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9 ago 2009

Sierra de la Culebra




Si hubiera de mostraros la Sierra de la Culebra, empezaría por llevaros a sus dos picos más altos: Peña Mira y Miño Cuervo. Desde estas dos atalayas, el paisaje se extiende a vuestros pies como un tapiz lleno de vida, en el que destacan los espejos de los embalses de Valparaíso, Cernadilla y Argavanzal y los pueblos son pequeños puntitos que asoman entre los claros.








No es una sierra de abruptos farallones ni agresivos picachos: es más bien una amable sucesión de montes y valles que se inicia en Sanabria, atraviesa la Carballeda y va perdiendo altura ya en las comarcas de Aliste. Dicen que hasta principios del siglo XIX estaba cubierta de robles y castaños y llegó a vivir en ella hasta el oso, pero que la necesidad de dedicar más tierras a la labranza provocó su práctica deforestación. Hoy veremos las tierras altas cubiertas de distintos tipos de brezos, jara y otros matorrales, que en primavera provocan una melodía de olores y colores difícilmente resistible. La mayor parte de la sierra ha sido repoblada con grandes pinares, que han favorecido el asentamiento de la fauna y la abundancia de setas en temporada. Los castaños han mantenido sus dominios en las inmediaciones de los pueblos y podemos ver ejemplares admirables en zonas como Ferreras o Robledo. En las zonas más al sur campa la encina, llamada carraca o carrapito por los vecinos.





Es esta tierra de lobos, la comarca con mayor densidad de población de toda la Europa occidental, y a lo largo de la historia ha mantenido una dura pugna con el hombre por la supremacía, con huellas tan llamativas como los corralones. El otro gran señor de la región es, por supuesto, el ciervo, que en tiempo de berrea escandaliza todo el bosque con sus peleas y bramidos. Los jabalíes, gatos monteses, liebres, conejos y demás deben estar deseando que termine esta exhibición para recuperar la tranquilidad habitual.





En 1973 se creó la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra, cubriendo una extensión de más de sesenta y siete mil hectáreas y continuación natural del Parque de Montesinho, al otro lado de la Raya.





Para ampliar información: Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Sierra_de_la_Culebra




8 mar 2009

Ferreras de Arriba, en los límites de la Carballeda


El día 26 de diciembre, el Diablo sale de ronda por las calles de Ferreras. También el Galán, la Madama y la Filandorra. El Galán y la Madama son personas de bien, que visten de fiesta y tocan las castañuelas con alegría por el nacimiento de Jesús. El Diablo, qué te voy a decir, es el mal que anda por el mundo buscando a quién atrapar y la Filandorra es la Humanidad sometida por el pecado. Se aparece como una mujer desgreñada, con la cintura rodeada por siete cencerros como los siete pecados capitales y un látigo con el que atiza a todo lo que se menea.
La Filandorra también es una Mascarada de origen medieval que se celebra en Ferreras de Arriba tras la misa del día después de Navidad, cuyo objeto, como decían de la tele de antes, es el de formar y entretener y nos permite asomarnos a la historia de este pueblo.
Puedes iniciar tu visita a Ferreras por el Centro de Interpretación de la Vida Pastoril. Está situado en las laderas de Peña Lleira, muy cercano a la ermita del Cristo de las Aguas. Esta ermita, por cierto, es de reciente construcción y se levantó gracias al empeño de uno de los vecinos ferratos, pero ofrece unas preciosas vistas de la Sierra de la Culebra. El Centro es un conjunto de corralones de piedra y cuelmo (tejados de paja) que alberga exposiciones sobre los aperos y formas de vida tradicionales de la comarca.
Los corralones son corrales circulares de piedra utilizados para resguardar las ovejas del frío, y sobre todo del lobo. Encontrarás unos cuantos ejemplos diseminados por el pueblo. Es indudable que su forma constructiva proviene de los castros prerromanos, que también salpican la comarca: la Ciudad, Peña Valdemera, la Lleira, el Castillón… aunque su estado de conservación sólo los hace accesibles a los especialistas. Tampoco están muy a la vista los restos romanos, aunque ellos dieron nombre al pueblo con sus explotaciones mineras.
El rió Castrón, que nace de un manantial poco más arriba, atraviesa el pueblo y alimenta una serie de molinos que no debes dejar de visitar. En Ferreras has de calzarte las botas y salir a pisar las rutas, sendas y caminos de la Sierra de la Culebra. Es territorio de lobos, jabalíes, corzos, rapaces y ciervos, que mediado el otoño inundan el bosque con su espectacular berrea. Si no tienes la suerte de cruzarte con alguno de estos tímidos caballeros –aunque es difícil- siempre puedes recrearte con la variedad de colores del valle: robles, castaños –muchos centenarios, en las inmediaciones del pueblo-, monte bajo, roquedal y tierras de cultivo. Naturalmente, en temporada no debes olvidar la cesta y la navaja para “cazar” las muchas variedades de setas que se dan en la comarca.
Pertenece también al ayuntamiento de Ferreras de Arriba la pedanía de Villanueva de Valrojo, atravesada por la Vía Augusta XVII, con sus casonas de piedra labrada, sus historias de contrabando y su vinculación a Villardeciervos… pero el tema merece otro articulito aparte. Hasta entonces.
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Foto: Reloj del Ayuntamiento de Ferreras de Arriba