Todas las mañanas, poco después del alba, deja la braña y corre hacia la hoz. Todas las mañanitas, todas las mañanitas saltando por los brezos llenos de rocío. Cada amanecer le traía a la memoria el pico negro del cuervo, moviéndose inquieto, receloso, en el borde del nial. Y el rebullir de los pequeños corvatos que ya pronto tendrían todas las plumas de las alas y se echarían a volar detrás de los sus padres por los caminitos del cielo. Este pensamiento le llena de tristeza y le hace caminar más de prisa, con muchísima impaciencia. El vaquero se ríe de él y le cuenta mentiras de los azores, de los milanos, de las águilas. Una vez el pico de un azor sacó los ojos a una vaca porque el amo de la res le desbarató el nido. Otra vez un milano picoteó furiosamente los carrillos de un cabrero mientras dormía a la sombra de un árbol, porque una tarde le tiró con el palo cuando descansaba del vuelo en la quima gorda de un roble. Todas las noches le cuenta el vaquero enfados bárbaros de las águilas, de los cárabos, de los milanos. Pero él se duerme tranquilamente con mucha serenidad.
Cuando los pájaros salen a ganarse la vida se refresca los sentidos en un remanso del torrente y empieza a caminar por entre los escajos llenos de rocío. Se va acercando la fecha en que los pájaros nuevos comienzan a volar. Ya maduran las fresas silvestres. Ya hay bulla de golondrinas en los aleros, en los portales de las iglesias, en los campanarios, en las cercas del valle. Unos soles más y los corvatuelos desaparecerán de la peña para aprender a dar picotazos en las crestas de las gallinas, en las cabecitas de los tordos y de los ruiseñores, en los ojos de las corderas. Estos pensamientos mortifican el ánimo del niño. Le dice al vaquero que quiere permanecer todo el día al pie del saliente puntiagudo de la peña, cerca del nial. Y el vaquero vuelve a relatarle iras memorables de las aves de rapiña. Picoteando la cara de las vacas, los párpados de los hombres dormidos, los ojos de las ovejas. Refresca los sentidos en el remanso del torrente y a los pocos instantes está en la hoz. El aire juega con las cogullas de los espinos, con las hojas brillantes y crespas de los acebos, con las fores amarillas de los escajos, tan apretados, tan verdes…
El pico del cuervo está apoyado en el borde del nial, como siempre, inquieto y receloso. Después eriza el plumaje, se estremece repentinamente, abre las alas y las vuelve a cerrar, tiembla de nuevo y otra vez levanta las grandes alas como para echar a volar. El niño está escondido y mira al saliente de la roca, inmóvil, sin hacer ruido con las ramitas, encogido, como si estuviera esperando a que pasara un peligro. Una sombra corre por el suelo de la hoz, por las hojas de los arbustos, de las yedras, de los acebales. El sarruján contempla a otro cuervo que se posa a la vera del nido. El que estaba en el nial sale volando y la sombra de sus alas corre también por el suelo verde de la hoz, por las hojas de los acebales, de los espinos, de las yedras. Así se pasa todo el día. Viene la hembra y marcha el padre. Regresa el cuervo y sale la madre. Nunca se queda el nido solo. Cada vez que vuelve uno de los cuervos, las crías arman un gran alboroto y buscan con los picos abiertos el pico de los padres. Impaciencias del muchacho que ve alejarse la posibilidad de llevar las crías a la choza para domesticarlas y que sean como palomas negras en el campo de la braña. Desde su escondite ve declinar al Sol relumbrando. Y piensa que aquellas nubes que ahora están coloradas, antes eran negras y le parecían los mantos de todas las viejas que se han muerto. Los pájaros cantan tranquilamente los cantos de la tarde… Cuando regresa a la majada se encuentra con la risa del vaquero, que vuelve a relatarle todos los destrozos que hicieron los milanos y las águilas en los carrillos de los pastores…
Esta mañana sucede algo extraño en el nido. Los pequeños corvatos no cesan de chillar. El pico del cuervo se mueve con más rapidez de un lado a otro del redondel del nial. De vez en cuando da fuertes aletazos como si quisiera atemorizar a los hijos y contener su incesante rebullicio. Cada aletazo acalla los chillidos de las crías. Pero pronto empiezan otra vez con más estrépito, hasta que un nuevo aletazo, más fuerte, más violento, impone silencio y quietud en el hoyito caliente del nido. Después la cabeza
