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7 oct 2013

Sanabria, 1810: la "Guerra Peninsular" en Puebla


Los lectores más veteranos recordarán la excursión que el Vizconde De Naylies se marcó  por tierras sanabresas, allá en el verano de 1809. Hoy nuestra máquina del tiempo nos lleva al mismo escenario, pero justo un año después: agosto de 1810.

Napoleón ya había regresado a Francia, obligado por la entrada de Austria en la guerra. El ejercito británico, de nuevo bajo el mando del Teniente General Wellesley (por entonces, de momento,  Vizconde de Wellington) y con el apoyo de los portugueses - dirigidos por el Mariscal Beresford, hombre de plena confianza del anterior – y de los grupos de la resistencia española trataba a toda costa de mantener abierto un frente en la península que fraccionase en lo posible  la fuerza enemiga. En respuesta, el Emperador se disponía a invadir de nuevo Portugal y toda la línea fronteriza era un auténtico avispero.


Sanabria y Carballeda se sitúan entre dos pasos de gran importancia estratégica: Galicia y Ciudad Rodrigo. Por el Norte, la división Bonnet, amenazaba el Minho desde Astorga; mientras la división Serras, en Benavente, apuntaba hacia Traz-os-Montes. Algunos destacamentos de la división Serras, buscando avituallamiento, avanzaron por el camino de Bragança, base de las tropas del Mariscal Silveira, que se dirigió a su encuentro sobre la villa de Puebla de Sanabria.

Cedemos ahora la palabra a este militar portugués. Aviso: la entrada queda, una vez más, bastante larga; pero considero importante mantener, en lo posible, la integridad del documento histórico.


El día 29 de julio, a las 6 horas de la tarde, tuve noticia en Bragança de que a las 11 horas de la mañana habían entrado los enemigos en Puebla de Sanabria, que había sido evacuada por las tropas españolas que la guarnecían, mandadas por el General Don Francisco Taboada Gil (1), lo cual habíamos convenido si los atacantes fuesen superiores. A las 7 de la tarde del mismo día hice salir un escuadrón de caballería de esta Plaza, a fin de hacer un reconocimiento al mando del coronel Wilson. A media noche del mismo día, salí yo con una brigada de milicias por el camino de Avellada [Aveleda (2)], siguiendo la misma marcha del escuadrón.

El día 30, de mañana se aproximó el coronel Wilson a Puebla de Sanabria, y reconoció que la fuerza que existía dentro de la Plaza era pequeña, porque parte de ella habíase retirado para Momboy [Mombuey], y no teniendo noticia del lugar a que se habían retirado la tropa española, me vino a dar parte, y nos recogimos ese día para esta Plaza, dejando partidas sobre el camino que de la Puebla se dirige a ella. El día 31 tuve noticias de que el general Taboada se había retirado sobre las Portillas de Galicia, donde se mantenía con parte de su gente. El día 1 de agosto participé a aquel General que el día 2 marcharía sobre Puebla de Sanabria, que bajase con su gente, a lo que accedió, pues estaba de acuerdo.
El día 2, a las 5 horas de la tarde, hice marchar un escuadrón para el pueblo de França, y que, descansando allí algún tiempo, de dirigiese por la noche para Pedralba, donde recibiría mis ordenes, y que la 2ª brigada de milicias siguiese el mismo camino. Que el 4º escuadrón y la 1ª brigada fuesen a descansar al pueblo de Varge, y al amanecer estuviesen en el de Lobismos [Lobeznos], delante de Pedralba, donde recibirían mis ordenes. Yo me dirigí a Pedralba, donde poco después llegó el 1º escuadrón, que aquella misma noche envié colocar ante Lobismos. Poco después, mandado por el general Taboada, llegaron su ayudante y el Coronel de Benavente, dándome parte de haber llegado el mismo General con 800 a 1000 hombres de infantería, que creían que el enemigo estaba fortificado en Momboy, concluimos que al amanecer del día 3 nos adelantaríamos sobre Puebla de Sanabria, llevando por mi izquierda la fuerza española. El día 3 al amanecer estábamos al lado de la Puebla, y entonces se vino a unir conmigo el general Taboada: inmediatamente mandé entrar a algunos cazadores en el fuerte (3), situado enfrente de la Puebla, que había sido evacuado y desde donde empezaron a hacer fuego de fusilería sobre la Plaza: mandé pasar la caballería al otro lado del río Tera, y que situase avanzadas sobre el camino que se dirige a Momboy: en ese instante entraron tropas españolas y portuguesas dentro del primer recinto de la Plaza, haciéndolo bajo el fuego enemigo que se recogió sobre el segundo recinto y Castillo. Todo el día se pasó haciendo fuego de parte a parte. Mandé un parlamentario a la Plaza, intimando al Gobernador que se rindiese, a lo que respondió que tenía gente y municiones para defenderse hasta el último extremo, y que esperaba muy pronto ser socorrido por las tropas del Mariscal Massena.
El día 4 a las 10 horas de la mañana una avanzada de caballería fue atacada por un escuadrón de caballería enemiga, compuesto de unos 65 a 70 caballos, el escuadrón que mandaba el capitán Teixeira, sería de igual número, aunque se le había unido una partida del 4º escuadrón, mandado por el alférez Manuel Gonçalves de Miranda. El resultado de esta acción se muestra en la copia nº 1, que es el parte que me dio el citado capitán Teixeira; el nº 2 se refiere a las pérdidas que tuvimos y el nº 3 muestra las pérdidas del enemigo (4). Se siguió haciendo fuego sobre la Plaza todo el día, tomándose una casa pegada a las puertas, desde donde se intentó abrir un pasadizo hacia la Plaza, mas como el enemigo nos podía batir, fue muerto un soldado del regimiento de Villa Real. Las puertas de la Plaza fueron quemadas, aunque el enemigo las había tapado por detrás con  grandes piedras.
El día 5 establecimos una batería desde la que hicimos algunos tiros con una pieza de a 3 y un obús, aunque éste se inutilizó a los primeros tiros. El día 6 había mandado traer de Bragança una pieza de calibre 6, pero al ser de hierro y deteriorada, poco efecto pudo hacer. A las 9 horas de la mañana me dio parte la avanzada, que se le habían unido 100 hombres de infantería española, mandados por Don Juan de Vigarte Mendía, y treinta y tantos caballos de una guerrilla mandada por Don Juan de Agirse, diciéndome que el enemigo se acercaba con fuerzas. Mandé entonces  que la caballería se apostase tras del pueblo de Outeiro [Otero de Sanabria], y el resto de las tropas las coloqué sobre el río Tera, haciendo adelantar por mi derecha e izquierda un cuerpo de Cazadores do Monte que se colocaron en una eminencia a la derecha del río. La tropa española vigilaba la Plaza, y el resto se mantenía en mi flanco izquierdo. El enemigo venía con una fuerza de 400 caballos y de 3 a 3.500 infantes. Hizo alto en el pueblo de Outeiro, a menos de un tiro de fusil de nuestra avanzada, y luego que el general Serras reconoció nuestra tropa, se puso en retirada para Momboy, lo que hizo precipitadamente. Nuestra vanguardia se adelantó a Outeiro y sus avanzadas lo hicieron hasta el pie de Asturianos, a la vista del enemigo, que esa noche se retiró hacia Momboy.
El día 7 se continuó haciendo fuego sobre la Plaza, a lo que esta respondía con bastante fusilería y pocos tiros de artillería. El día 8 llegó una pieza de a 12, que mandé traer de Bragança, y que empezó a hacer fuego, pero siendo también de hierro, poco daño hizo. Tuve noticia de que el general Serras había sido reforzado con dos batallones italianos, venidos de Benavente, León y Astorga, y con 600 caballos que habían pasado por Zamora el día 5. El día 9 estalló una mina que se había hecho junto a las puertas de la Plaza, aunque el efecto fue pequeño, pues solo echó abajo la parte frontal exterior. Después de esto, el general Taboada hizo una intimación a la Plaza, que el Gobernador acogió aceptando una reunión, que se realizó aquella noche en el arrabal de la Plaza, y para responder a las últimas proposiciones, pidió una hora de tiempo, que se le concedió, acabada la cual dio su respuesta, concluyendo en una capitulación a la una de la madrugada, conforme a la copia nº 4. (5) [...]
Firma del General Taboada (Cuadernos de Estudios Gallegos)
En la mañana del día 10, salió la guarnición francesa y depuso las armas en la explanada enfrente a nuestra tropa. 417 hombres perdieron los enemigos en Puebla de Sanabria, entre muertos, prisioneros y algunos que durante el tiempo del asedio pasaron para nuestro Ejército. Perdieron 60 dragones, e igual número de caballos, contando los muertos y prisioneros como figura en la relación nº 3, todas las armas, y las pocas municiones que tenían, y un Águila, estandarte del batallón. La Puebla de Sanabria estaba fortificada con 9 piezas de bronce de gran calibre. Cedí todo a la tropa española, a excepción del Águila, por considerar que sería aceptada por el Illmº e Exmº Sr. Mariscal Beresford (6). El valor, sangre fría, celo y actividad que en toda esta expedición mostró el general D. Francisco Taboada Gil me sirvió de ejemplo, igualmente su Estado Mayor y el Coronel de Benavente: los demás oficiales y tropa que vi me mostraron el celo con que se emplearon en defensa de la causa común. Toda la caballería y tropa de milicias se portó muy bien [...]

