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18 dic 2012

Sanabria, 1931: República de Trabajadores (y 2)

 (viene de aquí)


"Al otro lado del lago está la segunda aldea: Ribadelago. Aquí, los aldeanos no tienen que pagar el foro, pero no por ello pasan menos hambre. Aquí, hay todavía menos tierra. Unos  diminutos  sembrados  de  patatas,  que  tal  parecen  huertos  de  juguete.  Los moradores de estas aldeas comen patatas y habas. Procuran comer con medida, para no excederse.  Cabañas  como  gallineros,  barracones  oscuros  sin  ventanas.  Rara  vez encienden los candiles. El aceite resultaría demasiado caro. En cada guarida de éstas, viven seis, ocho, diez personas. Enfermos, ancianos, niños; todos revueltos. Antes había una escuela. Luego, trasladaron al maestro y se olvidaron de mandar otro. Y no notan su falta, pues es difícil tener ganas de estudiar con el estómago vacío. 
 
 En toda la aldea no hay más que una casa con chimenea, ventanas y hasta visillos en las ventanas. En esta casa vive el administrador de la señora de V... Sobre esta señora se podrían  componer  versos.  Antaño,  el  poeta  le  hubiese  cantado:  “¡Hermosa  eres, poderosa y rica...!”. Yo no sé si la señora de V... es hermosa. Sólo sé que es poderosa y rica. Es propietaria de varias casas de la Gran Vía de Madrid. También le pertenecen las aguas del  lago de San Martín de Castañeda.  Estas aguas,  suavemente plateadas,  que despiertan los sentimientos líricos y que, además, son ricas en pescado. La tierra no es de la señora de V...  A ella sólo le pertenece el  agua.  Cuando el  agua sube de nivel, crecen sus dominios. Es un rompecabezas jurídico, complicadísimo. Pero el abogado, que es casualmente el mismo caballero a quien los aldeanos del pueblo vecino pagan el foro, sabe desenredar muy listamente estas sutilezas. A la señora de V... le pertenece el agua con todos sus peces. El pescado del lago es excelente: magníficas truchas. Pero la señora de V...  no puede hacer  nada con estas truchas.  Los portes hasta Madrid son demasiado caros. Y la señora de V... puede pasarse perfectamente sin este pescado, pues un solo piso de uno de sus rascacielos madrileños le rinde mucho más que todo este poético lago.
 

El administrador de la señora de V...  pesca las truchas. A veces, las vende en Zamora o en los pueblos de los alrededores. Vende las truchas al abogado. Las que puede, se las come él mismo. Pero en el lago hay mucho pescado y los peces pueden pasearse a sus anchas, sin temor a nadie. El administrador del lago se construyó un precioso hotelito. Se convirtió en el  cacique del  pueblo. Fue hasta alcalde.  Vive espléndidamente.  Sus derechos están defendidos por los guardas. Los guardas tienen escopetas. Si un aldeano, muerto de hambre,  se atreve a pescar de noche,  le amenaza con una multa o con la cárcel. En España, a veces, saben hacer cumplir las leyes... Los aldeanos hambrientos pueden contemplar el  lago, admirar las truchas azuladas y asalmonadas,  admirarlas y conmoverse. Así pintaban el infierno los pintores de la primera época del Renacimiento. No falta detalle. Los pescadores se retuercen hambrientos y desesperados, mientras el diablo está sentado plácidamente en su casita, detrás de los visillos. Esta  mañana  llegó  a  la  aldea  un  médico  de  Zamora.  Es  un  hombre  bueno  y candoroso. Asiste gratuitamente a los aldeanos y hasta les ayuda de su bolsillo con cuanto puede. Antes, hacía propaganda aquí para la República. Creía firmemente que la República no se limitaría a trasladar al señor Alcalá Zamora de la cárcel al palacio real, sino que daría también de comer  a los campesinos de Ribadelago. Una mujer  alta, rodeada  de  críos,  le  para  en  la  calle.  Tiene  el  rostro  afilado  por  el  hambre  y  los sufrimientos.

¿Cómo es, don Francisco —le pregunta la mujeruca al médico—, que la República no ha llegado todavía hasta nosotros?

La ironía española es siempre seria.  La ironía literaria del  Arcipreste de Hita,  de Cervantes, no se diferencia gran cosa de la ironía de cualquier aldeano. Don Francisco calla.  Después de todo, ¿qué va a contestar? ¿Que la República es muy comodona? ¿Que le asusta el  viaje burro? ¿O confesar  que hace tiempo que la República llegó a estos lugares,  pero que se detuvo en casa del  administrador de la señora de V...[Villachica, Victoriana de],  que tutea al  abogado de Sanabria,  que entiende mucho de foros y de truchas y que no es sólo una República, una República como otra cualquiera, sino una República de trabajadores...?”
Ilya Erhenburg: España, República de Trabajadores. 1932


Notas 

  • Como en el caso de la Carta a Unamuno, el texto de Erhenburg puede ocultar motivos propagandísticos, pero no utiliza datos falsos: Alejandro Casona llegó a Sanabria tres años después al frente de una Misión Pedagógica y Social y su descripción de Ribadelago y San Martín es coincidente. En cuanto al tema del foro - me han contado que en determinados lugares se siguió pagando hasta la década de los 50 del S.XX - les recomiendo el artículo "Crónica de una frustación forestal", de Luis Ángel Sánchez Gómez: aunque centrado en la localidad zamorana de Abejera, las vicisitudes de los vecinos por librarse de los tributos señoriales, el esfuerzo por adquirir la propiedad de las tierras y la posterior expropiación por parte del estado les resultarán familiares a todos los sanabreses y carballeses.