del cuervo se estremece y su pico no cesa de moverse en el borde del nial. Otras mañanas antes de que el Sol ilumine aquella ramita torcida del espinar, ya había regresado un cuervo y se había ido el otro, se habían relevado unas cuantas veces, y los corvatuelos estaban muy apaciguados, como dormidos. Hoy sucede algo extraño en la vida de estas aves. No cesan los chillidos. Ya no bastan los aletazos para contener la algazara furiosa de los pequeños cuervos, que empiezan a picotear en las plumas del cuervo grande, primero con golpecitos débiles, muy lentos, cautelosos; después con más saña, con más prisa, con más energía. Los aletazos persistentes del cuervo son ineficaces. Tiene él también que picotear en las alas tiernecitas, tiene que mostrar su enfado removiéndose con coraje. Breve rato de tregua. Las crías se quedan quietas, amedrentadas, silenciosas. Pero pronto recomienza su rebeldía con un afán más ruidoso. Los picos vuelven a querer clavarse en la carne dura del cuervo. Éste contesta con rabia, eriza las plumas, picotea con enfado. Los hijos chillan de dolor. Después parece que se arrepiente y se deja maltratar inmóvil, con los ojos cerrados y las alas muy apretadas. Piensa el sarruján que ha salido el otro cuervo muy de mañana, a buscar alimento para los hijos como todos los días. Las crías tienen hambre y el cuervo no acaba de volver. Por eso se impacientan y chillan y dan golpecitos en las alas del padre o de la madre que guarda el nido y no se atreve a dejarlo solo. Y cuando está pensando en estas cosas, ve que el cuervo, sin esperar a que regrese el otro, abandona el nido, volando hacia el poniente, con mucha furia en las alas, desesperado, como un hombre bueno que va a robar para que no lloren sus hijos hambrientos…
Las manos del niño se agarran a los salientes picudos y remellados de la peña. Es fácil llegar al nido por estos escalones naturales, llenos de grietas, de arrugas y de hoyitos. Una gran alegría llena el cuenco de su ánimo. Faltan cuatro o cinco salientes de roca para alcanzar el nido. Ya ve sus palos y sus yerbas secas, debajo de los arbustos. Le caen de la frente abundantes gotitas de sudor y sus carrillos están colorados. Ya le faltan dos salientes, el uno picudo y estrecho, el otro ancho y lago con manchas pequeñas de musgo. La hoz se ha quedado sombría en la parte que mira al oriente. Y la peña está iluminada de sol, la piedra está cliente y las yedras rebrillan. El último escalón abrupto, largo, de bordes remellados, porosos… Y los palos cruzados, secos del nial, con sus hierbas, con las cabecitas negras de los cuervos…
Pueden encontrar la segunda parte de este relato en el blog "La Cueva del Tasugo"
Una entrada conjunta de La Cueva del Tasugo / Días en Sanabria
Texto: Manuel Llano. La Braña, 1934
Estimados amigos:
Debo anunciar una parada técnica: me falta tiempo y todavía me va a faltar más. Espero poder seguir asomándome por sus espacios, porque éste de los blogs es un mundo que me gusta como el primer día. Intentaré dejar alguna huella de vez en cuando y mantener algún canal abierto. No paro por falta de ganas, de cosas que contar o de interés: creo que los que me conocen estarán de acuerdo. He disfrutado cada uno de estos días y espero volver. Esto no es un adiós.
Un abrazo para todos.
Ha sido un placer compartir esta entrada contigo,Xibeliuss.
ResponderEliminarUn abrazo y no tardes mucho en volver.
Como decía en el blog del Tejón, menudo pedazo de relato. Es de una gran belleza. Sin duda un broche de oro como cierre a esta temporada en la que parece que va a estar usted muy ocupado.
ResponderEliminarFeliz dia
Bisous
Magnífico relato!!
ResponderEliminarToño, espero no tardes mucho en volver, sino tendré que subir a tomarme un café por Sanabria y si, es una amenaza jejeje
Por aquí te esperamos, un abrazo amigo!
Me parece perfecto cuando la ternura compensa la inteligencia, no siempre lo que pensamos mejor para los demás es lo mas apropiado. Nuestra inteligencia se puede equivocar,la ternura nunca.