Mi Estado Mayor y oficiales a ellos unidos, cumplieron con sus deberes. Luego, después de la salida de los prisioneros de la Plaza, di orden a mi vanguardia para que se retirase, lo que comenzó a realizar al tiempo que el general Serras nos venía a atacar con una fuerza de 700 a 800 caballos y de 4 a 5.000 infantes, con 2 piezas de artillería, conforme a los partes que en la antecedente noche me habían dado las avanzadas: en ese tiempo llegó de Lamego el coronel Wilson, a quien encargué la retirada de la caballería sobre el camino de Campica, y yo me retiré con la infantería sobre las alturas de Calabor, con la intención de esperar allí al enemigo, si su caballería me siguiese en terreno tan inútil (7). El general Taboada con la tropa española se retiró hacia las Portillas. El enemigo nos siguió hasta Pedralba, con gran numero de caballos, adelantándose allí un piquete de 50 caballos hacia el camino de Campica, y algunos cazadores sobre la vanguardia de la infantería. Se verificó nuestra retirada sin pérdida alguna de bagajes, municiones u hombres, a excepción de dos soldados de caballería que habiéndose extraviado, acabaron siendo muertos por el enemigo, el cual inmediatamente se retiró sobre la Puebla de Sanabria y a continuación sobre Momboy.
Tal fueron los detalles de la operación sobre Puebla de Sanabria; a excepción de pequeños acontecimientos y de las operaciones de la tropa española, que se portó muy bien en todo, y serán anunciados en detalle por el general Taboada que los mandaba y hacía mover. Espero merecer la aprobación del Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, pues mis fines fueron siempre no ser batido por fuerza superior, y poco a poco acostumbrar al fuego a las tropas que tenía la honra de mandar, siendo pocas las que han tenido ocasión de entrar en él.

Quartel General de Bragança, 14 de agosto de 1810.
Francisco da Silveira Pinto da Fonseca.
[Parte que al Illmº y Exmº Sr. Mariscal Beresford, comandante en jefe del Ejército portugués, da el Mariscal de Campo Francisco da Silveira Pinto da Fonseca de la operación que hizo sobre la Puebla de Sanabria]

Estátua do General Silveira
Estatua del Mariscal Silveira en Chaves (Foto: Wikimedia Commons)

Fuente: Episodios da Guerra Peninsular. Ribeiro Arthur, 1903
Traducción de Linsy Oflodor

Notas

(1) Perteneciente a una importante familia con origen en Deza (un tío suyo fue virrey en Perú), en 1791 se intitulaba en los documentos como “dueño y posedor de los vínculos y Maiorazgos de esta referida Casa [Pazo de Liñares] la de Brenzos y otras, señor del Castillo de Villaboa, y su Jurisdiccion de Gondufe, Rexidor perpectuo de la Mui noble y Leal ciudad de Santiago, Coronel del Reximiento Provincial de dicha ciudad” Según algunos autores, tras la guerra llegó a ser nombrado Capitán General de Galicia. Falleció en 1831.
(3) Se refiere al Fuerte de San Carlos, del que ya hemos hablado.
(4) Es la recordada como “Batalla del Prado de la Marquesa”, en las inmediaciones de Otero de Sanabria. Teixeira la reflejaba así en su informe: “Teniendo noticia a las 8 horas de la mañana del día de hoy, que un cuerpo de Caballería enemiga se aproximaba con el deseo de sorprenderme o atacarme, viendo la disposición de mis oficiales y soldados, resolví prevenirme del mismo, marchando con mi escuadrón por la Calzada Real que se dirige a Momboy y ordené al alférez Manuel Gonçalves de Miranda que marchase por la derecha aprovechando unas laderas y atacase al enemigo por la retaguardia. Encontré al enemigo poco antes de Outeiro, junto a un prado donde termina a la derecha la carretera y sin perder tiempo me arrojé sobre él espada en mano; al mismo tiempo que el alférez Miranda, con 30 caballos caía sobre la retaguardia, el enemigo sorprendido y desconcertado ante carga tan vigorosa, perdió el orden en que venía y toda la acción se tornó en una escaramuza individual, que se decidió en un momento a nuestro total favor. El enemigo, viendo el vigor con que era atacado, quiso huir dispersándose, mas ya era tarde: muertos o prisioneros todos quedaron en el campo, a excepción del comandante y cinco o seis soldados, que cuidando de salvarse, acabaron escapando.
(5) Copia nº 4. CAPITULACIÓN HECHA POR LOS SÑR.S. GENERALES  del Ejército Portugués y Español D. Francisco Taboada y Gil, Comandante de las tropas de S. M. C. Y D. Francisco da Silveira Pinto, de las de Portugal, con el Comandante del Batallón Suizo al servicio del Emperador de los Franceses, Mr. Joseph de Graffouied, que guarnecía la Plaza de la Puebla de Sanabria.
Artículo 1º. La guarnición saldrá de la Plaza a las cuatro de la mañana del día corriente, tambor batiente, y con los honores de guerra, entregando las armas en la puerta de la Plaza.
Artículo 2º. Se conservarán los equipajes y caballos a los Sres. Oficiales y a los soldados sus mochilas.
Artículo 3º. Entrarán las tropas Españolas en la Plaza esta noche y se  entregarán las municiones para conceder reposo a la guarnición en esta noche.
Artículo 4º. En atención a componerse esta guarnición de tropa Suiza, y esta no ser de las circunstancias de la Francesa, se concede  pase a Pesento de la Conena, para embarcarse a sus Cantones, bajo la palabra de honor de no tomar las armas contra las naciones aliadas.
Artículo 5º A los enfermos se les tratará con toda humildad y auxilios que sean necesarios.
Artículo 6º Serán conducidos por tropa de línea para su seguridad, para que no puedan ser molestadas sus personas, dándoseles habitación, sustento y bagajes precisos para el viaje.
Artículo 7º El comandante de la tropa Suiza, firmará las capitulaciones que serán copias para los generales Portugués y Español.
Artículo 8º Los Generales se obligan a cumplir todo lo estipulado en esta capitulación.
 Quartel General de la Puebla de Sanabria, sobre la brecha a la una y media de la noche del día 9 al 10 de agosto de 1810.
 J. de Graffouied. Chefe de Bm.”
(Leyendo esta capitulación queda claro que aquello fue una Guerra entre Caballeros. Los muertos, los expolios y la hambruna quedaron, una vez más, como cosas de villanos)