  • Fotos extraídas del libro “El Lago de Sanabria, Sitio natural de Interés Nacional. Paisaje pintorescoJoaquín Aroca García, 1959.  Este opúsculo recoge una conferencia del mismo autor, entonces miembro de la Asociación Española de Escritores de Turismo, fundador de Los Amigos del Lago de Sanabria y Vocal Gestor Delegado de su Patronato Nacional, dictada en Madrid el 23 de enero de 1959; es decir: dos semanas después de la rotura de la presa de Vega de Tera. Las referencias a la tragedia son mínimas, muy escasas.

Fidel, alcalde pedáneo de Ribadelago en 1959

  • En este mismo libro encontré una reproducción de la dedicatoria que Unamuno dejó plasmada en el Libro de Visitas de la Hospedería de Bouzas, regentada entonces por los señores de Requejo. En ella, el viejo rector transcribe sus célebres versos sobre la comarca (San Martín de Castañeda, espejo de soledades...) y finaliza "En el Lago de San Martín de Castañeda, de Sanabria, oyendo el rumor de Valverde de Lucerna, sumergida bajo las aguas, el día 1º VI 1930"


  • Y ya que vuelve a salir Unamuno, aprovecho para compartir con ustedes el correo que me envió Alfredo tras la publicación de la entrada citada:
  • "El personaje de San Manuel Bueno martir fue sacado de un cura de Santa Cruz de Abranes, llamado Manuel Rodríguez Fernández. Unamuno estuvo en ese pueblo y conversó largamente con ese señor, cuyas creencias, problemas y contradiciones están vivamente reflejadas en la novela. El cura era tio abuelo de mi madre, quien fue testigo de esas conversaciones y falleció en San Román, de donde era oriundo, hacia el año 1951"
    ¿Qué les parece? ¿Cambiaría nuestra percepción de la novela el saber que Don Manuel pudo ser un personaje real?


11 dic 2012

Sanabria, 1931: República de Trabajadores (1)


Recordarán ustedes a Ilya Erhenburg, el autor de la Carta a Unamuno que recuperamos hace unas semanas. En aquella entrada ya adelantábamos que el escritor soviético visitó Sanabria en 1931 y reflejó sus experiencias en el libro “España, República de trabajadores”. A nuestra comarca le dedicó un capítulo entero, precisamente el que da título a la obra. Esto es lo que contó:


La combinación de rosa y gris siempre nos conmueve. Acaso no sea más que un capricho del ojo. Acaso una interpretación subconsciente de lo que llamamos “vida”. El lago es ahora de un gris pálido, los montes de un rosa tierno. Esta región parece creada para las expansiones líricas. Aquí, la lengua española, viril y dura, se reblandece. Aquí puede  hablarse  de  amor,  sin  espantar  a  los  pájaros  y  al  silencio  con  las  ásperas consonantes.  Aquí,  las  mozas  cantan  fados  tristes  y  suaves.  Más  allá  de  aquella montaña, es ya Galicia, con su verdor lavado por las lluvias y sus pastores predispuestos a la poesía. Las orillas del lago están silenciosas y deshabitadas. La vista distingue, con alguna dificultad, algunas cabañas sobre los collados. En el lago pululan peces, sobre el lago revolotean pájaros.  Así  solían pintar  el  paraíso los primeros renacentistas.  Sólo faltan las rizadas ovejas y los justos. No cabe duda, aquí la gente tiene que ser feliz. Por aquí pasó Unamuno. Escribió unas estrofas inspiradas.  El camino llega hasta el lago. Una  posada,  tortilla  y  truchas  del  lago.  Un  álbum  para  los  visitantes.  Una  cosa intermedia entre un balneario y el edén. La carretera transitable no pasa de aquí. Una senda, un burro. Dos aldeas: San Martín de Castañeda y Ribadelago. Nadie va hasta ellas. ¿Para qué van a ir? Allí no hay nada que comprar, ni nada que vender. Un rincón pintoresco y la miseria maldita. Y en España ni una cosa ni otra son excepcionales.


Sin embargo. San Martín puede vanagloriarse de sus bellezas artísticas.  Entre las míseras  cabañas  se  levantan  las  ruinas  de  un  convento.  Columnas  románicas...  Un nicho... Un ventanal... Hace cien años que los sabios monjes abandonaron el convento. Se dieron cuenta de que el hombre no puede vivir sólo de lo bello y se trasladaron a lugares  menos  poéticos,  pero  más  lucrativos.  Los  aldeanos  no  se  marcharon.  Los aldeanos  se  quedaron  al  lado de las  ruinas  románicas.  Pero  el  monasterio no dejó solamente el rastro de las piedras inofensivas. Dejó también la vieja maldición: el foro. Antiguamente los aldeanos pagaban todos los años un tributo al convento. Los frailes, al mudarse, vendieron este derecho a un señor completamente mundano. Ni más ni menos que se venden los muebles en una mudanza. Los frailes vendieron el foro, es decir, el derecho a desvalijar  anualmente  a los aldeanos.  Esto sucedía en el  año 1845. Han pasado casi  cien años. 


Muy lejos de aquí,  en Madrid, se sucedieron los gobiernos y cambiaron los colores de la bandera. Vino la Primera República. Subieron al poder los liberales; tras ellos, los conservadores. En las elecciones, salían triunfantes los distintos partidos. Algunos osados tiraban bombas. Algunos valientes se sometían al suplicio de la horca.  El  rey distribuía concesiones  a los americanos.  El  rey hacía viajes  a San Sebastián, el rey se divertía...