ResponderEliminarGracias a los dos
¿Eso de la baja laboral espero que este respaldado con certificado médico!.
Bueno como tu digas, en semana santa te visitaré para ver tu estado
Sé de lo que hablas. Me resisto a anunciar yo también una parada técnica, aunque lo que haces tú es más sensato.
ResponderEliminarQué decirte. Que espero que vuelvas pronto, cuando puedas respirar hondo y escribir con pausa pero sin prisas.
Magnífica entrada en colaboración. Un gustazo. A cuidarse, abrazos
Puedo suponer y supongo que por aquí seguirás.
ResponderEliminarimpresionado vuelo hacia la cueva del tasugo
ResponderEliminarExcelente relato.
ResponderEliminarEspero que la parada técnica sea breve. Ya sabes, primero lo importante, luego lo otro.
Un abrazo y hasta pronto
Atenta con los ojos bien abiertos como hacia tiempo no habia estado.Voy para la cueva.
ResponderEliminarUn abrazo y esperando tu vuelta.
Da gusto leerte,me dejaste sin palabras.
ResponderEliminarUn abrazo,voy pa la cueva
Cuánto he disfrutado leyendo tu entrada de hoy.
ResponderEliminarSiento que tu presencia disminuya en su frecuencia, pero tienes razón, el tiempo, su falta, nos condiciona siempre. Bien, estaré atento a esas señales que seguirás dando. Un abrazo.
Me he quedado con la miel en los labios, pero seguiré el rastro del relato.
ResponderEliminarSiento que tengas que parar, pero estaré a la espera hasta que decidas regresar.
Un abrazo.
Acabo de leerte en tu otro blog, repito: Cuidate y vuelve sin prisa pero sin pausa.
ResponderEliminarSaludos
Hola Xibelius, una historia muy bonita que se me antoja familiar dado que me he criado en el pueblo que vivo y algun nido que otro he visto de cerca cuando era niño.
ResponderEliminarQue todo te vaya bien y ya sabes por donde andamos si no hay ninguna novedad.
Un fuerte abrazo
Me voy a ver al tejón...
ResponderEliminar:( Vuelve ya, anda
Beso
· Gracias por esta primera parte. Me voy a leer la segunda pero, antes, las paradas técnicas son necesarias. Tus seguidores te esperaran, seguro.
Suerte.
· Saludos
CR & LMA
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Me voy para la cueva,pero no antes de darte un fuerte abrazo,aqui estaremos esperando.
ResponderEliminarLo dicho,un fuerte abrazo.
Por momentos he querido recordar "los pájaros" del Jiscoch, por momentos pensaba que la cosa tendería hacia "bamby" del Disnei, por momentos creía que la cosa terminaría como "cría cuervos" del Saura... pero eso sí, durante todo el relato me he sentido muy identificado, ¿qué niño no ha observado, con los ojos como platos, algún nido y no ha sentido la necesidad de coger lo que hay dentro para sustituir a los laboriosos padres naturales?... por supuesto que yo sí. El relato me ha invocado mi infancia...
ResponderEliminar...
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Xibeliuss, es una mala noticia que nos cortes el suministro de alimento en forma de palabras, recuerdos, fotografías,..., que corre por este cordón umbilical, desde Carballeda-Sanabria hacia todo el mundo, alimentando curiosidades, nutriendo nostalgias... mientras no estés echaremos de menos todo lo que nos acercas.
La verdad es que aunque me sorprende, creo comprender tu decisión... si aparte de trabajar, mantienes nosecuantos blogs, colaboras en otros y comentas en otros muchos... dándole a tantos palos que resulta admirable, lo normal es que te tomes un descanso.
Creo conocer (aunque solo superficialmente) el mundillo éste de los blogs, y sé que consisten en un "dar y recibir", "leer y comentar para ser leído y comentado"... aún así, aunque dejes tu frenética actividad por otros blogs, me gustaría pedirte que por aquí nos siguieras deleitando de vez en cuando con alguna entradilla, aunque sea sencilla... que nos la dejes aquí, sin preocuparte más ni tener que sentir la obligación de contestarnos a todos uno por uno, si es que comentamos algo... creo que ya me entiendes...
Bueno Xibeliuss, gracias por tu trabajo (aquí) y suerte con tu trabajo (allí)... Un fuerte abrazo... nos seguimos viendo.