(6) El estandarte fue finalmente depositado en la Catedral de Lisboa, donde aún permanece.
(7) Para los que no lo conozcan, Calabor se encuentra en terreno montañoso: un regimiento de caballería tendría serios problemas para maniobrar con facilidad.



16 ene 2013

Un General en la Alta Sanabria


En julio de 1936, el general Juan García Gómez Caminero ejercía la jefatura de la Inspección General del Ejercito. En razón de este cargo realizaba una gira por las distintas guarniciones de la VIII División Orgánica, acompañado por su jefe de Estado Mayor, el también general Rafael Rodríguez Ramirez y su auxiliar, el comandante Manuel Orbe Morales. Estando en Astorga, el día 17 recibieron alarmantes noticias sobre los movimientos de tropas en torno al Estrecho y decidieron trasladarse por carretera hasta León, al tiempo que ordenaban al general Salcedo que les enviase un avión desde La Coruña para acelerar su regreso a Madrid.


El día 18, ya en la capital leonesa, coincidieron con una columna de mineros asturianos, también en ruta hacia Madrid para defender la República (entre tres y cinco mil hombres, suficientes para detener el golpe en la ciudad). En una reunión con las autoridades militares sus dirigentes solicitaron ser armados, lo que Caminero acepta; pero el general Carlos Bosch y Bosch, comandante militar de la plaza, exige una orden por escrito desde el Cuartel General o el Ministerio de Gobernación. Cuando ésta por fin llega,  vía telegrama, Bosch hace entrega – en los alrededores de Onzonilla – de un armamento tan deteriorado que el maestro armero se niega a firmar la relación – en su informe refiere la falta de percutores y el lamentable estado de conservación de fusiles y mosquetones. Caminero, que es testigo de estos hechos, no hace nada: empieza a pensar que el general Aranda, el gobernador militar de Asturias, ha dejado salir a la columna minera para quitársela de encima y que Bosch está ocultando su condición íntima de sublevado. Telefonea de nuevo a La Coruña para pedir que su avión esté disponible para las siete de la mañana del día siguiente – a lo que le responden con evasivas – y esa misma noche, junto con sus auxiliares, parte por carretera en dirección a Benavente, con la intención de entrar en Portugal bien por los pasos fronterizos de Sanabria - la  primera opción, ya que mantenía cierta amistad con el gobernador de Bragança - o bien por Ciudad Rodrigo, en Salamanca.


El viaje se realizó sin mayor contratiempo hasta que alcanzaron la comarca sanabresa. Así lo narró el propio Gómez Caminero:

"Sin entrar en Puebla de Sanabria, donde el capitán de Carabineros se había puesto al frente de la Rebelión, llegamos a la frontera.
- Y pasaron al fin
- No. Al fin, no. Porque el suboficial, también sublevado, ni me guardó el respeto debido, ni me prestó el auxilio que le pedí, ni me dejó pasar, aunque le dije que el gobierno me llamaba a Madrid. En ese momento se presentó el director de la Aduana, que, tras decirnos que no dejaba pasar ni el coche ni a nosotros, y tratar groseramente a mi jefe de Estado Mayor, agregó que se iba a la Puebla de Sanabria para volver con el juez y policía a prendernos.


  En vista de las dificultades para pasar la frontera, acordamos trasladarnos a la citada población salmantina. Camino de ella íbamos, cuando a la vuelta de un recodo de la carretera, salieron a nuestro paso veinticuatro individuos, armados de escopetas y pistolas, que dispararon contra nosotros causando numerosos agujeros al coche. Dímosles gritos para que nos escuchasen y lo logramos, tras de grandes esfuerzos. Pero no logramos convencerles de nuestra condición de militares servidores del Gobierno de la República. Nos habían tomado por generales rebeldes y, sin hacer caso de nuestros documentos, que creían falsos, nos llevaron a Requejo, donde los habitantes - unos ochocientos trabajadores leales a la República - pretendieron lincharnos creyéndonos traidores. Gracias a la oportuna intervención del presidente de los sindicatos, que nos condujo a una casa, pudimos librarnos de las iras del pueblo, que seguía teniéndonos por generales sublevados. (1)


  A las tres y media de la mañana nos llevaron a Lubián, pueblo donde se repitió el espectáculo de Requejo. Entre Requejo y Lubián había un puesto de la Guardia Civil, compuesto de doce números, a la órdenes de un cabo, a quien le entregué, después de mostrarle los documentos acreditativos de nuestra personalidad, tres cartas dirigidas al ministro de la Gobernación, a Largo Caballero y al embajador de España en Portugal [Claudio Sánchez Albornoz]. De estas cartas sólo la última llegó a su destino. En Requejo había entregado también otra carta al cabo de la Guardia Civil, con el encargo de que la remitiese al ministro de la Gobernación. Pero, en lugar de hacerlo así, como me lo había prometido, la envió a los rebeldes.


  Cuando llegamos a Lubián, y en atención a la actitud del pueblo, los dirigentes, convencidos ya de que éramos generales republicanos, nos llevaron a una casa situada a cuatro kilómetros del pueblo, en la que estuvimos dos días custodiados por una guardia permanente, y durante los cuales esperamos la llegada de un avión que había de aterrizar en un campo próximo a Lubián. Pero en este plazo de las cuarenta y ocho horas había sido descubierto nuestro refugio y quienes nos lo había proporcionado nos trasladaron de nuevo a Lubián, instalándonos en casa del médico [Manuel Fábrega Coello], donde fuimos tratados con toda clase de consideraciones [...]

