Quizás penséis que me he vuelto un poco loco al colocar en portada la foto de una cabina de teléfonos flanqueda por dos pedruscos. No os preocupéis: todo tiene su explicación. Contábamos en la anterior entrada como los monjes del Monasterio de San Martín de Castañeda, un poco resabiados tras los primeros pleitos con los ribereños del Lago, buscaron el favor real y esto les llevó a una posición de preeminencia ya no sólo en la comarca sino también en las aledañas (Valdeorras, La Cabrera, Tras os Montes).
El proceso se inicia en el S.X, continúa en el S.XI y alcanza su apogeo entre los dos siguientes. Se conservan documentos de distintos monarcas (Alfonso IX, Sancho IV) que confirman privilegios otorgados con anterioridad por Alfonso VII, Fernando II y Alfonso X. Demuestran también que los continuos conflictos con los vecinos no se limitaron al Lago, sino también a pastos y cañadas en la sierra del Sospacio. No es de extrañar: en un amojonamiento realizado en 1570 se detalla que la dehesa monástica limitaba con Villanueva de la Sierra, Las Hedradas, Chanos, Lubián, Padornelo, Requejo, San Martín de Terroso, Santa Colomba, Cobreros, Avedillo, Sotillo, Ribadelago, con la sierra de Porto y con los lugares de Bajacoba, Pías y El Bollo. Una parcelita, vamos.
Pero volvamos al S.XII: el emperador Alfonso VII, al parecer preocupado por cierta relajación de costumbres en la que ha caído el monasterio, lo pone en manos de Pedro Cristiano, procedente de Carracedo, para que inicie su reforma y lo adapte a la regla de San Benito. Este Pedro es el segundón de una importante familia asentada en el Rimor (León): la rama paterna posee hacendades por todo El Bierzo y Valdeorras, y formó parte de la corte; de la rama materna, aún más poderosa, proceden numerosas posesiones en Sanabria y Carballeda (Manzanal, Cabanillas, Rioconejos, Anta, Truifé, Chaguaceda (hoy despoblada), San Salvador de Barrolino, Castellanos, Sampil, Robledo, San Juan de la Cuesta y San Pedro de Valdespino. Tío materno suyo es Ponce de Cabrera, mayordomo del emperador y uno de los principales magnates del reino. De origen catalán, llegó a la corte de León acompañando a Berengaria, hija del conde Ramón Berenguer III que casó con Alfonso en 1128. Fue Señor de Sanabria y Carballeda y Príncipe de Zamora, título éste que perdió, valga la curiosidad, tras los sucesos del Motín de la Trucha (que nos contó no hace mucho Valverde de Lucerna). Su estirpe dio lugar a la familia Ponce de León.
En 1152, en Salamanca, Ponce, como mayordomo real, será uno de los firmantes de los documentos por los que Alfonso VII dona al monasterio de San Martín, dirigido por su sobrino, las villas de Santa Cruz de Casoyo, en la Carballeda orensana; y Asturianos de Sanabria, probáblemente repoblado en tiempos de Alfonso III el Magno y cuya toponimia deja lugar a pocas dudas sobre quienes fueron los encargados de hacerlo. "Yo, Alfonso, emperador de Hispania [...] hago carta de donación a Dios y al monasterio de San Martín de Castineira y a vos Pedro Cristiano, monje, y a todos vuestros sucesores de la villa que es llamada Asturianos y que está en Carvalida. Os doy esta villa con todos sus términos y pertenencias y con todos sus accesos para que desde este día la tengáis y poseáis vos y todos vuestros sucesores con derecho hereditario para siempre. Hecha la carta en Salamanca. Era MCLXL, el día VIIII de las calendas de abril, el año que el emperador tuvo cercada Jaén. (24/03/1152, según el calendario actual). Yo Alfonso emperador con mi propia mano valido y confirmo esta carta que he mandado hacer." Siguen las firmas de los testigos.