Luego, destronaron al rey. El señor Alcalá Zamora pasó unos días en la cárcel. El señor Alcalá Zamora se instaló en el palacio de Oriente. Pero todo esto pasaba muy lejos de aquí, en Madrid. Para venir de Madrid hasta aquí, hay que montar primero en un rápido hasta Medina del Campo; luego, en un correo hasta Zamora; luego, en autobús hasta Puebla de Sanabria; luego, en coche de mulas hasta el lago; luego, en burro, si es que lo hay... ¡Qué lejos está Madrid de esta aldeíta! Aquí, no ha cambiado nada. El agua del lago sigue poniéndose gris y las montañas de color de rosa, igual que antes, en los atardeceres. Las mozas siguen cantando canciones tristes igual que antes,  e igual que antes los aldeanos mandan todos los años a un caballero desconocido, a un fantasma,  el  foro, o hablando más claramente:  dos mil  quinientas pesetas.



Los aldeanos tienen muy poca tierra: un puñado de tierra, que no es siquiera tierra, sino “tierriña”. ¿Qué sacarán de ella? Trescientos treinta habitantes tiene la aldea. Corno en todas las aldeas, un sinfín de críos. Aquí, la miseria engendra con la terquedad de los fatalistas resignados. Niños hambrientos. En vez de casas, establos negros, ahumados. Se  resiste  uno a  creer  que  la  gente  pueda vivir  así  toda la  vida.  ¿Serán fugitivos, víctimas de un incendio? No; son sencillamente españoles contribuyentes. Jamás viene nadie  en  su  socorro.  Y año  tras  año,  tienen  que  entregar  a  un  caballero  lejano  y desconocido todo lo que consiguen arrancarle  a  la  tierra  avara:  dos mil  quinientas pesetas. ¡Quinientos duros! Quinientos duros para el caballero fantasmal que heredó de su padre,  además  de otros  bienes,  el  derecho a seguir  cobrando el  antiguo foro.  El afortunado caballero  es  abogado.  Posee  una hermosa  casa  en  la  aldea,  al  lado del convento. No tiene muchos clientes, pero los aldeanos han de pagarle anualmente sus quinientos duros,  no porque él  los necesite, sino porque conoce bien las leyes y sus derechos... A los ricos no les sobra jamás el dinero. Todos los años reciben los aldeanos el aviso correspondiente. Mandan el dinero. El señor firma el recibo.

En el  mes de abril  de 1931, los amantes de la libertad proclamaron en Madrid la República. Y no contentos con esto, declararon en la Constitución que España es una “República  de  trabajadores”.  Claro está  que,  para  evitar  malas  interpretaciones,  se apresuraron a aclarar: “Una República de trabajadores  de todas clases”.  En 1931, lo mismo que en los años anteriores, los campesinos de San Martín pagaron al señor las dos mil quinientas pesetas. Trabajaron todo el año hurgando la tierra estéril. También el señor trabajó lo suyo: al llegar la fecha, se pasó el aviso y firmó el recibo."
Ilya Erhenburg: España, República de Trabajadores. 1932


Fotos extraídas del libro “El Lago de Sanabria, Sitio natural de Interés Nacional. Paisaje pintorescoJoaquín Aroca García, 1959

Pd. Erhenburg, en su visita a España, recorrió principalmente Madrid, Barcelona y otras capitales de provincia. Las zonas rurales las describe como quien las ve de paso de una ciudad a otra; sin embargo hubo dos a las que les dedica sendos capítulos completos. El de Sanabria ya lo estamos leyendo, el otro retrata Las Hurdes. La comarca extremeña se había dado a conocer como símbolo de la miseria absoluta tras la visita de Alfonso XIII - Buñuel rodaría "Tierra sin Pan" en el mismo 1932. Pero... ¿cómo llegó Sanabria a convertirse en objetivo de Erhenburg?

Esta entrada va dedicada a la memoria del gran contador de historias Gabino García Vega, fallecido el pasado 6 de diciembre.  Una enorme parte de la tradición de Sanabria y Carballeda se ha ido con él.

29 nov 2012

El horroroso crimen de Palazuelo y otros recortes de la prensa histórica en Sanabria

Vengan conmigo, señoras, señores, y no tengan miedo: apenas sentirán un pequeño temblor y habremos saltado unas cuantas, bastantes, décadas atrás en el tiempo. Nuestro objetivo es un día de mercado en un pueblo de una comarca montañosa, allí donde la vida avanza despacio y el progreso es sólo un vago anhelo de algunos, no de todos.

Vean como los comerciantes han instalado sus puestecillos con la salida del sol; vean la variedad de su oferta: hay garbanzos de Fuentesaúco, mantecadas de Astorga, lienzos y bordados de Aliste y Sayago, cacharros de barro y potes de cobre, cántaros de vino, escabeche y pulpo, bacalao y congrio resecados, sardinas en aceite... todo lo que cualquiera puede necesitar. Vean como los paisanos van llegando desde las aldeas, algunos con monedas en la bolsa, otros – los más – con un saquito de habones, unas docenas de huevos, berzas o lechugas que intentarán trocar por aceite o café o cualquier otra cosa que no puedan arrancar de sus minúsculas
cortinas. Sí, señora: el pañuelo negro – para ellas – y el pardo – para ellos – son la moda de la época, de ésta que visitamos y de muchas anteriores.

¡Atención! Fíjense en el grupo que ahora, con el mercado ya en plena ebullición, entra por la esquina de la plaza. Sí, señores, hablo del borrico, del perro callejero, del rapaz que sacude la campanilla y del hombre de ojos glaucos que se apoya en el cayado. Miren el corro que se forma a su alrededor mientras él apareja su rústico atril y extiende sus
aleluyas. Es Nicolás de Alba, el más grande entre los contadores de crónicas de los que se tiene recuerdo.

Shhhhh. Oigamos su prédica.