  Los facciosos, conocedores por la carta [que había entregado al cabo de Requejo y éste había pasado a los rebeldes] de nuestra situación, enviaron una mañana un aparato de la base de León, que arrojó sobre nosotros seis bombas, ninguna de las cuales cayó sobre la casa. Otra: tropas rebeldes, procedentes de Orense, ocuparon el aeródromo donde esperábamos el avión, el pueblo de Gudiña y el inmediato de Villavieja. En vista de esto, y de que en los sindicatos se comenzaba a acusar a los dirigentes de protegernos - seguían creyéndonos rebeldes - éstos me propusieron, como única salida el paso de la frontera con ellos. [...] A las tres de la tarde salimos de Lubián y, después de recorrer cuarenta kilómetros a pie, entramos en terreno portugués a las cuatro de la mañana del día siguiente."
Entrevista publicada en ABC, 3 de Agosto de 1936


Los militares fueron detenidos en Moimenta, de allí trasladados primero a Vinhais y luego a Bragança, donde contaron con el apoyo del coronel Teixeira – el amigo de Caminero – y pudieron ponerse en contacto con los representantes diplomáticos españoles. Finalmente fueron autorizados a viajar hasta Lisboa para encontrarse con el diputado pacense De Miguel, que les acompañó en su retorno a Madrid.


La figura de Juan García Gómez Caminero ha sido cuestionada por diversos autores, sobre todo por los más comprensivos con el Alzamiento. Nacido en 1871, fue uno de los primeros oficiales ascendidos al generalato con la llegada de la República, miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) y posiblemente vinculado a la masonería, antes de los hechos referidos intentó sin éxito que los oficiales más propensos al golpismo fueran apartados de los puestos de mando. Tras su regreso a Madrid se incorporó de inmediato - por baja de un compañero -  al Tribunal que condenó a muerte al General Joaquín Fanjul. A principios de 1937 pasó a la reserva por haber cumplido la edad reglamentaria, falleciendo en los últimos días del citado año. Ignacio Estévez – gobernador civil de Orense en 1936 - estaba convencido de que la incapacidad de Caminero para controlar la situación en León fue decisiva en aquellos primeros días de guerra, ya que facilitó a los sublevados los accesos a Castilla por El Bierzo y Sanabria, dejaban aislado el frente de Asturias al norte de la provincia y, no así el sur y el oeste leonés, que permitió el paso de tropas de Galicia hacia Castilla para unirse a banderas de la Falange vallisoletana y las JONS de Onésimo Redondo en el Alto del León.


Unos cuantos años de todo esto, Caminero ya tuvo un controvertido papel durante la quema de conventos en Málaga, en los días de la proclamación de la República:

“Existen dudas razonables sobre la actitud y acciones del, por entonces, recientemente nombrado por el gobierno republicano, general José Gómez Caminero, gobernador militar de Málaga, que incluso pudo ser condescendiente para con las masas incendiarias de iglesias. El citado gobernador militar no sólo no reprimió a las masas anticlericales, anarquistas y a los radicales de izquierda pirómanos, sino que mandó retirar las fuerzas de la Guardia Civil durante los disturbios, y envió un telegrama a Azaña con el siguiente contenido: "Ha comenzado el incendio de iglesias. Mañana continuará". Dicho gobernador militar fue destituido a los pocos días, para al poco tiempo ser ascendido a General de División y posteriormente nombrado General Inspector del Ejército”


Ahora bien: ¿Y qué fue de Manuel Fábrega Coello, el médico de Lubián, y del grupo de sindicalistas que auxilió al general en su huída?

Pues tendremos que verlo en una próxima entrada, porque ya se me ha agotado el espacio :)


Notas:
(1) Los trabajadores que construían los túneles del ferrocarril Zamora – Orense, en posesión de abundante dinamita y – más o menos – organizados en sindicatos, constituyeron el único núcleo de resistencia digno de tal nombre en la provincia durante los primeros días del alzamiento. En poco más de una semana fueron neutralizados por las tropas del Regimiento Toledo enviadas desde la capital, además de la presión efectuada por las procedentes de Ourense – las que, por cierto, exhibieron en Verín como trofeo de guerra el coche de Caminero cosido a balazos.



Fuentes:
Cando o xeneral Caminero, de paso por Brumoso, salvou a vida e recuperou o olfacto Javier López Rodríguez (Autor de la novela "Amigo Medo", que recoge este episodio)

Entre las fuentes citadas existen importantes diferencias en los detalles de esta aventura. He preferido ceñirme a las palabras de Caminero, aún siendo consciente de las posibles inexactitudes y omisiones del general  – más o menos intencionadas.
El General Caminero, a su llegada a Madrid (Agosto, 1936) Hemeroteca ABC


30 mar 2011

La "francesada" en Sanabria


"El 23 de junio [de 1809], el horizonte era más amplio y las montañas parecían disminuir; sin embargo no podíamos divisar más de dos o tres leguas. Después de haber pasado el puerto de Lubián, el ejercito tomó posición cerca del pueblo de este nombre. Diferentes partes de estas montañas toman el nombre de pueblos vecinos. Atravesamos sucesivamente los de Chanos, Villavieja, etc., construidos en fértiles gargantas, bañadas por torrentes de agua viva. Como estábamos cerca de Portugal, varios de nuestros soldados fueron a merodear a las fornteras de este reino. Chavarría, habiendo conocido que nosotros íbamos en su dirección y temiendo ser alcanzado, dispersó su tropa y varias partes cayeron en nuestras manos.


El 24 de junio, el ejercito entró en Castilla, se detuvo en una rica llanura cubierta de cosechas y regada por los ríos Tera y Sancas [Castro]; estos ríos bañan los muros de Puebla de Senabria [N. del Autor: La Puebla está bastante bien fortificada. Esta plaza fue tomada por los portugueses en 1710, que la tuvieron hasta 1713, los cuales la rindieron a España, por el Tratado de Utrecht], que se levanta sobre una elevación que le permite dominar todo el valle. Se pueden ver dos bellos puentes; al norte se ven los restos de un viejo fuerte y al sur un castillo construido con piedra, rodeado por cuatro torres y bien conservado: los Españoles habían dejado doce piezas de gran calibre que habían enclavado.


La parte montañosa de Galicia que acabábamos de recorrer era poco fértil y los campesinos habían retirado lo que quedaba en sus casas; el Mariscal [Soult], llegado a una región fértil, quiso aprovechar sus recursos, concediendo un descanso de tres días. En los pueblos más próximos a Puebla encontramos grandes cantidades de harina con la que hicimos pan y bizcocho para quince días; es preciso señalar que debido a que los ríos se secan durante el verano y que los molinos de viento son desconocidos en esta parte de España, sus habitantes hacen moler sus granos para seis meses."
Joseph-Jacques de Naylies, Memorias de la Guerra en España durante los años 1808, 1809, 1810 y 1811. Paris, 1817.


