siguiese en terreno tan inútil (7). El general Taboada con la tropa española se retiró hacia las Portillas. El enemigo nos siguió hasta Pedralba, con gran numero de caballos, adelantándose allí un piquete de 50 caballos hacia el camino de Campica, y algunos cazadores sobre la vanguardia de la infantería. Se verificó nuestra retirada sin pérdida alguna de bagajes, municiones u hombres, a excepción de dos soldados de caballería que habiéndose extraviado, acabaron siendo muertos por el enemigo, el cual inmediatamente se retiró sobre la Puebla de Sanabria y a continuación sobre Momboy.
Tal fueron los detalles de la operación sobre Puebla de Sanabria; a excepción de pequeños acontecimientos y de las operaciones de la tropa española, que se portó muy bien en todo, y serán anunciados en detalle por el general Taboada que los mandaba y hacía mover. Espero merecer la aprobación del Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, pues mis fines fueron siempre no ser batido por fuerza superior, y poco a poco acostumbrar al fuego a las tropas que tenía la honra de mandar, siendo pocas las que han tenido ocasión de entrar en él.

Quartel General de Bragança, 14 de agosto de 1810.
Francisco da Silveira Pinto da Fonseca.
[Parte que al Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, comandante en jefe del Ejército portugués, da el Mariscal de Campo Francisco da Silveira Pinto da Fonseca de la operación que hizo sobre la Puebla de Sanabria]

Estátua do General Silveira
Estatua del Mariscal Silveira en Chaves (Foto: Wikimedia Commons)

Fuente: Episodios da Guerra Peninsular. Ribeiro Arthur, 1903
Traducción de Linsy Oflodor

Notas

(1) Perteneciente a una importante familia con origen en Deza (un tío suyo fue virrey en Perú), en 1791 se intitulaba en los documentos como “dueño y posedor de los vínculos y Maiorazgos de esta referida Casa [Pazo de Liñares] la de Brenzos y otras, señor del Castillo de Villaboa, y su Jurisdiccion de Gondufe, Rexidor perpectuo de la Mui noble y Leal ciudad de Santiago, Coronel del Reximiento Provincial de dicha ciudad” Según algunos autores, tras la guerra llegó a ser nombrado Capitán General de Galicia. Falleció en 1831.
(3) Se refiere al Fuerte de San Carlos, del que ya hemos hablado.
(4) Es la recordada como “Batalla del Prado de la Marquesa”, en las inmediaciones de Otero de Sanabria. Teixeira la reflejaba así en su informe: “Teniendo noticia a las 8 horas de la mañana del día de hoy, que un cuerpo de Caballería enemiga se aproximaba con el deseo de sorprenderme o atacarme, viendo la disposición de mis oficiales y soldados, resolví prevenirme del mismo, marchando con mi escuadrón por la Calzada Real que se dirige a Momboy y ordené al alférez Manuel Gonçalves de Miranda que marchase por la derecha aprovechando unas laderas y atacase al enemigo por la retaguardia. Encontré al enemigo poco antes de Outeiro, junto a un prado donde termina a la derecha la carretera y sin perder tiempo me arrojé sobre él espada en mano; al mismo tiempo que el alférez Miranda, con 30 caballos caía sobre la retaguardia, el enemigo sorprendido y desconcertado ante carga tan vigorosa, perdió el orden en que venía y toda la acción se tornó en una escaramuza individual, que se decidió en un momento a nuestro total favor. El enemigo, viendo el vigor con que era atacado, quiso huir dispersándose, mas ya era tarde: muertos o prisioneros todos quedaron en el campo, a excepción del comandante y cinco o seis soldados, que cuidando de salvarse, acabaron escapando.
(5) Copia nº 4. CAPITULACIÓN HECHA POR LOS SÑR.S. GENERALES  del Ejército Portugués y Español D. Francisco Taboada y Gil, Comandante de las tropas de S. M. C. Y D. Francisco da Silveira Pinto, de las de Portugal, con el Comandante del Batallón Suizo al servicio del Emperador de los Franceses, Mr. Joseph de Graffouied, que guarnecía la Plaza de la Puebla de Sanabria.
Artículo 1º. La guarnición saldrá de la Plaza a las cuatro de la mañana del día corriente, tambor batiente, y con los honores de guerra, entregando las armas en la puerta de la Plaza.
Artículo 2º. Se conservarán los equipajes y caballos a los Sres. Oficiales y a los soldados sus mochilas.
Artículo 3º. Entrarán las tropas Españolas en la Plaza esta noche y se  entregarán las municiones para conceder reposo a la guarnición en esta noche.
Artículo 4º. En atención a componerse esta guarnición de tropa Suiza, y esta no ser de las circunstancias de la Francesa, se concede  pase a Pesento de la Conena, para embarcarse a sus Cantones, bajo la palabra de honor de no tomar las armas contra las naciones aliadas.
Artículo 5º A los enfermos se les tratará con toda humildad y auxilios que sean necesarios.
Artículo 6º Serán conducidos por tropa de línea para su seguridad, para que no puedan ser molestadas sus personas, dándoseles habitación, sustento y bagajes precisos para el viaje.
Artículo 7º El comandante de la tropa Suiza, firmará las capitulaciones que serán copias para los generales Portugués y Español.
Artículo 8º Los Generales se obligan a cumplir todo lo estipulado en esta capitulación.
 Quartel General de la Puebla de Sanabria, sobre la brecha a la una y media de la noche del día 9 al 10 de agosto de 1810.
 J. de Graffouied. Chefe de Bm.”
(Leyendo esta capitulación queda claro que aquello fue una Guerra entre Caballeros. Los muertos, los expolios y la hambruna quedaron, una vez más, como cosas de villanos)

(6) El estandarte fue finalmente depositado en la Catedral de Lisboa, donde aún permanece.
(7) Para los que no lo conozcan, Calabor se encuentra en terreno montañoso: un regimiento de caballería tendría serios problemas para maniobrar con facilidad.