Esta donación es peculiar porque no recoge los límites de la villa, como era común en otras cartas. Así, Pedro Cristiano debe trasladarse a Sanabria y efectuar, antes que nada, el amojonamiento o delimitación del término de Asturianos. Se reune con las "autoridades locales": Pedro Ibáñez, portarius del emperador, y el conde Rodrigo Pérez, lugarteniente y hombre de confianza de Ponce de Cabrera; serán ellos los que convoquen a los "buenos hombres" de los pueblos limítrofes para verificar el acto, que posíblemente se realiza en verano de aquel mismo año.
El Libro Becerro del monasterio conserva el acta de la ceremonia bajo el título "Terminatores de Asturianos". Están presentes Pedro Cristiano, Ibáñez, el Conde Rodrigo y unos cuarenta vecinos -presbíteros, soldados, propietarios - de Palacios, Villar, Anta, Rioconejos, Lanseros, Barrio, Manzanal, Palazuelo y Vime. De este pueblo acude en solitario su señor, Pedro Remesal, un personaje asiduo en los documentos de la época y que llegará a recibir un importante realengo por los servicios prestados a Fernando II en la conquista de Alba de Aliste. Todos reunidos juran por Dios decir la verdad, levantan las manos al cielo y ponen sus pies y sus manos en las marcas: en cada una de ellas, por lo que es de suponer que la tarea les llevó varios días. El documento conservado hace una cuidadosa relación del término: "Por Gundina; luego al Carvalio de Cruz, luego al Pomar de Bobu; luego a la Peña de Noval de Martín Menéndez, luego al carral Tumbía..."
Pedro Cristiano estuvo apenas dos años y medio como abad en San Martín, pues en otoño de 1152 es nombrado Obispo de Astorga y llegará a la santidad. Sin embargo, su importancia en la comarca es enorme: aparte de la reforma del monasterio y la adopción de la regla benedictina, consiguió confirmar antiguos privilegios e iniciar su despegue con donaciones como la reflejada. Su sucesor, Martín IV, procedente también de Carracedo, fue el constructor del templo actual y continuó su obra con similar empeño y solvencia. Varios de los personajes mencionados (Remesal, Rodrigo Pérez) realizarán significativas donaciones privadas al monasterio y alguno hasta será enterrado en la abadía.
Muy bien, pero... ¿qué pasa con la cabina de teléfonos?. Pues no, las piedras que la flanquean NO son los mojones sobre los que juraron los "buenos hombres" del S.XII; pero la tradición las identifica como las marras que marcan el límite entre Sanabria y Carballeda. Están situadas hoy en el centro de Asturianos, junto a la N-525, y quizás generen dudas sobre el hecho que la frontera pasase realmente por el medio de un pueblo (1)... pero, si así lo dice la tradición, no seré yo quien lo niegue (2).
ACTUALIZACIÓN: Me aclara Sanabria que la marra auténtica es la de cuarzo, la otra es un añadido para proteger la cabina de embestidas del tráfico. Es conocida como "el morrillo".
(1) En Rihonor de Castilla/Rionor de Portugal la frontera entre los dos países atraviesa el pueblo, pero es más explicable porque sigue el cauce de un río.
(2) Las Marras o Marcos, mojones de piedra que señalan los límites entre propiedades o pueblos, tuvieron y tienen una gran importancia en el mundo rural. Yo he oído a los mayores referirse a ellas como "seres indefensos" y uno de los peores agravios del que se puede acusar a un vecino es el de "burlador de marcos".
Pd. Esta entrada está dedicada a mi amiga Sanabria, que me puso sobre la pista y me facilitó la primera documentación.
San Martín de Castañeda, desde los altos. |
Fuentes:
Wikipedia
Web de Carbajales de la Encomienda
En el ángulo oscuro
GONZALEZ RODRIGUEZ - Tres privilegios de San Martin de Castañeda.
ANTA LORENZO - El fuero de Sanabria.
Notas históricas en el calendario editado por la Comisión de fiestas de Asturianos.
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