La cuidada prosa del vizconde puede dar lugar a equívocos: no, no está contando una alegre excursión de viejos camaradas. Hay algunas frases que dejan traslucir cómo debieron vivir aquello los sanabreses de la época; desde el aprovechamiento de recursos hasta la misma fecha de la llegada de los invasores, con la cosecha sin recoger en los campos. Y, sin embargo, lo más grave se produciría casi un año después, con fuertes escaramuzas militares en el entorno de Puebla - que los españoles abandonaron por considerarla plaza indefendible - y hasta pequeñas batallas como la del Prado de la Marquesa, entre Mombuey y Asturianos. La tradición oral de la comarca lo recuerda como "la francesada" y los mayores cuentan que sus mayores contaban de corrales ocupados, de rebaños subidos a la sierra a toda prisa, de centinelas enterrados en campanarios... También, como en muchas otras regiones, de iglesias saquedas y archivos destruidos.

Muro de lajas verticales

Y quizás sean esos, los huecos en los archivos y en los libros bautismales, los rastros más visibles que hoy quedan de todo aquello.


Fotos: El Puente Viejo sobre el río Castro, en Puebla, por donde atravesaba el antiguo Camino Real de Galicia... y la antigua Carretera Villacastín-Vigo.

27 ene 2011

Las Marras de Sanabria y Carballeda


Quizás penséis que me he vuelto un poco loco al colocar en portada la foto de una cabina de teléfonos flanqueda por dos pedruscos. No os preocupéis: todo tiene su explicación. Contábamos en la anterior entrada como los monjes del Monasterio de San Martín de Castañeda, un poco resabiados tras los primeros pleitos con los ribereños del Lago, buscaron el favor real y esto les llevó a una posición de preeminencia ya no sólo en la comarca sino también en las aledañas (Valdeorras, La Cabrera, Tras os Montes).


El proceso se inicia en el S.X, continúa en el S.XI y alcanza su apogeo entre los dos siguientes. Se conservan documentos de distintos monarcas (Alfonso IX, Sancho IV) que confirman privilegios otorgados con anterioridad por Alfonso VII, Fernando II y  Alfonso X. Demuestran también que los continuos conflictos con los vecinos no se limitaron al Lago, sino también a pastos y cañadas en la sierra del Sospacio. No es de extrañar: en un amojonamiento realizado en 1570 se detalla que la dehesa monástica limitaba con Villanueva de la Sierra, Las Hedradas, Chanos, Lubián, Padornelo, Requejo, San Martín de Terroso, Santa Colomba, Cobreros, Avedillo, Sotillo, Ribadelago, con la sierra de Porto y con los lugares de Bajacoba, Pías y El Bollo. Una parcelita, vamos.


Pero volvamos al S.XII: el emperador Alfonso VII, al parecer preocupado por cierta relajación de costumbres en la que ha caído el monasterio, lo pone en manos de Pedro Cristiano, procedente de Carracedo, para que inicie su reforma y lo adapte a la regla de San Benito. Este Pedro es el segundón de una importante familia asentada en el Rimor (León): la rama paterna posee hacendades por todo El Bierzo y Valdeorras, y formó parte de la corte; de la rama materna, aún más poderosa,  proceden numerosas posesiones en Sanabria y Carballeda (Manzanal, Cabanillas, Rioconejos, Anta, Truifé, Chaguaceda (hoy despoblada), San Salvador de Barrolino, Castellanos, Sampil, Robledo, San Juan de la Cuesta y San Pedro de Valdespino. Tío materno suyo es Ponce de Cabrera, mayordomo del emperador y uno de los principales magnates del reino. De origen catalán, llegó a la corte de León acompañando a Berengaria, hija del conde Ramón Berenguer III que casó con Alfonso en 1128. Fue Señor de Sanabria y Carballeda y Príncipe de Zamora, título éste que perdió, valga la curiosidad, tras los sucesos del Motín de la Trucha (que nos contó no hace mucho Valverde de Lucerna). Su estirpe dio lugar a la familia Ponce de León.


En 1152, en Salamanca, Ponce, como mayordomo real, será uno de los firmantes de los documentos por los que Alfonso VII dona al monasterio de San Martín, dirigido por su sobrino, las villas de Santa Cruz de Casoyo, en la Carballeda orensana; y Asturianos de Sanabria, probáblemente repoblado en tiempos de Alfonso III el Magno y cuya toponimia deja lugar a pocas dudas sobre quienes fueron los encargados de hacerlo. "Yo, Alfonso, emperador de Hispania [...] hago carta de donación a Dios y al monasterio de San Martín de Castineira y a vos Pedro Cristiano, monje, y a todos vuestros sucesores de la villa que es llamada Asturianos y que está en Carvalida. Os doy esta villa con todos sus términos y pertenencias y con todos sus accesos para que desde este día la tengáis y poseáis vos y todos vuestros sucesores con derecho hereditario para siempre. Hecha la carta en Salamanca. Era MCLXL, el día VIIII de las calendas de abril, el año que el emperador tuvo cercada Jaén. (24/03/1152, según el calendario actual). Yo Alfonso emperador con mi propia mano valido y confirmo esta carta que he mandado hacer." Siguen las firmas de los testigos.


Esta donación es peculiar porque no recoge los límites de la villa, como era común en otras cartas. Así, Pedro Cristiano debe trasladarse a Sanabria y efectuar, antes que nada, el amojonamiento o delimitación del término de Asturianos. Se reune con las "autoridades locales": Pedro Ibáñez, portarius del emperador, y el conde Rodrigo Pérez, lugarteniente y hombre de confianza de Ponce de Cabrera; serán ellos los que convoquen a los "buenos hombres" de los pueblos limítrofes para verificar el acto, que posíblemente se realiza en verano de aquel mismo año.


El Libro Becerro del monasterio conserva el acta de la ceremonia bajo el título "Terminatores de Asturianos". Están presentes Pedro Cristiano, Ibáñez, el Conde Rodrigo y unos cuarenta vecinos -presbíteros, soldados, propietarios - de Palacios, Villar, Anta, Rioconejos, Lanseros, Barrio, Manzanal, Palazuelo y Vime. De este pueblo acude en solitario su señor, Pedro Remesal, un personaje asiduo en los documentos de la época y que llegará a recibir un importante realengo por los servicios prestados a Fernando II en la conquista de Alba de Aliste. Todos reunidos juran por Dios decir la verdad, levantan las manos al cielo y ponen sus pies y sus manos en las marcas: en cada una de ellas, por lo que es de suponer que la tarea les llevó varios días. El documento conservado hace una cuidadosa relación del término: "Por Gundina; luego al Carvalio de Cruz, luego al Pomar de Bobu; luego a la Peña de Noval de Martín Menéndez, luego al carral Tumbía..."