El Sábado 21 del corriente sufrió la pena ordinaria de horca en la Plaza mayor de esta Ciudad Ignacio Ballestero, soltero de edad de 40 años, vecino del Lugar de Palazuelo en la Jurisdicción de Sanabria, y después se le cortó la mano, que ha mandado fijarse en dicho Lugar; por haber asesinado allí en la noche del 28 de Diciembre del año pasado de [17]85 a Domingo Rodríguez, Mercader Gallego, violando las sagradas Leyes del hospedaje: con las circunstancias de que le mató con golpe de hacha, estando dormido; enterró luego el cadáver en su casa, y temiendo después ser descubierto le desenterró, y dividiendo con la misma hacha en dos trozos el cuerpo, los llevó a cuestas sucesivamente a una laguna inmediata, donde los arrojó. En esta causa se ha alabado la conducta y sagacidad del Alcalde Mayor de aquel Partido Don Francisco Xavier de las Torres, que con ella logró que el reo confesase plenamente un delito tan horrible, de que con dificultad se le hubiera convencido por otras pruebas, y que habría quedado sin justo castigo.
Diario Pinciano. Nº 25, del Miércoles 25 de julio de 1787

Joven herida de un hachazo 
En Sotillo de Sanabria, Anastasio Rodríguez hirió gravemente a la joven Manolita González, dándole con un hacha en la cabeza. Parece que la causa de la bárbara agresión han sido resentimientos familiares. El agresor ha sido detenido.
El Imparcial. Madrid, 2 de Mayo de 1930

  
DOCUMENTOS
RELACIÓN DE LAS PERSONAS QUE PASARON A ESTA NUEVA ESPAÑA, Y SE HALLARON EN EL DESCUBRIMIENTO, TOMA E CONQUISTA DELLA, ASÍ CON EL MARQUÉS DEL VALLE DON HERNANDO CORTES, COMO CON EL CAPITÁN PANFILO DE NARVÁEZ [...]

[...] Joan Hernández de Prada.
Dize que es natural de una aldea que llaman Galende que es en la montaña de Sanabria, e hijo legitimo de Joan de Prada de Galende y de María de Prada, y que pasó a esta Nueva España con Pánfilo de Narvaez, y se halló en la conquista de esta ciudad de México y sus provincias y después en las de la Misteca y Guaxaca y dos veces en Coatlan e agora en la hultima rrevelación de Tetiquipaque, y fue casado en España y dexó dos hijos, y en esta tierra tiene otros dos bastardos el uno casado y que Nuño de Guzmán le encomendó el pueblo de Guamelula el cual le quitó esta audiencia por lo qual está muy pobre y viejo y padesçe necesidad.
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Julio a Diciembre de 1918


LO QUE SUCEDIÓ EN IGUERIBEN
Relato de un alférez

El alférez Sr. Casado Escudero, que está prisionero de los moros, ha enviado una carta a su familia, residente en Puebla de Sanabria.
Dicho oficial estaba en Igueriben, posición que no tenía agua. La aguada más cercana estaba a tres kilómetros de distancia.
He aquí algunos párrafos de la carta en cuestión: "El día 16 nos cercó la harca, compuesta de unos 6.000 hombres, y comenzó una situación horrorosa. No dejaban llegar el convoy; no podíamos proporcionarnos agua. El día 17 bebimos el vinagre que había en la provisión; el 18, los soldados mascaban patata cruda para refrescar la boca, y los oficiales nos bebimos la colonia de que disponíamos; al siguiente día, desesperados, recurrimos a beber lo orines con azúcar. Así llegamos al día 21, con 70 bajas de sangre y 83 de sed y hambre. Agravaba la situación el hedor de los cadáveres insepultos.
Yo, herido en el cuello y debilitado por el derrame, decidí jugarme el todo por el todo, y me ofrecí voluntario para tomar una lomita próxima y apoyar desde allí la evacuación. Salí con 35 soldados también voluntarios; en el camino me hirieron en el brazo izquierdo. Tomamos la altura y sostuvimos el fuego hasta que salió toda la gente de la posición; pero me mataron 27 soldados, y cuando ya nos retirábamos los supervivientes caí de un balazo que me quitó dos dedos del pie izquierdo."
El alférez Casado dice que los moros de Beni-Urriaguel, de quienes es cautivo, le tratan bien.
La Voz, 13 de Agosto de 1921


Servicio de automóviles suspendido
ZAMORA 22 (4,15 t.).—Por falta de gasolina se ha suspendido el servicio de correos en automóvil entre Benavente y Puebla de Sanabria. El vecindario del segundo de los citados pueblos protesta del abandono en que se le tiene y dirigirá una nueva solicitud al director general de Comunicaciones.
El servicio de correos se verifica en caballos.
El Sol, miércoles 23 de Enero de 1918


PASTOS DE VERANO.—Se arriendan por puertos, los de la Sierra Sospacio y Gamoneda, pertenecientes al Exmo. señor duque de Osuna e Infantado en su Administración de la Puebla de Sanabria. Las condiciones se hallan de manifiesto en las oficina generales de S. E. en Madrid, calle de D. Pedro.núm. 10, y en la referida Administración, en cuyos dos puntos se celebrará simultáneamente el doble remate por el sistema de pliegos cerrados, el día 25 de abril próximo a la una de la tarde.
Madrid, 31 de marzo de 1865. La Correspondencia de España.