He leido las dos partes y me ha maravillado. Una buena colaboración. Esperamos tu vuelta.
ResponderEliminarSaludos.
El relato está escrito de una manera notable, bien matizada y con mucha vida. Y sin jueguecitos facilones, algo que tiene mucho mérito: contando y atrapando con el interés de una historia bien narrada (casi nada). Voy a leer el final en el otro blog ahora mismo.
ResponderEliminarAcompañan muy bien las imágenes.
Que no sea adiós, que sea para que te veamos menos pero que sigamos viéndote. Yo te echaría de menos.
Un abrazo.
Desde hace un tiempo sigo "La cueva del tasugo",así que ya sois dos los sanabreses a los que tengo en mi lista de más buscados.
ResponderEliminarSaludos y tómatelo con calma
Antes de nada, gracias todos por vuestros mensajes
ResponderEliminar@Tejón: Un auténtico placer, y te agradezco de nuevo la oportunidad de participar en la publicación de este hermoso relato
@Madame: Un broche de oro, sí: ideal como cierre de la temporada.
@Alfonso: ¡Te tomo la palabra!
@juno: te espero con los brazos abiertos... aunque no te garantizo el estado en que me encuentres.
@Mª Antonia: No me quedaba otra opción, y me cuesta. Pero, por pequeño que sea todo esto, yo le tengo mucho respeto y, sobre todo, a quienes gastan su tiempo en leerlo.
@Logio: Sí, sí. En perfil bajo, que se dice ahora. Para esto, Facebook (mira que me costó cogerle el tranquillo) tiene sus ventajas.
@Amio: seguro que el final no te ha decepcionado.
@Xabres: no sé si más importante ¡pero paga las facturas! :)
@Arena: Un fuerte abrazo, amiga.
@José Manuel: Bueno, en esta ocasión el mérito es todo de Manuel Llano... y del Tejón, que tuvo la idea de la entrada.
@dlt: Un abrazo, espero que las huellas sigan presentes.
@Valverde: volveré, seguro.
@Wersemei: gracias, esa es la idea!
@Abi: un fuerte abrazo, amigo
@Alma: volveré, sí. ¡Ah, yo también tengo una petición! ¿Habría posibilidad de repetir la procesión de Genarín sin ser semana santa - ni festivo - ni fin de semana? :)
@Gracias, Ñoco
@un fuerte abrazo, fosi: nos debemos una botella de vino
@Josean: sí, entiendo lo que dices. El funcionamiento de este mundillo es así... y me parece justo que lo sea. Para el "mono" subiré cosillas en facebook: no tan elaboradas, pero algo valdrán para la morriña!
@Gracias, Lito: nos vemos a la vuelta
@Gracias, Francisco. Lo dicho, volveré.
@Jjejeje Carmen, El Tejón no es sanabrés (aunque aquí le adoprtaríamos encantados!)
Un fuerte abrazo!
Xibeliuss... esperemos que este punto y a parte sea breve... se te va a echar de menos...
ResponderEliminarQue magnificos pajarracos y que lindos nidos que hacen. Magnifica la foto de esa ave en pleno aleteo.
ResponderEliminarQue bonitas fotos y que relato más enternecedor; paso a ver la segunda parte. Me encantó esa frase de cuando los pájaros salen a ganarse la vida... ¿Y la rentrée?. Abrazos.
ResponderEliminarEspero que asi como la despedida fue corta.. la tardanza tambien lo sea.. a veces tenemos tanto tiempo que no nos alcanza a alcanzar...
ResponderEliminarAqui te espero amigo, hambre de tus letras y de tus imagenes...!
un Beso..!!!
Querido xibeliuss, no me extraña que el mucho trabajo te obligue a mantenerte un poco alejado del blog. Con todo, te esperaremos... Me ha encantado essta historia de los cuervos. Voy a la página que nos recomiendas a leer la continuación. Seguimos... Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarNoooooo!!! Me he descuidado varias semanas y ahora ya no es la luna..., ahora es el mundo el que se me ha vuelto de revés... Como lamento no haber podido participar en las últimas entradas. Voy a tomarme tu parón como la ventaja que me da el destino para ponerme al día con todas ellas... Perdona que introduzca mis comentarios a destiempo... Suerte en eso que te está ocupando tanto tiempo. Un abrazo, otra vez de vuelta, desde el otro lado del charco y con la luna del revés...
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