Pedro Cristiano estuvo apenas dos años y medio como abad en San Martín, pues en otoño de 1152 es nombrado Obispo de Astorga y llegará a la santidad. Sin embargo, su importancia en la comarca es enorme: aparte de la reforma del monasterio y la adopción de la regla benedictina, consiguió confirmar antiguos privilegios e iniciar su despegue con donaciones como la reflejada. Su sucesor, Martín IV, procedente también de Carracedo, fue el constructor del templo actual y continuó su obra con similar empeño y solvencia. Varios de los personajes mencionados (Remesal, Rodrigo Pérez) realizarán significativas donaciones privadas al monasterio y alguno hasta será enterrado en la abadía.


Muy bien, pero... ¿qué pasa con la cabina de teléfonos?. Pues no, las piedras que la flanquean NO son los mojones sobre los que juraron los "buenos hombres" del S.XII; pero la tradición las identifica como las marras que marcan el límite entre Sanabria y Carballeda. Están situadas hoy en el centro de Asturianos, junto a la N-525, y quizás generen dudas sobre el hecho que la frontera pasase realmente por el medio de un pueblo (1)... pero, si así lo dice la tradición, no seré yo quien lo niegue (2).

ACTUALIZACIÓN:  Me aclara Sanabria que la marra auténtica es la de cuarzo, la otra es un añadido para proteger la cabina de embestidas del tráfico. Es conocida como "el morrillo".

(1) En Rihonor de Castilla/Rionor de Portugal la frontera entre los dos países atraviesa el pueblo, pero es más explicable porque sigue el cauce de un río.


(2) Las Marras o Marcos, mojones de piedra que señalan los límites entre propiedades o pueblos, tuvieron y tienen una gran importancia en el mundo rural. Yo he oído a los mayores referirse a ellas como "seres indefensos" y uno de los peores agravios del que se puede acusar a un vecino es el de "burlador de marcos".

Pd. Esta entrada está dedicada a mi amiga Sanabria, que me puso sobre la pista y me facilitó la primera documentación.

San Martín de Castañeda, desde los altos.

Fuentes:
Wikipedia
Web de Carbajales de la Encomienda
En el ángulo oscuro
GONZALEZ RODRIGUEZ - Tres privilegios de San Martin de Castañeda.
ANTA LORENZO - El fuero de Sanabria.
Notas históricas en el calendario editado por la Comisión de fiestas de Asturianos.
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24 ene 2010

Sanctam Columbam



(...)Me acerqué al pueblo con la intención de fotografiar cierta sepultura en la que me habían comentado se funden elementos católicos y judíos. Resulta que es día de fiesta y un amable paisano, tras verme cargado con la cámara y mis múltiples libretas, se empeña en que comparta la mesa con la familia. No hay manera de librarme y el agasajo concluye ya oscurecido. Camino del coche, me cruzo con un grupo de jóvenes que, entre risas, parecen dispuestos a continuar la fiesta hasta el amanecer. Les oigo cantar:
Sé quién tiene la llave de una ciudad
y sé quién tiene la espada que vencerá”
No parecen conocer nada más de la letra, que repiten varias veces. No es algo extraño en romances antiguos. Se despiertan todas mis alarmas. Entre la documentación que manejo, un artículo menciona que el pueblo mantiene aún hoy un barrio conocido como del franco, que, pese a lo que pueda parecer, no guarda relación con el antiguo dictador del país sino con un posible asentamiento extranjero en tiempos de la Reconquista. Dado que este lugar nunca alcanzó categoría de villa: ¿pudiera ser que el cantar datase de tan antiguo?(...)


La Mundeira


(...)Busco entre mis dossieres y mando consultas a la Universidad. Encuentro en el Libro Tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda la donación de Pedro Pérez de un realengo recibido del leonés Fernando II -aquel durante cuyo reinado se instauró la bula del año santo compostelano, ver apuntes sobre el Camino Sanabrés: “ Sancta María de Avitello, sito iuxta Cubleiros et Sanctam Columbam ”. Data de 1171, pero pienso que los orígenes del pueblo se sitúan un par de siglos atrás, en los tiempos de Alfonso III , el último rey del gran reino astur antes de la separación bajo nuevas banderas. Alfonso realizó una gran labor repobladora y es significativo que mandara traer orfebres francos para labrar la Cruz de la Victoria, todavía hoy símbolo de Asturias (...)



La Aldonza

(…) Sé que caigo en el riesgo de intentar adecuar los datos empíricos a mis propias experiencias. Pero no puedo evitar la tentación: mi origen y mi bagaje cultural son centro europeos y debo investigar la posibilidad de Saint Columba. No me refiero a Collumcille, el belicoso monje que provocó una batalla por los derechos sobre un libro copiado que provocó la muerte de 3.001 hombres (uno de su bando) y en penitencia por ello partió a evangelizar a los salvajes pictos. No en vano era descendiente de Niall de los Nueve Rehenes, el ardor guerrero estaba más que supuesto. En todo caso tendría que buscar la conexión con Columbanus, casi contemporáneo del anterior, que sí anduvo por Francia e Italia. ¿Puede ser que, entre sus disputas con la ortodoxia sobre la fecha más conveniente para celebrar la Pascua, llegase a España? ¿O que de alguna manera el culto a su figura llevase a un puñado de francos a darle su nombre al pueblo donde se asentaron?. Hum... difícil. Me voy cuatro siglos atrás, demasiado (…)






Barrio de la Iglesia

(…) Consulto el santoral católico y me encuentro con al menos cuatro Santa Colombas: de Sens, de Cornualles, de Roma y de Córdoba. Por cercanía, quizás esta última resulte la más interesante. Martir del S.IX, fue decapitada y arrojada a un río, del que su cadáver volvió a salir intacto. Veo, sin embargo, que las historias de las cuatro son muy parecidas entre sí, con lo que se puede tratar de la adaptación de una leyenda más antigua a distintas localizaciones y grupos sociales (comprobar el mito griego de Aretusa).


La Fragua

(...)Localizo algunos datos sobre una poderosa familia siciliana de apellido Santa Colomba y otra rama en la tierra de Ayala, señorío de Vizcaya, que llegó a participar en las batallas de Clavijo y del Salado. Sin embargo, la cuestión genealógica -incluidas menciones a los templarios, la Orden de Malta, los Caballeros de Santiago, etc.- me lleva a tal embrollo que tengo que desistir: ¡el apellido está distribuido por los cuatro confines del mundo!. La línea de investigación toponímica me lleva así mismo ante tal dédalo de confusión que me siento desfallecer: hay Santa Colombas de Curueño, Somoza, la Vega, las Monjas... Santa Colomas de Allande, Gramanet, Cervelló, Farners, Queralt, Arceniega, Burgos, Andorra... y no cuento las variantes en Francia, Argentina, etc. Sin embargo, la presencia en las cercanías de los pueblos de Lomba / Llomba (Barrio, Riego y San Miguel) me hace pensar que, tal vez, el nombre del lugar proceda tan solo del punto de origen de sus repobladores hispanos originales, posiblemente leoneses maragatos o asturianos, pues en ambas zonas existen tanto Lombas como Santa Colombas. Sería entonces un caso similar a Limianos, Castellanos, el propio Asturianos... Claro que Llomba viene de loma, lomo, y en principio no tiene relación con colomba, paloma... Ejem, lo dejo aquí de momento (...)