El lago de Sanabria
ZAMORA, 28.—Ha sido ordenada la detención del guarda de doña Victoriana Vlllachica, pretendida propietaria del lago de San Martín de Castañeda, por oponerse al aprovechamiento público del lago, decretado por la República. También se ha dispuesto la colocación de carteles en los que se hace constar la calidad de dominio público del lago.
La Luz, Diario de la República. Lunes, 29 de Agosto de 1932


[...] Y he aquí que durante el último año no ingresaron los Ayuntamientos en la Diputación más que 406.673 pesetas, dejando por lo tanto de abonar el 50,72 % de las sumas que les corresponden, y que el día 31 de diciembre ascendía la deuda a 1.407.000 pesetas.
No ha mejorado la situación en lo que va de año, puesto que el último trimestre aportó la cantidad de 18.649 pesetas, debiendo haber superado las 200.000.
Con todas estas cosas, la Diputación provincial se encuentra en un verdadero conflicto, porque ha de verse precisada a desatender obligaciones ineludibles, y entre ellas la más grave, la de Beneficencia.
El Correo de Zamora recuerda que durante la Dictadura de Primo de Rivera pagaban los Ayuntamientos con mayor regularidad, hasta el extremo que no sólo no se desatendieron  las ineludibles obligaciones, sino que se mejoraron notablemente los servicios, se crearon otros y hasta se realizaron obras tan importantes como el Preventorio infantil de San Martín de Castañeda, el pabellón quirúrgico y el gabinete radiológico del Hospital de la Encarnación, restauración del castillo y del patio del Hospicio, reformas en el Hospital de Sotelo, en el Palacio Provincial y en el Gobierno Civil, etcétera, etc. "Ahora - añade el citado periódico - no se va a poder hacer nada porque no hay dinero". La situación, como se ve, no puede ser más desagradable, y la autoridad superior está obligada a intervenir de una manera enérgica. Acaso es tiempo todavía.
ABC, sábado 23 de abril de 1932

La actuación ha terminado y Nicolás cuenta las monedas que el rapaz ha recogido al pasar el cestillo. No son muchas, se diría que en cada mercado recolecta menos que en el anterior; pero al menos son suficientes para enviar al muchacho a realizar algunas compras mientras él se llega hasta la taberna para aliviar la garganta con un pocillo de orujo. Allí, como suele hacer, escucha las conversaciones sin intervenir en ninguna: los parroquianos discuten sobre las últimas noticias de los diarios y ninguno recuerda ya las historias que él acaba de contar en la plaza. Nicolás chasquea la lengua y alza su jarro en solitario y silencioso brindis honrando a una estirpe que camina hacia su final.


Sirva esta entrada como homenaje al periódico “El Noroeste”, que tras seis años informando sobre las comarcas de Sanabria, Carballeda y Los Valles publicó su último número en noviembre de 2012. Con sus – pocos – errores y sus – muchos – aciertos, mi reconocimiento por un trabajo bien hecho. Ya se le añora.


Fotos: Iglesia de San Salvador de Palazuelo 
Pd. Por si queda alguna duda, Nicolás de Alba es un personaje ficticio.

27 ene 2011

Las Marras de Sanabria y Carballeda


Quizás penséis que me he vuelto un poco loco al colocar en portada la foto de una cabina de teléfonos flanqueda por dos pedruscos. No os preocupéis: todo tiene su explicación. Contábamos en la anterior entrada como los monjes del Monasterio de San Martín de Castañeda, un poco resabiados tras los primeros pleitos con los ribereños del Lago, buscaron el favor real y esto les llevó a una posición de preeminencia ya no sólo en la comarca sino también en las aledañas (Valdeorras, La Cabrera, Tras os Montes).


El proceso se inicia en el S.X, continúa en el S.XI y alcanza su apogeo entre los dos siguientes. Se conservan documentos de distintos monarcas (Alfonso IX, Sancho IV) que confirman privilegios otorgados con anterioridad por Alfonso VII, Fernando II y  Alfonso X. Demuestran también que los continuos conflictos con los vecinos no se limitaron al Lago, sino también a pastos y cañadas en la sierra del Sospacio. No es de extrañar: en un amojonamiento realizado en 1570 se detalla que la dehesa monástica limitaba con Villanueva de la Sierra, Las Hedradas, Chanos, Lubián, Padornelo, Requejo, San Martín de Terroso, Santa Colomba, Cobreros, Avedillo, Sotillo, Ribadelago, con la sierra de Porto y con los lugares de Bajacoba, Pías y El Bollo. Una parcelita, vamos.


Pero volvamos al S.XII: el emperador Alfonso VII, al parecer preocupado por cierta relajación de costumbres en la que ha caído el monasterio, lo pone en manos de Pedro Cristiano, procedente de Carracedo, para que inicie su reforma y lo adapte a la regla de San Benito. Este Pedro es el segundón de una importante familia asentada en el Rimor (León): la rama paterna posee hacendades por todo El Bierzo y Valdeorras, y formó parte de la corte; de la rama materna, aún más poderosa,  proceden numerosas posesiones en Sanabria y Carballeda (Manzanal, Cabanillas, Rioconejos, Anta, Truifé, Chaguaceda (hoy despoblada), San Salvador de Barrolino, Castellanos, Sampil, Robledo, San Juan de la Cuesta y San Pedro de Valdespino. Tío materno suyo es Ponce de Cabrera, mayordomo del emperador y uno de los principales magnates del reino. De origen catalán, llegó a la corte de León acompañando a Berengaria, hija del conde Ramón Berenguer III que casó con Alfonso en 1128. Fue Señor de Sanabria y Carballeda y Príncipe de Zamora, título éste que perdió, valga la curiosidad, tras los sucesos del Motín de la Trucha (que nos contó no hace mucho Valverde de Lucerna). Su estirpe dio lugar a la familia Ponce de León.