Fontano

(…) Me siento muy cansado. El rector Bistebol me lo ha dicho en más de una ocasión: “ Su mejor virtud es su inmensa capacidad de trabajo. Y su peor defecto, querido Herbert, es esa misma capacidad, que le lleva a obsesionarse y dar vueltas sobre sí mismo como un pollo sin cabeza.”
Hoy he subido hasta Peña Mira. Me acompañó en la visita una amable joven, perteneciente a la asociación cultural de la comarca. La vi tan interesada y tan informada en cuestiones de la tierra que no pude evitar mostrarle mis investigaciones sobre Sanctam Columbam. Me miró de una forma extraña y se echó a reír. No una sonrisilla ni una risa tímida: un ataque en toda regla. Cuando después de no poco tiempo consiguió controlarse, me explicó que la canción pertenece a un conjunto de música moderna llamado Ñu y que ella podía facilitarme el disco. Es lo que estoy escuchando en estos momentos. Salvo alguna tonada de aire claramente medieval, sólo se puede definir como heavy metal. Hum, no suena mal del todo.
Me acabo de dar cuenta que entre fiestas, cantares y estudios inútiles, no he fotografiado la sepultura que me llevó a Santa Colomba (...)

Conversaciones con mi dictáfono, Vol.LXIX




(N. del Ed.) Pese a las mayormente discutibles conclusiones a las que llega el profesor, los datos sobre Historia, Leyendas, Genealogia y Toponimia que aporta son reales:
Fuentes: Wikipedia
Thomas Cahill: De cómo lo irlandeses salvaron la civilización . Grupo Norma, 2007
Letra de la canción mencionada: J.Carlos Molina, de Ñu .

25 oct 2009

D. Cesar Brandariz y El Quijote en Sanabria

Es un honor para mi publicar las precisiones que D. Cesar Brandariz, autor de "Cervantes Decodificado" (Ed. Martínez Roca, 2005), me ha hecho llegar sobre el artículo Don Quijote en Sanabria. Cito textualmente:

Estimado  Xibeliuss, cuya identidad real no tengo el gusto de conocer:

Soy Cesar Brandariz y me dirijo a vd. porque un amigo, tan sorprendido como yo,  acaba de ponerme en contacto con su blog , que yo no conocía, en el que en un artículo sobre Cervantes se me alude de modo impreciso e inexacto, por lo que le agradeceriá me permitiese hacer algunas precisiones con el ruego de que se públiquen, y sirvan para rectificar  lo que erroneamente aparece.

Antes dejeme  felicitarle  por el diseño del blog, la calidad fotográfica  y el  interés divulgativo .

1º Se dice que soy "un estudioso judio" y he de decir que teniendo el máximo respeto tanto por la raza judia,si es que hoy día se puede hablar de raza judia, como por cualquier otra, ni yo ni nadie de mí familia somos, que sepamos, judios, aunque en un pais de tanta  mezcla como España haya que relativizar estas afirmaciones. Desde luego  si lo fueramos nos sentiríamos igual que si lo fueramos de cualquier
otra "raza", aunque  cualquier  medio aficionado a la genealogía que se fije en mi apellido probablemente se plantearía  otras hipótesis de partida.

2º En el artículo citado se dice también que yo he seguido las tesis del sr Leandro Rodriguez , a quién  Vds citan, señor  que se  que se interesa como yo por Cervantes y a quien personalmente no tengo el gusto de conocer. Pero como verán, nada puede estar más alejado de la realidad  aunque puedo entender que  desconociendo otros datos este equívoco del todo absurdo para mí y mis conocidos, pueda tener apariencia de realidad.

Por tanto si convendría para  evitar estos equívocos, divulgar  que ya en el siglo XIX, muchísimo antes de que hubiera nacido el señor  Rodriguez y la persona a quien el ha seguido y de quien ha recogido estas antiguas tesis, el padre Ramos, que estas hipótesis ya existían y eran, aunque minoritariamente, conocidas. En mi caso concreto están en la correspondencia antiquísima de mis bisabuelos y abuelos con personas que trabajaban en Sanabria.
No soy yo sino el propio señor Rodríguez  quien escribe en su libro que oyó esas tesis por primera vez de su profesor el padre agustino Manuel Ramos, quien  tampoco, ni mucho menos, fue el originador de dichas tesis puesto que ya  en la década de 1930, el abogado Domingo de Prada había publicado artículos aludiendo a ellas. Pero el tema es todavía más antiguo y ni siquiera acaba aquí. De hecho en torno al 1885 y en su discurso de apertura de año, el rector de la Universidad de Valladolid, Lorenzo de Prada, que era natural de la aldea Cervantes,  hizo públicamente referencia a estas tesis añadiendo a sus propias conclusiones impresiones de otras personas y entre ellas de algún notario del siglo XIX.
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3ª Finalmente, y  frente a  lo que se afirma en el artículo comentado, basta ojear mi libro "Cervantes Decodificado" para comprobar que ni directa ni indirectamente aludo en  momento alguno a  conexiones de la cultura judía,  talmúdica, o a cabalismos, resultando todo esto sorprendente porque  mi planteamiento ha sido el de una investigación "ex novo",  sin a prioris, partiendo de cero, y sirviéndome como única fuente inicial de la obra  entera de Cervantes a través de sus facsímiles originales. Sólo al final y en relación con tres aspectos muy puntuales,  el fallecido Angel Ligero me mostró en Alcazar de San Juan  lo dicho por Ramos y posteriormente escrito por Fuentes y Rodriguez .

He tenido la suerte por lo que se refiere a Cervantes y a Sanabria, porque mi trabajo es más amplio, de amplias charlas sobre  la Sanabria antigua y  sus gentes con un tío mío, durante muchos años médico en lugares como Asturianos,  Porto y Moncabril. Por tanto, lo poco o nada que yo pueda saber de Cervantes o
de su ligazón con Sanabria, que insisto es solo una parte de mí trabajo, surge únicamente de mi investigación independiente y de mi tradición y entorno familiar y me remito a los comentarios de  varios cervantistas internacionales de reconocido prestigio

Con el mayor afecto y respeto por su  preciosa labor

Cesar Brandariz



Agradezco una vez más esta magnífica aportación del Sr. Brandariz y espero que, además de aclarar conceptos confusos o erróneos en mi artículo, sirva para despertar mayor interés sobre el tema.

20 sept 2009

Notas para una historia de Sanabria y Carballeda


La Historia no suele ser justa con comarcas como Sanabria y Carballeda: pocas ocasiones tienen de aparecer destacadas en sus páginas y las más de las veces, apenas una nota al pié en el itinerario de algún rey o poderoso señor. Sin embargo, en estas tierras han trascurrido las vidas anónimas de sus vecinos, vidas en general azarosas y humildes, plenas de esperanzas y desdichas, de afanes y trabajos; en todo caso vinculadas a un territorio y a una naturaleza con la que forman unidad indisoluble. Sanabreses eran los que plantaron los castaños de la Alcobilla. Carballeses quienes tallaron las piedras de la presa de medieval de Lanseros. Quienes habitaron las casas, quienes recorrieron sus caminos, dejaron una huella que depende de nosotros poner en su justo valor.



Tenemos pinturas rupestres en Linarejos y petroglifos en Castromil, con lo que sabemos que la presencia humana fue precoz. Pronto se agruparon en castros (As Muradellas en Lubián, Santo Toribio en Ferreros…) donde luchar y también comerciar, primero en lugares inaccesibles, luego bajando a los valles y llanuras, más cerca de las materias primas necesarias. Es comúnmente aceptado que se trataba de astures, más en concreto, zoelas. Los romanos, como en toda la península, llegaron y dejaron su impronta indeleble: calzadas (Vía Augusta XVII en Carballeda), fuentes (Porto, Fresno…), explotaciones mineras (Ferreras, Corralones de Espadañedo). Pero su tiempo acabó pasando. También el de los visigodos, aunque es posible que los cimientos de muchas de nuestras iglesias y ermitas (Otero de Sanabria, la Alcobilla) fueran puestos por ellos.



Llegaron los moros en su periplo de ida y vuelta, y, aunque su estancia fue corta, consiguieron que los lugareños les adjudicasen toda aquella leyenda o construcción de la que no se tuviera claro el origen (Caños Mouros en Cobreros, las distintas Peñas de la Mora, la Almena en Cubo de Benavente). Con la reconquista y la necesidad de repoblación nacieron la mayoría de nuestros pueblos, o al menos es la época en la que empezamos a tener constancia escrita (Fuero de Puebla de Sanabria, el Libro Tumbo de San Martín de Castañeda). Eran de nuevo gentes del norte: gallegos, asturianos, leoneses… pero también francos y germanos, además de los mozárabes que subían desde el sur. Posiblemente fueran estos últimos quienes abrieron nuestro Camino de Santiago, una variante de la antigua Vía de la Plata romana. Este itinerario supuso la construcción de numerosas iglesias, hospitales y asilos para peregrinos (Sotillo, Rionegro…), además del asentamiento de Ordenes Militares como los Hospitalarios y los Templarios (Mombuey, Lanseros, los pueblos de La Encomienda).



Tiempos en los que Sanabria y Carballeda fue tierra de paso y testigo de numerosas luchas de poder. Primero, la pujanza del Monasterio de San Martín de Castañeda y de los pequeños monasterios familiares que dependían de él (Vime, Trefacio…), con sus pleitos con los vecinos por diezmos y donaciones no siempre bien aceptados; luego, el ascenso de los señores feudales que intentaban consolidar sus dominios frente a la Iglesia y la corona. Los Pimentel, Condes de Benavente, lograron colocarse en primera línea con la construcción del Castillo de Puebla, terminado a principios del S.XVI. Habían ganado su carrera con otra de las grandes familias: los Losada, estirpe de la que surgió Diego, el fundador de Caracas en Venezuela. En 1506 se reunieron en Remesal, infame villorrio según algún cronista de la época, Fernando el Católico y Felipe el Hermoso, dispuestos a dirimir el complicado asunto de la Regencia de Castilla. De esta reunión surgió la Concordia de Villafáfila, de gran importancia para la Historia en mayúsculas.



Quizás el siguiente hito histórico que afectó profundamente a la vida de nuestras comarcas fue la Desamortización de Mendizábal, iniciada a finales del S.XVIII. Supuso la salida a pública subasta de multitud de fincas, en su mayoría procedentes de monasterios y ordenes militares, lo que en la práctica condujo a su declive definitivo. Los primeros compradores fueron miembros de la nobleza, pero pronto los vecinos, de forma comunal principalmente, adquirieron posesiones tanto en los pueblos como en las sierras. Los habitantes de nuestra tierra mantenían una lucha continua contra las anquilosadas instituciones del Antiguo Régimen, que a base de antiguos privilegios suponían una carga insoportable para la vida en la comarca.



El S.XIX fue convulso, como en el resto de España: la invasión francesa, las alternancias entre liberales y conservadores, las algaradas carlistas, los conflictos fronterizos con Portugal… todo esto tuvo una especial importancia en nuestra zona. Pero también hubo periodos de expansión económica: en lugares como Villardeciervos, basados principalmente en el comercio / contrabando con el reino lusitano; en otros, como Puebla, por el afianzamiento de la pequeña burguesía. Sin embargo, el fin de siglo trajo la crisis general y el inicio de las grandes migraciones, con América como destino principal.

El S.XX nos trajo a Alfonso XIII navegando en aguas del Lago y a Miguel de Unamuno escribiendo “San Manuel Bueno, Mártir” en sus orillas. Alejandro Casona visitó San Martín de Castañeda, Sotillo y otros pueblos del entorno al frente de sus Misiones Pedagógicas, quedando espantado ante las condiciones de vida que encontró. Todos ellos tuvieron su papel en la Guerra Civil que asoló el país en los años 30. No fue esta región campo de batalla, pero sí se sufrieron profundamente las consecuencias: hambre, represalias, combates entre maquis y guardia civil… y un nuevo florecimiento del estraperlo, contrabando con Portugal. De gran importancia para la economía de los vecinos fueron dos grandes obras públicas: la línea férrea desde Zamora hasta Orense y la explotación hidrográfica de nuestros ríos. Sí, ofrecieron trabajo. Pero muchos dejaron lo mejor de sus vidas en las excavaciones de los túneles del Padornelo, la rotura de la Presa de Vega de Tera arrasó con el pueblo de Ribadelago y los embalses de Cernadilla, Valparaíso y Argavanzal anegaron las mejores tierras ribereñas, amén de hacer desaparecer localidades enteras como Manzanal de Abajo o la mitad de Sandín.
Tal vez la catástrofe de Ribadelago y el final de las grandes obras aceleraron la segunda gran migración, en este caso con destino a las ciudades, que dio un tremendo golpe a la vida cotidiana de nuestros pueblos.

Hoy Sanabria y Carballeda son dos comarcas que comparten los problemas del mundo rural español, pero también todas sus ventajas. El cambio de los usos sociales ha puesto en valor cosas, antaño despreciadas, en las que nosotros somos ricos: entorno natural, patrimonio cultural, aire puro, tranquilidad… La vida en las grandes ciudades, tan agobiante a veces, favorece el crecimiento del turismo rural, que, si bien no debe convertirse en una especie de monocultivo, sí ha propiciado un cierto freno al despoblamiento y, sobre todo, un orgullo por lo que somos, una conciencia de autoafirmación.



¿Y el futuro? Llegará… a su tiempo. En lontananza asoma la estación del AVE en Otero de Sanabria, la explotación de energías alternativas y respetuosas con el medio ambiente, la lucha por compatibilizar la protección del entorno natural con la mejora de las condiciones de vida… Sea lo que sea, quizás nosotros no, pero ahí estará nuestra tierra para verlo.