En 1152, en Salamanca, Ponce, como mayordomo real, será uno de los firmantes de los documentos por los que Alfonso VII dona al monasterio de San Martín, dirigido por su sobrino, las villas de Santa Cruz de Casoyo, en la Carballeda orensana; y Asturianos de Sanabria, probáblemente repoblado en tiempos de Alfonso III el Magno y cuya toponimia deja lugar a pocas dudas sobre quienes fueron los encargados de hacerlo. "Yo, Alfonso, emperador de Hispania [...] hago carta de donación a Dios y al monasterio de San Martín de Castineira y a vos Pedro Cristiano, monje, y a todos vuestros sucesores de la villa que es llamada Asturianos y que está en Carvalida. Os doy esta villa con todos sus términos y pertenencias y con todos sus accesos para que desde este día la tengáis y poseáis vos y todos vuestros sucesores con derecho hereditario para siempre. Hecha la carta en Salamanca. Era MCLXL, el día VIIII de las calendas de abril, el año que el emperador tuvo cercada Jaén. (24/03/1152, según el calendario actual). Yo Alfonso emperador con mi propia mano valido y confirmo esta carta que he mandado hacer." Siguen las firmas de los testigos.


Esta donación es peculiar porque no recoge los límites de la villa, como era común en otras cartas. Así, Pedro Cristiano debe trasladarse a Sanabria y efectuar, antes que nada, el amojonamiento o delimitación del término de Asturianos. Se reune con las "autoridades locales": Pedro Ibáñez, portarius del emperador, y el conde Rodrigo Pérez, lugarteniente y hombre de confianza de Ponce de Cabrera; serán ellos los que convoquen a los "buenos hombres" de los pueblos limítrofes para verificar el acto, que posíblemente se realiza en verano de aquel mismo año.


El Libro Becerro del monasterio conserva el acta de la ceremonia bajo el título "Terminatores de Asturianos". Están presentes Pedro Cristiano, Ibáñez, el Conde Rodrigo y unos cuarenta vecinos -presbíteros, soldados, propietarios - de Palacios, Villar, Anta, Rioconejos, Lanseros, Barrio, Manzanal, Palazuelo y Vime. De este pueblo acude en solitario su señor, Pedro Remesal, un personaje asiduo en los documentos de la época y que llegará a recibir un importante realengo por los servicios prestados a Fernando II en la conquista de Alba de Aliste. Todos reunidos juran por Dios decir la verdad, levantan las manos al cielo y ponen sus pies y sus manos en las marcas: en cada una de ellas, por lo que es de suponer que la tarea les llevó varios días. El documento conservado hace una cuidadosa relación del término: "Por Gundina; luego al Carvalio de Cruz, luego al Pomar de Bobu; luego a la Peña de Noval de Martín Menéndez, luego al carral Tumbía..."



Pedro Cristiano estuvo apenas dos años y medio como abad en San Martín, pues en otoño de 1152 es nombrado Obispo de Astorga y llegará a la santidad. Sin embargo, su importancia en la comarca es enorme: aparte de la reforma del monasterio y la adopción de la regla benedictina, consiguió confirmar antiguos privilegios e iniciar su despegue con donaciones como la reflejada. Su sucesor, Martín IV, procedente también de Carracedo, fue el constructor del templo actual y continuó su obra con similar empeño y solvencia. Varios de los personajes mencionados (Remesal, Rodrigo Pérez) realizarán significativas donaciones privadas al monasterio y alguno hasta será enterrado en la abadía.


Muy bien, pero... ¿qué pasa con la cabina de teléfonos?. Pues no, las piedras que la flanquean NO son los mojones sobre los que juraron los "buenos hombres" del S.XII; pero la tradición las identifica como las marras que marcan el límite entre Sanabria y Carballeda. Están situadas hoy en el centro de Asturianos, junto a la N-525, y quizás generen dudas sobre el hecho que la frontera pasase realmente por el medio de un pueblo (1)... pero, si así lo dice la tradición, no seré yo quien lo niegue (2).

ACTUALIZACIÓN:  Me aclara Sanabria que la marra auténtica es la de cuarzo, la otra es un añadido para proteger la cabina de embestidas del tráfico. Es conocida como "el morrillo".

(1) En Rihonor de Castilla/Rionor de Portugal la frontera entre los dos países atraviesa el pueblo, pero es más explicable porque sigue el cauce de un río.


(2) Las Marras o Marcos, mojones de piedra que señalan los límites entre propiedades o pueblos, tuvieron y tienen una gran importancia en el mundo rural. Yo he oído a los mayores referirse a ellas como "seres indefensos" y uno de los peores agravios del que se puede acusar a un vecino es el de "burlador de marcos".

Pd. Esta entrada está dedicada a mi amiga Sanabria, que me puso sobre la pista y me facilitó la primera documentación.

San Martín de Castañeda, desde los altos.

Fuentes:
Wikipedia
Web de Carbajales de la Encomienda
En el ángulo oscuro
GONZALEZ RODRIGUEZ - Tres privilegios de San Martin de Castañeda.
ANTA LORENZO - El fuero de Sanabria.
Notas históricas en el calendario editado por la Comisión de fiestas de Asturianos.
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22 ene 2011

El Lago de Sanabria, de pleitos... y de barcos


Pese a que varias de sus calzadas transcurrían a no mucha distancia, si hemos de fiarnos de sus autores clásicos los romanos no llegaron a enterarse de la existencia del Lago de Sanabria: ni la más mísera mención. Resulta difícil de creer; casi tanto como la posterior - y teórica - ignorancia de visigodos, ¿suevos? y musulmanes - estos, seguro que no. Sin embargo hay que esperar hasta la época de repoblaciones de la Reconquista para encontrar la primera aparición del Lago en la historia escrita. Y es, precisamente... en un pleito.

El Monasterio, hoy

Parece ser que los monjes del Monasterio de San Martín, recién llegados de San Cebrián de Mazote (Valladolid) - mozárabes - adquirieron pesquerías y otras propiedades en torno al Lago a Domnino, un lugareño. Al poco, un tal Ronasindo, al frente de un grupo de vecinos, ocupa parte de estos territorios argumentando que la venta nunca fue válida ya que Domnino no era titular de derechos suficientes para llevarla a cabo. El pleito se resuelve a favor del monasterio, en la iglesia de lo que hoy es Valdespino. Los monjes no se deben fiar mucho de los lugareños y trabajan duro hasta lograr el amparo real a sus posesiones. A partir de ahí, favorecidos también por el miedo que los grandes terratenientes muestran por lo que les puede ocurrir en la vida eterna, disfrutarán de una etapa de expansión que les llevará a la preeminencia en la comarca. La única oposición viene de la Casa de los Pimentel, que en su época de apogeo construyeron un palacete en la isla del Lago, asombro de los cronistas por su riquezas. Pero también de los vecinos: nunca cejaron en su empeño y los archivos nos muestran como en los siguientes siglos presentaron una casi constante retahíla de reclamaciones. Fueron derrotados una y otra vez (1).

Pleito entre el Monasterio y los vecinos de Vigo, 1560 (Fuente: PARES)

La estrella del monasterio declinará definitivamente con los diferentes periodos de desamortización del S. XIX. El Lago, junto con otras propiedades de los monjes, pasaron a manos de Manuel, marqués de Villachica, por un importe total de 127.530 reales de vellón. No fue un caso único: fueron varios los nobles que aprovecharon para adquirir enormes territorios en la provincia. A finales del siglo, y a costa de grandes sacrificios, los vecinos de la comarca consiguieron comprar a estos nobles distintas parcelas en las sierras para el aprovechamiento común de los pueblos. No fue el caso de el Lago, que permaneció siempre en poder de la casa de los Villachica. A la muerte de Manuel heredó su hijo Luis, quien se preocupó de inscribir las posesiones en el Registro de la Propiedad de Puebla, y aquí pudo finalizar la cadena, ya que murió soltero y sin descendencia legítima. Pero no fue así: al más puro estilo folletinesco, poco antes del deceso reconoció una hija natural, fruto de sus amores con una sirvienta de la propiedad. Victoriana de Villachica y Mugoitio-Beña fue declarada heredera universal.



Pero los ribereños no se quedan tranquilos: en octubre de 1930 vecinos de Galende solicitaron informe sobre la existencia de "antecedentes justificadores de la venta por parte del Estado del cauce y masa líquida del Lago". Éste será el detonante que condujo a la declaración de las aguas del Lago como Bien de Dominio Público en 1932, ya instaurada la II República. Victoriana de Villachica, representada por el letrado Manuel Pintado y Carballo, inició un apasionante contencioso para intentar revocar la Orden y mantener así la propiedad; alegando en su defensa que el Lago nunca fue de uso público sino propiedad privada del monasterio y que el Estado, en la Desamortización, lo recibió como "bien en venta" y como tal fue adquirido por el marqués al precio fijado. La Administración respondió, unas veces con más acierto que otras. En un informe elaborado por la División Hidrológica del Duero se afirma que "no se trata de un verdadero lago en la acepción legal de la palabra, por que sus aguas están alimentadas continuamente por el río Tera en su curso anterior, y el desagüe es también continuo del mismo río en su curso inferior". Añade que "es un ensanchamiento del río, que necesita rellenar una gran depresión natural del terreno producida indudablemente por un accidente geológico"; también que "todo el Lago se halla situado en monte del Estado y en terrenos comunales de los pueblos de Ribadelago, Vigo, Galende, Pedrazales y San Martín". Victoriana, que ve como se deslegitiman sus registros ante la Propiedad y ante Aprovechamientos de Aguas Públicas, pero que tampoco consigue probar sin género de dudas los pagos realizados por el viejo marqués, acaba por perder el proceso.(2)

El mirador de San Martín
Éste fue, sin duda, el más importante pleito sobre el Lago en nuestro tiempo(3), pero no el último: los archivos nos siguen mostrando un sinfín de reclamaciones sobre derechos y aprovechamientos, no pocas de ellas derivadas de las sucesivas figuras de protección sobre el medio natural. ¿Conseguirá el Plan de Ordenación del Parque Natural que se avecina acabar con las disputas? Creo que no; nadie duda hoy sobre el "cauce y masa líquida" del Lago, pero sobre los territorios de la comarca sí quedan muchos puntos por resolver: Declaraciones de Montes de Utilidad Pública de tramitación dudosa, el no reconocimiento de Montes en Mano Común... hay hasta quien se muestra dispuesto a exigir la aplicación de la Ley de Costas en la ribera del Lago.

Custa Llago
Y hablando de costas... esta semana llegó a Sanabria el catamarán "Helios Cousteau", un barco propulsado por energía solar y eólica que pronto permitirá recorridos por el Lago similares a los que ya se realizan, por ejemplo, en los Arribes del Duero. ¡Estoy deseando que entre en funcionamiento!

Trabajando en el muelle
Termino ya (¡de verdad!) esta megaentrada con otro documento "naval". Los lectores de "El Noroeste" reconocerán la historia, pues la mencionó Manuel Mostaza en su columna hace unos meses:


Actualización: acabo de comprobar que ya el 16/10/10, Juan Manuel Rodríguez  posteó este documento en su magnífico blog Lenguajesculturales's. Mis disculpas por la repetición.

(1) Sí, es cierto que quizás sólo la Iglesia supera a los tribunales en la amplitud de sus archivos y que eso nos puede dar una idea equivocada del desarrollo de la historia. Pero en el blog ya hemos visto otras muestras de la afición litigante de los sanabreses: el Conde de Benavente quemó por completo el pueblo de Cobreros por su apoyo a rebeldes irmandiños, pero los herederos de los supervivientes le exigieron indemnizaciones judicialmente.


(2)  Para más información: sanabriarural.org 


(3)  No incluyo los derivados de la tragedia de Ribadelago, ya que no versaban sobre la propiedad.


El Cañón del Tera


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2 nov 2010

La Misión en Sanabria, 1934


Hay que ir a esos pueblos con elementos de acción social inmediata y eficaz; darles, junto a las normas higiénicas, la posibilidad de cumplirlas; llevarles abonos y semillas y enseñarles prácticamente las mejoras posibles de sus cultivos tradicionales; dotar esas escuelas de material útil; fundar comedores y roperos; trabajar por estos niños, por estos campesinos, por estos maestros, con la inteligencia y con las manos, en comunión de ideales e intereses, y llamar vigorosamente a las puertas de la opinión pública para lograr ese esfuerzo colectivo que borre de una vez las sombras más tristes del mapa español. [...]


Por las mañanas, desde que se inauguró el comedor, actuamos en la escuela: pequeños trabajos de decoración escolar, lecturas amenas, realizaciones manuales, canciones, juegos y destrezas al aire libre. Somos ya amigos de estos niños; nos buscan, nos saludan a gritos, desde lejos, cuando nos ven llegar, y corren a nuestro encuentro: nos miran de frente, y hablan y ríen libremente con nosotros. En la escuela vamos familiarizándoles con el nuevo material de trabajo: las cuentas y fichas de color para el cálculo, la cartulina y las tijeras, la pintura por el recorte en papel charol, la plastilina, la tiza de colores. Rompen a dibujar figuras, esquemas y palabras, recortan y pegan molinos de viento que llevan luego gozosamente al recreo. Ellos, a su vez, hacen lo imposible por agradarnos. Se lavan las manos, se peinan. Algunos niños se arriesgan a prescindir de la boina mugrienta, por lo menos en las horas de sol. Otros, excediéndose en celo, llegan a presentarse con el pelo reluciente de aceite [...]


Una tarde vamos a tomar café a la casa parroquial, invitados por D. Pedro. Este buen cura de aldea, amigo y colaborador de la Misión desde el primer día, es ejemplo vivo de lo que hasta hoy habíamos tenido por una inocente creación literaria: el clérigo rural de breviario y escopeta, discreto en la campechanía y devoción, caliente de sentido humano, con la frente curtida de soles y las manos humildes hechas a la rienda, el azadón y el óleo [...] Charlamos amigablemente, liando tabaco portugués en papel del Rey de Espadas. Corzos, cosechas y niños saltan en la conversación. Nos habla del monasterio bernardo en ruinas, dueño antaño de vega, caza y pesca; del archivo parroquial, que acredita su antiguedad -en el Siglo X se le mandaba reconstruir, contemporáneamente al foro promulgado en privilegio de los monjes por Ordoño II y que ¡todavía- grava las pobres cosechas de San Martín-. Hablamos del Lago, rico en truchas asalmonadas, usurpado durante años en mentida propiedad particular por una señora que se decía heredera del privilegio bernardo [...]


[En Ribadelago] Un joven maestro, de reciente nombramiento también -D.J.Enriquez de la Rúa-, lucha bravamente en la escuela. Ha empezado, como nosotros en San Martín, por limpiar el local de arriba abajo a fuerza de brazos, apartando inexorablemente los viejos trastos docentes para implantar nuevos modos. Nos habla ilusionadamente de proyectos, intentos y realizaciones, que delatan el espíritu del auténtico maestro a quien la fe y el ímpetu juvenil ayudan contra todas las desdichas de la incuria tradicional. Contemplamos con simpatía su obra inicial y, pensando en San Martín (el pueblo y el santo) decidimos partir con él nuestra capa misional [...] viniendo a ser la primera respuesta que encuentre este maestro clamando, como tantos, en nuestros desiertos. [...]

La escuela de San Martín, con la cama del maestro al fondo, antes de las reformas
¡Y qué contrastes en estas aldeas de emigración ultramarina! Junto a los analfabetos que dificilmente ligan las primeras sílabas de los letreros castellanos, hay emigrantes que leen correctamente los rótulos ingleses de las películas Eatsman; junto a los que ven el cine por vez primera y apenas comprenden las piruetas de Charlot, hay quien ha conocido personalmente a Chaplin y recuerda años babélicos de Nueva York a San Francisco. [...]

El comedor social abierto por la Misión
La actitud de los pueblos con nosotros, cordialísima y fervorosa en todo momento. No olvidaremos las rondas y danzas típicas con que nos obsequiaron en Galende, la emoción de Ribadelago, los abrazos de San Martín, la gaita de Ungilde, la alegría sudorosa de los mozos de Vigo que, en plena noche, sacaban en vilo a la carretera nuestro coche caído por un terraplén [...]
Alejandro Casona. Memoria de la Misión pedagógica social en Sanabria, Zamora. (Del 5 al 15 de Octubre de 1934)

Foto tomada del blog de Jordi Siracusa
Desde hace algún tiempo llevo dándole vueltas a esta entrada y la mejor manera de enfocarla; para acabar llegando a la conclusión más obvia: mostrar las palabras de quienes allí estuvieron, sin más.
El texto completo puede consultarse en la Biblioteca Digital de Castilla y León, de donde están tomadas las fotografías. Que nadie piense, por favor, en ningún tipo de censura por haber omitido en esta ocasión los pasajes más duros sobre la pobreza de la comarca. Esta vez he querido dirigir el foco sobre las personas: los que llegaron y los que se encontraron. Algunos de ellos todavía viven.